Altura no es igual a dificultad: los mitos de la aventura exterior
Pese a que las aventuras outdoor están de moda y son más necesarias que nunca, hay quienes aún tienen reservas por temas como la condición física, los riesgos al enfrentarnos ante un terreno desconocido, pero sobre todo a la altura. Sin embargo, las apariencias engañan
Ya sea en una caminata al aire libre, un paseo o picnic por el bosque, e incluso una primera vez en alta montaña, aspectos como la seguridad o la dificultad pueden ser relativos y depender de un sinfín de factores, todos ellos cambiantes y muchas veces, complejos pero completamente conquistables.
Una de las ideas más recurrentes en la alta montaña gira en torno a la relación dificultad-altitud. Tendemos a pensar que un terreno mucho más elevado se traducirá en una travesía aún más peligrosa y empeñosa. Por el contrario, hay quienes consideran que un terreno con bajos niveles de altitud representa una empresa completamente ejecutable, e incluso risible. Sin embargo, en las aventuras exteriores, las cosas no son lo que parecen, necesariamente.
Con el ánimo de homologar criterios y establecer parámetros para las personas que deseen adentrarse en el mundo del senderismo elevado o el montañismo, ya sea a un nivel amateur como profesional, conocer la graduación de dificultad establecida por el consenso montañista resulta útil, pero también hay que tener en cuenta que esto no es una ley definitiva y habrá que estar preparados para cualquier eventualidad en nuestra aventura.
De acuerdo con uno de los sistemas de graduación reconocidos a nivel mundial para vías y caminos alpinos, el francés, la dificultad de una montaña depende del conjunto total de la vía (aproximación, ascenso y descenso) teniendo en cuenta aspectos clave como la longitud, altitud, dificultad técnica, exposición y compromiso (posibilidades de retroceder, de escapatoria, etc.
De esta manera, por ejemplo, hoy sabemos que dentro de una gama de ocho niveles de dificultad, uno muy sencillo representa una caminata sin dificultad, terrenos ásperos o altitud, al igual que una ausencia de pendientes pronunciadas pero que sí pueden exigir o representar caminatas sobre terrenos complicados en bajas pendientes, o en determinado nivel de altitud.
Por el contrario, una montaña en extremo complicada representará ascensiones y escaladas técnicas prácticamente en cualquier etapa de nuestra experiencia, grados de escalada y longitudes considerables y pendientes de graduación límite, lo cual implica una exposición muy alta y nos demande un elevado nivel de técnica en escalada, así como alta respuesta ante posibles riesgos, caídas o cambios intempestivo de clima y terreno.
Parece fácil… pero es difícil
Para Juan Bosco Espejel García, arquitecto y guía montañista con más de ocho años de experiencia profesional a nivel internacional, el pensar que la altura es sinónimo de dificultad es uno de los mitos más recurrentes y un reflejo más cercano al ego humano, que a la fascinante realidad que representa una aventura natural. Sin embargo, hay algo que es clave y determinante previo a enfrentarnos a la alta montaña: la preparación.
“Cada persona vive su propia montaña y algo que siempre recomiendo es que disfruten del camino, del paisaje y del proceso, que no se aferren a la cumbre porque ésta siempre va a estar ahí. La montaña nos dará lecciones de vida y nos representará ciertos aspectos de incomodidad alrededor de la comida, el sanitario, dormir bien, etc. Pero también pondrá a prueba nuestra humildad, fuerza y determinación; es una oportunidad para conocernos a nosotros mismos. Incluso yo he visto que a muchas personas les obliga a desarrollar habilidades que no sabían que podían tener.
“La preparación para hacer alta montaña implica diferentes actividades para tener una condición física suficiente a la hora de ascender, tales como fortaleza mental, actividad física constante, haber hecho ejercicios de aclimatación, evitar el sedentarismo, e ir incrementando gradualmente”, enfatiza el guía principal del proyecto de experiencias de alta montaña, Alien Outdoors.
Hay que alejarnos de la idea de que la altitud es igual a dificultad. Nuestro experto montañista asegura que existen montañas con bajo nivel de altitud y que son realmente desafiantes: “Una misma montaña puede tener muchas rutas, incluso las más populares suelen ser las más conocidas, transitadas y, por ende, las de menor nivel de dificultad. Pero hay que tener en cuenta que también una ruta sencilla puede elevar su complejidad porque el terreno se vuelve pedregoso y el equipo que llevábamos quizás ya no sea tan útil para ese tramo. Eso eleva la demanda técnica.
“Ahora, pensemos en hacer esa misma ruta en temporada seca: no hay lluvia, no hay nieve y puede ser aún más fácil caminarla de inicio. Transitar por la nieve no es lo mismo que hacerlo en tierra, se demanda una pisada más técnica y procurada. Hay gente que está preparada para ello y otras que no, dependiendo de su contexto, nivel de experiencia y determinación. La experiencia siempre es distinta incluso en la misma ruta.
“Una montaña muy elevada, con una sola arista de rocas, sin glaciares, puede ser mucho más sencilla de lograr. La altura no determina cuán difícil será, pero sí influye con la aclimatación; mientras más altitud ganemos nuestro cuerpo va a reaccionar en consecuencia. Incluso está la famosa ‘zona de la muerte’, que es a partir de los 8.000 metros de altura, en donde nuestro cuerpo perece a cada instante por la ausencia de oxígeno, sin posibilidades de habitar esos niveles. Puede que lleguemos a alturas así de riesgosas en rutas fáciles y viceversa”, asegura el guía de Alien Outdoors.
Juan Bosco considera además, que la concepción de la altura ligada directamente a la dificultad puede ser más un sinónimo del ego humano, el cual puede invitarnos fácilmente a pensar que mientras más alto lleguemos somos mejores, o incluso superiores a otros. Esto no sólo es un error, sino que puede representar un riesgo latente si no sabemos aprender de nuestros propios límites y capacidades en exteriores.
Ese conocerse a sí mismo en las alturas del que habla nuestro guía experto, conlleva también una determinación y voluntad internas, las cuales suelen venir acompañadas de una filosofía particular.
“Hay una frase que dice ‘afortunada la persona que se enfrenta a la adversidad porque ese es el momento de crecer’. Personalmente aprendí y entendí que para crecer como seres humanos debemos tener el valor de salir de nuestra zona de confort, de aceptar que el proceso de crecimiento puede ser incómodo, que un clima adverso nos puede enseñar más en la misma ruta y en la misma montaña”, subraya Juan Bosco.