Pere Navarro, una cara afable para la renovación
El alcalde de Terrassa, defensor de políticas medioambientales, basa su estrategia en el consenso Licenciado en biología, el candidato ha realizado su carrera política en la esfera municipal
Pere Navarro i Morera (Terrassa, 1959) se unió a las filas socialistas en 1977, justo cuando la democracia estaba todavía tierna, y fue uno de los fundadores de las Juventudes Socialistas de Terrassa. Licenciado en Biología, entró en el Ayuntamiento de esta ciudad como concejal en 1987, llegando a la alcaldía en 2002 a raíz de la dimisión de Manuel Royes. Pero no fue un encumbramiento fácil y tuvo que lidiar con luchas internas del partido a nivel local por el poder. El que fue el candidato del conflicto, se convirtió en el alcalde del consenso, una experiencia que le puede resultar harto útil para coser todos los flecos sueltos que han llegado al Congreso del PSC.
Casado y con dos hijas, Navarro gobierna la cuarta ciudad de Cataluña (215.000 habitantes), cuna de la industria textil catalana (cuyos vestigios todavía se pueden contemplar a través de su amplio patrimonio industrial), que creció gracias a la oleada de inmigrantes del sur de España llegados a partir de la década de los 50. Y célebre por ser el vivero de jugadores y equipos, muchos de ellos internacionales con la selección, del hockey sobre hierba.
Navarro acude a los actos oficiales en su ciudad a pie o en su moto y apenas usa el coche oficial
Sus amigos y rivales le valoran especialmente su perfil afable y su capacidad de integración y unidad, algo que durante sus nueve años como alcalde le ha permitido tener una relación más que cordial con sus duros rivales en el consistorio, como el convergente Josep Rull. Esta aptitud para el consenso y el diálogo es una de las bazas que más juega a su favor en la carrera para convertirse en el nuevo líder de los socialistas catalanes, ya que le puede permitir limar asperezas con sus contrincantes de partido y abrazar a todas las corrientes internas, incluso a las más críticas que en los últimos meses han brotado con fuerza.
Otra de sus fortalezas en el proceso que reclama una renovación es su poca proyección mediática hasta el momento en que se postuló como futuro líder del partido. Su gestión como alcalde ha sido discreta y sin polémicas y hasta ahora siempre ha huido de los grandes protagonismos. “No es de aquellos que hacen alcaldadas”, apuntan desde su entorno, hecho que ha evitado crear prejuicios ni etiquetas ante su candidatura (cosa que no le ha pasado a su rival Àngel Ros con el impulso de la prohibición del burka).
Su gestión como alcalde
Al contrario, Navarro puede apuntarse a su favor varios tantos a nivel municipal con grandes proyectos en su ciudad, como la renovación del modernista e histórico Teatro Principal, la remodelación del conjunto monumental de la Seu d’Ègara o la ampliación del Parque Vallparadís, hasta convertirlo en un gran pulmón verde urbano de tres kilómetros de largo.
Y es que Navarro siempre ha mostrado su preocupación y sensibilidad hacia temáticas medioambientales, cosa que llevó a la ciudad a ser una de las pioneras a nivel de normativa de energías renovables. También le allanó el camino para establecer un sólido pacto de gobierno con ICV-EUiA y ERC desde 2003 (esta legislatura el acuerdo es solo con los ecosocialistas).
La discreción del edil egarense es vista por sus rivales como una falta de talante y carisma. También le ponen pegas a la trayectora básicamente municipalista de Navarro, sin experiencia en gestión del partido, a pesar que forma parte de su ejecutiva.
Humilde y sencillo, el alcalde egarense se define por su proximidad y accesibilidad, muy apreciada en su ciudad, donde es habitual verlo pasear. Y es que a Navarro le gusta moverse y asistir a los actos oficiales a pie o en su propia moto y solo hace uso del coche oficial en eventos muy destacados. A punto de cumplir 52 años, Navarro se ha marcado el reto de dar el salto y pasar de liderar una federación de tamaño medio como la del Vallès Occidental Oeste a un gran partido necesitado de nuevas caras y nuevas formas de hacer política.
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