El aumento de las solicitudes de asilo de colombianos en Alemania tensa las relaciones entre Bogotá y Berlín
Las autoridades alemanas instan a las sudamericanas a promover la migración regular, mientras Colombia trabaja por prevenir una situación similar a la del Reino Unido
Una nueva controversia internacional para Colombia a cuentas de la migración. Un mes después del anuncio de Reino Unido de volver a imponer una visa de entrada a los colombianos, Alemania ha elevado el tono contra la Cancillería por el aumento de las solicitudes de asilo. El enviado alemán para asuntos de migración, Joachim Stamp, aseguró en Bogotá, tras una reunión con el vicecanciller Jorge Rojas, que las peticiones han aumentado exponencialmente: de 135 en 2018, a 3.500 este año. El 99,7% son rechazadas. “Necesitamos fuerza laboral. Y el que cumpla con las leyes es cordialmente bienvenido. Pero, por favor, no a través del derecho al asilo”, exhortó.
Rojas indicó, a través de su cuenta de X, que tuvo un “diálogo directo y franco” con las autoridades germanas para promover la migración regular y combatir la trata de personas y el tráfico de migrantes. La Cancillería quiere evitar a toda costa una situación similar a la de Reino Unido, país con el que tan solo duró dos años la exención de la visa, que ha vuelto a implementar precisamente por el aumento de las solicitudes de asilo.
El reclamo de Berlín, que ha endurecido sus políticas migratorias en el último año, ocurre justo cuando se debate en Alemania la posible deportación de un grupo de 10 colombianos a quienes se les rechazó el refugio. El caso ha sido muy mediático porque los latinoamericanos trabajan como enfermeros y asistentes en una residencia geriátrica especializada en demencia de una pequeña ciudad del Estado de Baja Sajonia, en el noreste del país. Más de 75.000 personas han firmado una petición en línea para que se les permita permanecer allí.
A pesar del hermetismo en el caso, uno de los colombianos ha hablado en público sobre su situación. Se trata de Diego Carrillo Arenas, un joven de 20 años que justificó haber pedido asilo en que, si regresa a Colombia, sería reclutado por la guerrilla del ELN. “Si le digo a esta gente que no quiero estar en este grupo, estoy muerto”, son sus declaraciones recogidas por la cadena Deutsche Welle. Los demás, según documentos de la Oficina Federal de Migración y Refugiados a los que tuvo acceso Der Spiegel, alegan haber recibido amenazas o chantajes, y uno asegura que un familiar suyo fue asesinado por autores sin identificar.
Un país seguro
El motivo del amplio rechazo a las solicitudes de asilo se explica en que para Alemania, Colombia es un país relativamente seguro. Después del fin de la guerra sostenida por medio siglo con las FARC, en 2016, Berlín ya no considera que haya un conflicto que justifique brindar refugio a los colombianos. Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), publicado el mes pasado, revela, sin embargo, que Colombia (203.000) es el segundo país con más cantidad de solicitantes a los 38 países miembros de la entidad. Se encuentra solo por debajo de Venezuela (270.000), pero por encima de Siria y Afganistán. Las razones siguen siendo las mismas: la violencia provocada por grupos armados ilegales y la desigualdad económica.
El Gobierno alemán, liderado por el canciller socialdemócrata Olaf Scholz, ha hecho más estricta su política de bienvenida a los extranjeros, en gran parte por el avance del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) en las últimas elecciones europeas y regionales, empujado por su discurso antiinmigración. En agosto, las autoridades deportaron a 28 personas a Afganistán por primera vez desde que los talibanes tomaron el poder del país en 2021. La expulsión ocurrió poco después de un atentado yihadista con cuchillo en la ciudad de Mannheim, en el oeste del país. A su vez, ha suspendido los miles de solicitudes de asilo de ciudadanos sirios tras la caída del régimen de Bachar el Asad. Los colombianos están entre las 10 principales nacionalidades que piden refugio en Alemania.
El comisionado Stamp pidió a quienes quieren trabajar en Alemania hacerlo a través de la ley de inmigración de fuerza especializada, que simplifica el acceso al mercado laboral de aquellas personas cualificadas provenientes de Estados no miembros de la Unión Europea. “Somos optimistas y sabemos que con nuestro trabajo conjunto [con Colombia] vamos a poder manejar esta situación”, señaló en entrevista con El Tiempo. Pero advirtió: “En los círculos europeos ya se está hablando de tomar las mismas decisiones que el Reino Unido”.
El abogado experto en migración, Rodrigo Tannus, advierte de que hay una “posibilidad real de efecto dominó”: “Otros países pueden replicar la medida si se enfrentan a situaciones similares. Esto podría complicar la movilidad internacional de los colombianos y afectar la percepción global de su pasaporte”. Para prevenir tal escenario, Colombia firmó en septiembre una declaración de intenciones con Alemania para “evitar procedimientos de asilo sin perspectivas de éxito” y, por el contrario, fomentar “la migración científica, laboral y educativa”.
Alemania forma parte del espacio migratorio del tratado de Schengen, pero aún conserva la prerrogativa de introducir requisitos adicionales si considera que existen razones como un aumento en solicitudes de asilo infundadas o problemas de seguridad, explica Tannus. “Una decisión de este tipo podría generar tensiones diplomáticas y afectar las relaciones bilaterales. La medida no solo podría ser percibida como un retroceso en la política de cooperación, sino que también abriría el debate sobre el impacto de la migración en el equilibrio de derechos y obligaciones dentro del espacio Schengen”, agrega el jurista por mensaje de texto. En la práctica, Alemania y otros países europeos ya restringen la libre movilidad con controles fronterizos, justificándose en la “presión migratoria” y por el peligro del “terrorismo islamista”.
Mientras, el grupo de colombianos con orden de deportación lucha por seguir en Alemania. La estrategia de los dueños de la residencia geriátrica es buscar que se inscriban en programas de formación como especialistas en cuidados y como auxiliares, según la prensa local. El dueño del hogar para ancianos afirma que, de ser expulsados, tendría que cerrar el establecimiento, por la imposibilidad de encontrar sustitutos. La pugna en el municipio de Wilstedt, de apenas 2.000 habitantes y a una decena de kilómetros de la ciudad de Bremen, es el reflejo de un dilema con el que lidia Alemania, llamada a renovar su Parlamento en febrero.
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