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Bogotá arranca el 2025 con la urgencia de resolver su crisis de agua

El alcalde Carlos Fernando Galán se fijó como meta que el sistema Chingaza cerrara 2024 con por lo menos un 70% de llenado. Pero las lluvias y el racionamiento solo aumentaron el nivel al 46%

abastecimiento de agua de Bogotá, en el páramo de Chingaza
Imagen del bajo nivel del agua en el embalse de Chuza, principal fuente de abastecimiento de agua de Bogotá, en el páramo de Chingaza (Colombia), el 1 de octubre de 2024.Diego Cuevas
Camila Osorio

Bogotá, conocida durante décadas como una capital lluviosa, vive desde el año pasado una crisis de agua que se está agudizando al arranque del 2025. Los niveles de embalses del páramo de Chingaza, encargados de la mayoría del abastecimiento de los más de 8 millones de habitantes de la capital de Colombia y sus alrededores, cayeron a apenas un 15% el año pasado, por lo que el alcalde Carlos Fernando Galán arrancó en abril una campaña de racionamiento en la ciudad: dividió la ciudad en nueva zonas que se turnan los días sin agua, esperando terminar el año con una capacidad en Chingaza de 70%. El fin de año, que trae usualmente lluvias y menos consumo de agua porque los bogotanos salen de vacaciones, debía ser un respiro. Pero la meta no se cumplió. El viernes 3 de enero, las autoridades ambientales contaron a los bogotanos que el nivel de esos embalses iba en bajada, con apenas el 46,68 %, debido a la falta de lluvias.

De mantenerse la tenencia, Bogotá corre el riesgo de llegar al que el alcalde ha llamado “día cero”: si el nivel de Chingaza cae a 36%, la ciudad tendría que agudizar el racionamiento. El alcalde, que relajó los cortes a mediados del año pasado, tuvo que volver a endurecerlas en agosto, cuando hubo mucha menos lluvia de lo que se esperaba. “El racionamiento de agua en Bogotá se relajó cuando no debía”, le criticó entonces la Ministra de Ambiente, Susana Muhamad.

La noticia del bajo nivel es alarmante porque enero y febrero suelen ser secos. El año pasado, en enero, las temperaturas fueron tan altas por el fenómeno del Niño que venía del 2023, que la capital fue testigo de múltiples incendios forestales en partes de los cerros orientales que abrazan la ciudad. La capital aún está en proceso de recuperar esos bosques. Este año, de repetirse los incendios, los bomberos tendrán menos agua para apagar el fuego.

La noticia también deja en evidencia como el abastecimiento de Bogotá, por lo menos en lo inmediato, depende más de las lluvias que del consumo diario. En los últimos meses, el alcalde ha insistido en que los bogotanos deben intentar reducir el consumo a 15 metros cúbicos por segundo, incluso sin cortes. Esa meta no se ha cumplido en meses. En las vacaciones de fin de año, el dato sí llegó a 14,26 metros cúbicos por segundo. Sin embargo, sin lluvias los embalses no aumentaron su capacidad.

Las autoridades distritales, sin embargo, se han mostrado optimistas. “Comenzamos el año con más agua en el Sistema Chingaza que hace un año. Recibimos en 41,12%, hoy está en 46,6%.”, escribió este viernes en su cuenta de X Miguel Silva Moyano, secretario general de la Alcaldía. “Gracias a las lluvias y al compromiso de la ciudadanía, hemos logrado recuperar paulatinamente el nivel de los embalses”, escribió Natasha Avendaño, gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá.

La Alcaldía ha anunciado medidas a mediano plazo para aumentar la capacidad de agua que puede consumir la ciudad. La más avanzada, es la ampliación de la planta Tibitoc, que despacha agua desde por conjunto de embalses, llamado sistema norte de embalses, que suele mostrar mejores niveles: son Neusa, Tominé y Sisga. También se hacen esfuerzos para descontaminar las aguas del río Bogotá, cuidar humedales y páramos fundamentales para la capital, y prevenir el robo de agua. Silva, el secretario general, también anunció que en 2025 se avanzará en instalar kits para aprovechar el agua de lluvia, una de las soluciones a mediano plazo que propuso el presidente Gustavo Petro desde que fue alcalde, hace más de una década.

“Hora de trabajar juntos señor alcalde de Bogotá. La sed no da espera”, le dijo Petro a Galán en octubre. “Presidente, trabajemos juntos por el agua”, respondió el alcalde el mismo día. El jefe de Estado ha querido ser reconocido por hacer frente a la crisis climática, y habla frecuentemente de reordenar la economía y la sociedad en torno al agua.

El agua de Bogotá, y el de muchos municipios del país, depende en parte del agua que se evapora desde la Amazonía, una zona que también vivió una dura sequía en el 2024. Frenar la deforestación allí, por ejemplo, es parte de las soluciones estructurales que promueve el jefe de Estado para frenar la crisis del agua en la capital. Pero ha estado menos abierto a otras soluciones a mediano plazo que se han puesto sobre la mesa, como construir una nueva represa en el páramo, conocida como Chingaza II, o encontrar fuentes de agua subterránea en Bogotá. Por ahora, a mediano plazo, tanto en la Amazonía como en Bogotá, los colombianos estarán mirando al cielo azul esperando que llueva.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.
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