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El Gobierno de Petro excluye a tres jefes del Clan del Golfo de la mesa de diálogo

Jobanis Ávila ‘Chiquito Malo’, el líder del grupo armado más grande de Colombia, queda por fuera de la negociación de un sometimiento a la justicia

supuestos integrantes del Clan del Golfo
Presuntos integrantes del Clan del Golfo en un comunicado difundido en TikTok en febrero de 2024.Gaitanistas 1948
Valentina Parada Lugo

Álvaro Jiménez, el jefe negociador del Gobierno de Gustavo Petro para la negociación con el Clan del Golfo, el grupo armado más grande de Colombia, ha confirmado este martes que tres de sus seis líderes fueron excluidos del proceso de diálogo. Uno de ellos es Jobanis de Jesús Ávila Villadiego, conocido como Javier o Chiquito Malo, el máximo jefe de ese grupo armado desde la captura y extradición de Dairo Antonio Úsuga, Otoniel. También salieron de la mesa José Gonzalo Sánchez, Gonzalito, y José Miguel Demoya, Chirimoya.

La resolución con la que se formalizó la decisión del Ejecutivo está fechada el pasado viernes, 27 de diciembre. En ella ratifica que los voceros autorizados son Orozman Orlando Osten Blanco, conocido como Rodrigo Flechas, Elkin Casarrubia Posada, El Cura, y Luis Armando Pérez Castañeda o Bruno. En diálogo con Caracol Radio, el negociador del Gobierno no respondió por qué fueron excluidos los tres integrantes. Solo dijo que la decisión “obedece al desarrollo de las competencias del presidente de la República” y, si bien habló sobre las órdenes de captura con pedido de extradición que tienen algunos de esos líderes, ni negó ni afirmó que ese fuera el motivo para que el máximo jefe del grupo narcotraficante quede por fuera del proceso.

Lo que Jiménez sí presentó es la posibilidad de que en 2025 el diálogo pase de la fase privada, que es la inicial, al escenario público, de tal forma que se conocerían las condiciones de la negociación y de un posible desarme. “Este año se adelantó una etapa de construcción de confianza que se viene desarrollando desde diciembre de 2023. Lo que se espera para el próximo año es que podamos pasar a la fase pública y, para hacer eso, estas tres personas que quedan en la mesa facilitan de la mejor manera la instalación del proceso”.

Chiquito Malo, el máximo líder del Clan, hizo parte del Bloque Bananero de los paramilitares de las extintas Autodefensas Unidas de Colombia o AUC, hasta su desmovilización en 2004. Una década después ya era conocido como uno de los principales miembros de los Urabeños, una de las designaciones del embrión del actual Clan del Golfo, que señala el primer fortín geográfico del grupo. El Gobierno estadounidense ha solicitado su extradición desde 2018, pero no ha sido detenido, como sí lo fue Otoniel en 2021. Entonces, Ávila ascendió a la comandancia.

Los otros dos excluidos, y los tres voceros restantes, provienen del paramilitarismo clásico, el que avanzó por Colombia a fuego y sangre con el cambio de siglo. Gonzalito fue comandante de la estructura Roberto Vargas Gutiérrez de las AUC, que hacía presencia en Antioquia, Córdoba y Sucre; Bruno y Chirimoya son reinsertados de las antiguas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC); Rodrigo Flechas militó hasta 2005 en el Bloque Centauros que operó en los Llanos Orientales; y Casarrubia, quien también es conocido como el Cura o Joaquín, pasó por los bloques Bananero, Centauros y Calima. Mientras negocien con el Gobierno, todos tendrán inmunidad jurídica.

Las AUC entregaron las armas en 2006 tras firmar un acuerdo con el Gobierno. Sin embargo, muchos de ellos se rearmaron poco después y formaron nuevos grupos armados; entre ellos, el que nació como los Urabeños, luego se transformó en el Clan del Golfo, y se designa a sí mismo como Ejército Gaitanista de Colombia. Con alrededor 9.000 hombres en armas, tiene presencia particularmente notoria en el norte del país, tanto en la región Caribe como en algunas zonas del norte de Antioquia o de Santander. Se trata de la misma zona en la que las AUC tuvieron el mayor control.

Un grafiti de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia en Unguía, en el departamento de Chocó, en abril de 2023.
Un grafiti de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia en Unguía, en el departamento de Chocó, en abril de 2023. Mauricio Dueñas Castañeda (EFE)

En contraste con la guerrilla del ELN o las disidencias de las extintas FARC, el Estado no le reconoce a este grupo un estatus político basado en un ideario de larga data. Lo ve como una organización exclusivamente criminal y narcotraficante, sin motivaciones ideológicas, algo que ha buscado revertir el Clan con su nueva designación y sus alegatos de tener una ideología vinculada a la del asesinado líder liberal Jorge Eliécer Gaitán. Eso ha dificultado el levantamiento de órdenes de captura contra sus líderes y ha limitado la posibilidad de ilusionarse con beneficios judiciales, como no ser extraditados a Estados Unidos. Es decir, los incentivos de sus líderes para negociar son más bajos que para los grupos a los que se les reconoce un carácter político.

Aunque al interior de esa estructura armada hay tensiones, son poco conocidas. Desde que Chiquito Malo asumió la jefatura, han sido asesinados al menos ocho líderes regionales de alto perfil que no seguirían su línea. Fuentes cercanas al proceso de diálogo aseguran que dos de los líderes que continuarán negociando con el Gobierno, Casarrubia y Pérez Castañeda, tienen diferencias notorias con Ávila, por lo que su exclusión de la mesa puede generar rupturas más definitivas en el grupo, como ya ha ocurrido con las negociaciones paralelas con el ELN y las disidencias de la Segunda Marquetalia y el Estado Mayor Central.

Las diferencias entre el Gobierno y la fracción del Clan del Golfo que dirige Chiquito Malo han sido notorias. A través de una cuenta de X, el autodenominado Ejército Gaitanista de Colombia ha desmentido públicamente al comisionado de Paz, Otty Patiño. “Comisionado, no debe caer en el juego de los enemigos de la paz que han incrementado su estrategia de difundir rumores falsos con el fin de desacreditar a una de las partes, y restarle oxígeno y aceptación entre la sociedad colombiana”, escribieron en un comunicado en septiembre pasado. Un mes después, en octubre, cuestionó nuevamente al encargado de toda la política de paz total del Gobierno. “El Consejero Comisionado Otty Patiño lamentó la muerte de Alias Hermes, de la segunda Marquetalia, ¿también lamentará la muerte de nuestros combatientes en Pocitos-San Francisco? ¿O solo le duele la muerte de la guerrilla?”, dice el trino.

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Valentina Parada Lugo
Periodista de EL PAÍS en Colombia y estudiante de la maestría en Estudios Políticos de la Universidad Nacional. Trabajó en El Espectador en la Unidad Investigativa y en las secciones de paz y política. Ganadora del Premio Simón Bolívar en 2019 y 2022.
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