Dos amigos se lo pasan bien
El cara a cara en el Teatro Fernán Gómez no pasa de un bis a bis que solo alcanza su cénit en las canciones finales
El cara a cara entre Leiva e Iván Ferreiro se planteó desde el principio como un divertimento, una excusa farandulera para el solaz de dos amigos fanfarrones. “Tened respeto por Leiva, sin rencor”, se guaseó el gallego, retranca mediante, antes siquiera de atacar la primera canción. Pero aquel encuentro casual de octubre en la Galileo Galilei se ha convertido en dos actuaciones con todo el papel vendido en el Teatro Fernán Gómez. Y pese a la sobriedad del formato (dos voces, guitarra, piano), el público conecta con estas versiones acústicas, desnudas y todavía algo deslabazadas.
El repertorio de anoche calcó en su inmensa mayoría el de aquella jornada iniciática, lo que contradice el supuesto carácter espontáneo, improvisado e irrepetible de cada convocatoria. Leiva, Pereza, Iván y Piratas suman dos centenares de títulos y sería bueno un margen más generoso para la sorpresa. No lo hay: incluso las versiones (Insurrección, de El Último de la Fila; Destruye, de Ilegales; Crímenes perfectos, de Calamaro) eran las que marcaba el guion. Si pretendían convencernos de que nos encontrábamos ante una jam session, no lo consiguieron.
En cualquier caso, el material de partida es francamente bueno y más pulido que en la pasada comparecencia otoñal. Nunca nadie suena ralentizada y emotiva, aunque nos perdamos los bellos arreglos de metales del original, igual que Miedo funciona muy bien con esa guitarra tosca, casi de cantautor callejero. El sombrero de Leiva y su fular en el pie del micrófono contribuyen a un paralelismo más verosímil.
Sonó el único tema ex profeso para esta gira, Anticiclón, con el recurrente (o tópico) recurso de las esdrújulas en cascada para el estribillo. Más divertidas fueron las tenues puyas de Ferreiro contra el Rey y Mariano Rajoy, o la abierta confesión de hipocondría por parte del ex de Pereza. Nada homologable, todavía, con un Club de la Comedia. Los dos amigos se lo pasaron bien, que es lo que suele acontecer entre colegas, pero esa química no acabó de prender en el patio de butacas hasta el colofón de Lady Madrid y Turnedo.
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