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Elecciones en Chile
Columna
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Chi, Chi, Chi, Le, Le Le (Viva Chile)

La elección presidencial del pasado domingo fue ágil y respetuosa; un ejemplo de democracia que siembra la duda sobre si se acrecentará la tendencia derechista en Latinoamérica

Que envidia Chile. Los resultados de las elecciones presidenciales, independientemente de las simpatías ideológicas, se conocieron el mismo día de la elección antes de las siete de la noche. En Colombia, de antemano ponemos en duda la capacidad del sistema electoral que durante muchos años ha dado pruebas de idoneidad. A esa hora, la candidata perdedora había reconocido el triunfo de su contendor, el presidente electo José Antonio Kast: “La democracia habló fuerte y claro. Me acabo de comunicar con el presidente electo para desearle éxito por el bien de Chile”. El presidente en ejercicio, Gabriel Boric, también se adelantó a llamar a Kast para ponerse a la orden en todo lo que se necesitara en la comisión de empalme y la transmisión del mando. Eso es mucha democracia.

Como dijo la candidata derrotada Jeannette Jara, de la izquierda con militancia comunista, el triunfo de Kast, 58% contra el 41,8%, puede calificarse de abrumador. Las interpretaciones del resultado coinciden en que la causa del desplome de la izquierda fue el fallido proceso constituyente que salió picho muy temprano, y no hubo recuperación en los tres años postconstituyente. La inseguridad que encontró Boric al llegar a la presidencia se mantuvo durante su cuatrienio, y eso se consideró por el electorado como un fracaso de su gestión.

La mayoría de los gobiernos del mundo felicitaron al presidente Kast, con la excepción de Colombia y Venezuela, que lo calificaron de nazi y pinochetista; qué coincidencia tan poco afortunada.

La preocupación de la izquierda chilena es que se recorten las ayudas sociales dadas las condiciones del estallido social de 2019 que, según los críticos, el presidente Boric no supo manejar.

Para el analista político Víctor García, Kast logró interpretar un malestar concreto, especialmente en la clase media, que siente que su esfuerzo dejó de traducirse en progreso y estabilidad.

Para el periodista Mauricio Vargas, el presidente electo no ha sido triunfalista: “Vamos a tener un año muy duro porque las finanzas no están bien”, dijo Kast. No es imposible que consiga un acuerdo con Boric para lo fundamental. El tono moderado de la campaña le permitió suavizar su imagen de radical de derecha y conseguir el apoyo de votantes alejados de los extremos. No todos los votos fueron de derecha. “Respeto por los adversarios políticos”, pidió en tono de jefe.

La comparación con Colombia es interesante: el desenlace de las presidenciales es incierto; el liderazgo lo tiene el izquierdista Iván Cepeda, frente a una derecha dividida entre varios candidatos. Es bueno recordar que algo similar ocurría en Chile a mediados del año, cuando la comunista Jara, candidata única de la izquierda desde junio, punteaba con comodidad frente a una derecha con al menos cuatro aspirantes.

Queda la inquietud de lo que pueda pasar en Brasil y en Colombia. ¿Se acrecentará la tendencia derechista? Las elecciones en estos dos países serán cruciales para definir si el giro derechista se confirma en 2026 o si, por el contrario, la ola rosa tiene una segunda oportunidad.

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