Un año bajo asedio en la Embajada de Argentina en Caracas
Cinco opositores venezolanos permanecen refugiados en la sede diplomática ante los continuos ataques del régimen, que los acusa de terrorismo y traición a la patria

El 20 de marzo de 2024, en plena campaña electoral en Venezuela, el chavismo dictó órdenes de captura contra los seis principales integrantes del equipo de la candidata opositora María Corina Machado. Los acusó de terrorismo, conspiración y traición a la patria. Magalli Meda, Pedro Urruchurtu, Claudia Macero, Humberto Villalobos, Omar González y Fernando Martínez Móttola evitaron ir a la cárcel al refugiarse en la embajada argentina de Caracas. Este jueves se cumple un año de su confinamiento en la sede diplomática. Las autoridades venezolanas les han negado el salvoconducto para salir del país y los han sometido a una fuerte presión con cortes de suministro y alimentos que empeoraron tras las cuestionadas elecciones presidenciales del 28 de julio.
De los seis asilados iniciales continúan cinco. Martínez Móttola, político de la Plataforma Unitaria, pudo abandonar la sede a finales del año pasado y murió hace tres semanas atrás víctima de un derrame cerebral.
El refugio ofrecido por Argentina escaló la tensión entre los dirigentes de ambos países, Javier Milei y Nicolás Maduro. Cuando habían pasado siete días de la llegada de los opositores a la embajada, la Cancillería argentina advirtió a Maduro “sobre cualquier acción deliberada que ponga en peligro la seguridad del personal diplomático argentino y de los ciudadanos venezolanos bajo protección”. Aprovechó la escalada para pedir “elecciones transparentes, libres, democráticas y competitivas”. Cuatro meses después, Milei estuvo entre los primeros líderes mundiales en acusar de fraudulentas las elecciones. Definió a Maduro como “dictador” y le exigió que “reconociera la derrota luego de años de socialismo, miseria, decadencia y muerte”.

La negativa a reconocer los resultados electorales tuvo como consecuencia la expulsión de todo el cuerpo diplomático argentino —junto al de otros cinco países— y el traspaso del control de la Embajada a Brasil, que lo mantiene hasta el día de hoy. Milei aparcó sus diferencias con su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y le agradeció el hacerse cargo de la custodia. Pero la negociación fue contra reloj durante 72 horas muy difíciles: las fuerzas de seguridad apostaron francotiradores alrededor de la sede argentina y los asilados denunciaron que se aprestaban a desalojarla por la fuerza, una amenaza que finalmente no se concretó.
En los últimos meses, los opositores han denunciado cortes de agua, de electricidad y de internet que se han prolongado durante días. También se les ha negado el ingreso de medicinas y de alimentos. De manera restringida, las autoridades permiten que un camión cisternas surta de agua al edificio y se lleve algo comida.
Los llamados desesperados de estos dirigentes caen sobre una sociedad venezolana paralizada luego de la dura represión de finales del año pasado y con un altísimo número de presos políticos y dirigentes civiles judicializados. “Nos sentimos abandonados por el cuerpo diplomático que hace vida en Venezuela, y que no se ha atrevido a presentarse aquí con mucha firmeza, a hacer una visita a esta sede, a constatar lo que aquí pasa”, afirmó Magalli Meda, quién era la jefa del comando de campaña de Edmundo González Urrutia el año pasado.
Milei se ha mantenido como una de las voces más duras contra Maduro y Argentina fue el primer país de la gira internacional que realizó González Urrutia este año para intentar boicotear la toma de posesión del líder chavista. El fracaso de ese objetivo enterró también las esperanzas de los asilados. En las últimas semanas, han reiterado la solicitud de un salvoconducto y el oficialismo ha vuelto a negárselo.
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