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“Tengo todo lo que necesito para ser exitoso, pero quiero seguir siendo David para la comunidad”

Durante parte de su vida David Goujon intentó “escapar de sí mismo”, hasta terminar descubriendo que el éxito se alcanza reconciliándote con tu identidad

Familia y amigos disfrutando de una parrillada.
Familia y amigos disfrutando de una parrillada.Enrique Suárez Carlos Suárez

Hay tres momentos que han marcado la vida de David Goujon: un viaje de un año solo por la Patagonia argentina; ver la precariedad con que las familias de obreros agrícolas sobrevivían debajo de un puente en Napa, California; y la demolición de una tienda de piñatas en Austin, Texas. Cada uno de estos eventos ha sido una pieza clave para solucionar el enigma de su identidad y el detonador ha sido enfrentarse a alguna injusticia social. Si bien esto no basta para definirlo, nos da una idea del carácter y la determinación del arquitecto de cuarenta años que se ha convertido en un activo líder comunitario mexicoamericano en Austin, Texas.

Su historia pudo haber comenzado por azar, “con una moneda que alguien tiró al aire”, dice un poco en broma, y que definió que su familia se mudara de su natal Tampico, Tamaulipas, a Houston, cuando su padre, un ingeniero eléctrico de Pemex, fue enviado a trabajar en una oficina que la petrolera estatal mexicana estaba abriendo en Estados Unidos. Para Goujon, de tres años, comenzaba, aunque aún no lo sospechara, una lucha intensa y personal.

“Crecí con dos vidas”, reflexiona después de una pausa. “Empezando era muy difícil, porque al principio no quería hablar inglés y luego de unos años viviendo aquí ya no quería hablar español”. En las escuelas privadas católicas en las que estudió, pues aunque vivían modestamente sus padres decidieron proporcionarle la mejor educación, a pesar del amor y del apoyo, comenzó a notar otros contrastes. “Solo había uno o dos mexicanos. Los demás eran gringos, blancos. Mis amigos tenían casas grandes, una vida americana. La mía era bien diferente, mucho más sencilla. Mientras ellos se iban de viaje a Europa o a esquiar a Colorado, nosotros nos íbamos a México a visitar a la familia en los veranos, en Navidades y fin de año o nos quedábamos en casa. Ahí empezó el dualismo de mi vida”.

Amigos conversando mientras disfrutan de una parrillada.
Amigos conversando mientras disfrutan de una parrillada.Carlos Rafael Suarez

Estos conflictos fueron perfilando sus decisiones de manera tal que hasta eligió estudiar la carrera de construcción en la Universidad Estatal de Colorado en parte por curiosidad, porque era a donde se iban cada año en invierno a vacacionar sus amigos y un mundo al que nunca había tenido acceso. Aunque tenía becas para estudiar en otras universidades, incluida Columbia, en Nueva York, mientras estaba visitando la universidad sucedió algo que lo decidió. “Mis padres y yo estábamos desayunando y nos quedamos calladísimos. Fue la primera vez que vi nevar en mi vida”, recuerda.

Después de terminar su licenciatura, Goujon se quedó trabajando en Colorado para una compañía constructora de mansiones multimillonarias en Vail, uno de los famosos y pintorescos resorts para esquiar. Fue precisamente en Vail, durante la recesión de los años 2008 y 2009, que Goujon se enfrentó al primero de esos momentos definitorios. “Uno de los superintendentes que acababa de ser despedido al cruzarse conmigo en el pasillo me increpó: Why me, not you? (¿Por qué me echan a mí y no a ti?). Eso me impactó mucho porque lo conocía bien. Sabía que él tenía familia y yo aún no. Era joven y estaba soltero. Esa misma noche escribí mi carta de renuncia. Y dos semanas después vendí todo lo que tenía en mi vida, lo puse todo en una mochila y compré un boleto para Argentina, para irme a pescar un año solo a la Patagonia”, cuenta.

Este viaje, con el que también rendía tributo a un amigo de sus años universitarios, que lo enseñó a pescar con mosca y murió en un accidente saltando al agua desde un acantilado, fue un parteaguas. “Creo que era un viaje que necesitaba hacer para encontrarme a mí mismo”, reflexiona. Si en Estados Unidos o en México le costaba encajar, su año argentino le permitió tomar distancia, reconciliarse con una identidad que para los sudamericanos resultaba hasta exótica: ser mexicoamericano.

Arquitectos planificando la construcción.
Arquitectos planificando la construcción.Carlos Rafael Suarez

Un año después regresó a estudiar una maestría en arquitectura en la Universidad de Houston. Mientras investigaba su tesis enfocada en el desarrollo de viviendas temporales para trabajadores migrantes se fue a Napa a ver cómo vivían. “Ahí descubro mi voz como arquitecto, porque una persona me llevó a comer unos burritos y al rato me dice: ‘no has notado que muchos vienen, agarran su comida y se van, pero no tienen coche’. Decidimos explorar y vimos que debajo de un río chico con un puente vivían unas siete u ocho familias con sus niños, algunos de ellos bebés. Eran los trabajadores migrantes mexicanos que venían a trabajar en la uva. Una botella de vino, que te puede costar 200 dólares, está hecha con el sudor de los inmigrantes que viven debajo de un puente. ¿Puedes creer eso? Entonces es cuando me digo: ¿Cómo puedo hacer algo?”.

