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POP | DEPEDRO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El chico que no se puso límites

El tercer álbum del madrileño Depedro destila una saludable ambición creadora

Jairo Zavala comparece solo ante la abarrotada Sala But, con la Gibson en ristre, para dar cuenta de una de sus nuevas composiciones, De cómo empezamos. Es un arranque valiente, propio de un músico que sabe de su propia solvencia y posee todas las credenciales. Sin haber llegado aún a los cuarenta, el madrileño que da vida a Depedro acumula un currículo poderoso y muchas millas a las espaldas. Sigue mostrándose renuente a los parlamentos, pero se sabe buen vocalista y excelente con la guitarra. Y su tercer álbum destila una saludable ambición creadora: el chico de Aluche que hizo fortuna con el pop-rock fronterizo al abrigo de Calexico ha aprendido a no ponerse límites.

La increíble historia de un hombre bueno es un título resultón, o rimbombante, que patina precisamente ahí, en una dimensión literaria muy por debajo de la musical. Zavala parece trazar una difusa línea argumental sobre fuerzas de flaqueza, desasosiegos y sueños que se enarbolan frente a la adversidad, pero no deja una triste frase que merezca reproducirse en letras de imprenta. Y es una lástima, porque disponía de una munición sonora tan poderosa como versátil. ¿Qué habéis hecho? suena a country-folk contagioso, Hombre bueno conjuga una trompeta prestada de Devotchka con una base rítmica casi discotequera a cargo del contrabajista Héctor Rojo, Una vez más apuesta por un tenue barniz electrónico y la espléndida De repente sorprende con su arranque adictivo, casi de rock alternativo, y unas estrofas ralentizadas.

A Jairo le afean su parquedad escénica y, sobre todo, esas ramplonas rimas con formas verbales. Brilla sobre el pentagrama y naufraga con el papel cuadriculado. No hay nada tan mediocre como aquel "No guardas nada, todo para todos y para ti ná" que emborronaba uno de sus mejores títulos, Como el viento, pero los progresos resultan exasperantemente lentos. Por eso casi nos relajamos cuando le escuchamos en inglés You and I, un canónico dúo en onda americana que en el disco interpreta junto a Bernard Fanning. O cuando le hinca el diente a una cumbia bien conocida, El pescador, en un intento de repetir su jugada con el clásico mexicano La llorona.

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