Goujon tenía ya más de treinta años cuando se graduó de arquitecto y como todos sus colegas eran veinteañeros decidió que tenía que esforzarse doble. Y así lo hizo, llegando en poco tiempo a ser uno de los arquitectos principales de proyectos como el del Hospital Estatal de Austin, “un complejo de más de $300 millones que revolucionará el enfoque de Texas hacia la salud mental”, según la página de AustinUnder40, en la que aparece como nominado en el año 2020 a los premios anuales con los que la Young Women’s Alliance y la Young Men’s Business League de la ciudad de Austin premian a los más exitosos menores de cuarenta.

Otro de los momentos que han definido el tipo de arquitecto con un enfoque humano y de líder comunitario que es Goujon está aún fresco en la memoria colectiva de Austin y ha sido central en el debate sobre la gentrificación en la ciudad. La demolición de Jumpolin, una tienda de piñatas en el barrio de East César Chávez, con todos sus productos adentro, motivó a Goujon a responder con una instalación monumental de tres piñatas de madera de 10 pies de altura que emplazó en un parque aledaño a tienda demolida para llamar la atención sobre esa situación. “Estaba comenzando el crowdfunding en esa época y lo usamos para recaudar dinero y comprar todas las piñatas que pudiera para ayudar a esa familia a salvar su negocio”, recuerda Goujon. “A pesar de que perdieron su local, fue emocionante ayudarles a recuperar algunos ingresos. Eso también sirvió para comenzar un festival de piñatas, porque aquí en Austin nos encantan los festivales, que continúa hasta hoy en día y ya tiene como ocho años”.

Paradójicamente, la instalación de Goujon corrió el mismo destino de la tienda de piñatas y los vecinos de la colonia salieron en su apoyo. Este acto de solidaridad colectivo se convirtió en otro evento definitorio. “Fue un momento increíble para mí. Ahí creo que fue cuando comencé por fin a reconocerme a mí mismo como mexicanoamericano”.

Arquitectos y empleados trabajando en el proyecto de construcción.
Arquitectos y empleados trabajando en el proyecto de construcción.Enrique Suárez Carlos Suárez

Como si de otra batalla personal de identidad se tratara, Goujon ha volcado toda su energía en los últimos años en la revitalización del Centro Cultural Mexicoamericano Emma S. Barrientos (ESB-MACC), del que fue por dos años presidente de su junta directiva, y que fue diseñado por el prominente arquitecto mexicano Teodoro González de León. “Teodoro González de León es un arquitecto mexicano enorme, uno de los más importantes. Del mismo nivel de Luis Barragán. Trabajaban juntos en ocasiones y eran amigos. Es un gigante, es como tener un Picasso y nadie sabía quién era”.

La protección y expansión de esta joya del patrimonio arquitectónico propiedad del gobierno local está garantizada con un presupuesto de 35 millones de dólares para la segunda fase. Una empresa en la que se encuentran colaborando algunos de los mejores arquitectos hispanos de Austin con la prominente arquitecta mexicana Tatiana Bilbao.

Goujon encontró en el ESB-MACC, nos confiesa, el espacio idóneo para canalizar su identidad, “pero lo chistoso es que decía, soy arquitecto y soy líder en la comunidad, pero los dos roles no se juntan. Porque iba de medio día hablando de la segunda fase del ESB-MACC con el alcalde y los líderes comunitarios y luego regresaba a mi oficina a ser un empleado en una compañía de arquitectura. Era bien difícil, porque esos dos mundos no convergieron muy bien”, explica. Por eso, desde hace un año y medio empezó su propia compañía, lo que le permite dedicarse al activismo comunitario y atender a su familia (su esposa es analista geopolítica, y tienen dos hijas). “He podido ver a mi hija más pequeña dar sus primeros pasos. Los de la primera me los perdí”, dice. “Tengo todo lo que necesito para ser exitoso, pero quiero seguir siendo David para la comunidad”.

Cuando se le pregunta qué papel ha jugado ese pulseo con su herencia en su éxito profesional, no duda en contestar: “Lo es todo. Mira, una gran parte de mi vida estaba tratando de escapar de la realidad de que soy mexicano. Cuando me fui a Colorado, no quería escapar de Tejas, sino de la idea de ser mexicanoamericano. Pero uno nunca puede huir de quién es, de su historia, de su herencia. Si tienes una historia por la que no sientes mucho amor, mejor busca la manera de reconciliarte con la persona que vez en el espejo, porque no puedes escapar de eso”.


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