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Bogotá volverá al racionamiento diario de agua si en nueve días no se recuperan las reservas en Chingaza

Las autoridades avanzan en dos frentes para preparar a la ciudad ante la temporada seca de 2025: el Gobierno con mayores cobros en la factura y la Alcaldía con mejoras en la infraestructura

Parque Nacional Natural Chingaza racionamiento agua Bogotá
Bajos niveles de agua en el embalse de Chuza, en el parque nacional natural Chingaza, el 16 de abril del 2024.NATHALIA ANGARITA
Ana Puentes

Bogotá tiene poco más de una semana para evitar volver a un racionamiento diario, como el que funcionó entre abril y junio. Así lo ha anunciado el alcalde Carlos Fernando Galán este jueves desde la planta de tratamiento de Tibitoc, al norte de la ciudad. “Si el 21 de septiembre no cambia la tendencia en el Sistema Chingaza [que provee el 70% del agua a Bogotá y 11 municipios], tendremos que avanzar en una restricción mayor”, ha asegurado Galán. Actualmente, cada día de por medio una de las nueve zonas en las que se ha dividido la ciudad tiene un corte de 24 horas. El 21 de septiembre, cuando todas las zonas sumen 14 cortes, el Distrito y la Empresa de Acueducto de Bogotá revisarán cuánta agua tiene almacenada el sistema Chingaza para decidir si mantienen el actual esquema de racionamiento cada 18 días, o regresan al que estuvo vigente entre abril y junio, con restricciones cada 9 días.

La advertencia de la Alcaldía llega unos días después de que el Gobierno nacional anunciara sus planes frente al riesgo de desabastecimiento de agua en Bogotá para inicios de 2025. El Distrito y el Acueducto están a la espera de que la Comisión de Regulación de Agua Potable (CRA), una entidad nacional, publique la resolución en la que avala las nuevas medidas. Las autoridades nacionales han anticipado que incluirán unos nuevos topes de consumo a partir de los cuales se podrán imponer multas por gasto excesivo y que también se aplicarán esos cobros a los comercios e industrias. Mientras tanto, el Distrito se propone mejorar la infraestructura del llamado Sistema Norte al que pertenece Tibitoc y que provee el 25% del agua de la urbe, para reducir la presión sobre Chingaza.

El alcalde ha explicado que este año se ha tratado de reducir la presión de Chingaza aumentando el mayor caudal que puede tratar Tibitoc de los 4,3 metros cúbicos por segundo en 2023, a 7,4. Hoy el Acueducto avanza en nuevas obras de optimización de esa planta, que tienen un avance del 82%, y de su modernización, que van en un 70%. El resultado, anticipa, es que a mediados de 2025 pueda tratar 10,5 metros cúbicos por segundo. A la par, Bogotá trabaja para que la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, la autoridad ambiental de la cuenca del río Bogotá al norte de la ciudad, le autorice a usar ese mayor caudal.

Pese a la crisis hídrica y los esquemas de racionamiento que han regido, hoy los bogotanos pueden gastar el agua que quieran. Lo que varía es el costo. Los hogares pagan un valor básico de hasta un gasto mensual de 22 metros cúbicos de agua. La nueva medida será reducir ese techo, de forma variable según el estrato, la clasificación de las condiciones de las residencias que se usa en todo el país para determinar quién recibe subsidios en sus facturas de servicios públicos, y quien paga una contribución adicional para alimentar esas ayudas. En las nuevas reglas, ese consumo básico bajará a 12 metros cúbicos por segundo para los estratos 1 a 4, mientras que en los estratos 5 y 6 será de tan solo 9 metros cúbicos por segundo. A partir de esos topes, tendrían que pagar el doble por cada metro cúbico.

El Gobierno decidió así apretar el cinturón de los bogotanos para presionarlos y conseguir que la capital llegue a fin de año con reservas suficientes para enfrentar la temporada seca de 2025. Es la misma meta de este año, que se fijó en abril, cuando el sistema Chingaza solo tenía el 15,04% del agua que puede almacenar. El objetivo de reducir el consumo promedio de 18 metros cúbicos por segundo a menos de 15 metros cúbicos solo se logró en días de puente festivo, recuerda el consultor en recursos hídricos Diego Restrepo. Además, unos 26.330 usuarios, la mayoría de estratos 2 y 3, excedieron los topes de 22 metros cúbicos mensuales, de acuerdo con el Acueducto. Y el sistema Chingaza apenas ha llegado a topes de entre el 38 y el 44% de su capacidad, cuando la meta era llegar a diciembre con el 75%.

El panorama ha empeorado con el agosto más seco de los últimos 55 años. Por eso, si el ritmo de consumo se mantiene, el Sistema cerraría el año en apenas un 22%, ha explicado la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, a la prensa este martes. “No hay capacidad para garantizar que las reservas sean suficientes para sobrepasar la temporada seca”, afirmó Muhamad. Agregó que se requiere una disminución del consumo de tres metros cúbicos por segundo —justamente lo que lograría adicionar Tibitoc a mediados de 2025— para que haya suficiente líquido para cubrir la demanda de entre enero y abril de 2025.

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La gerente del Acueducto, Natasha Avendaño, ha celebrado la decisión de la CRA de revisar los umbrales, aunque admite que no conoce cómo se fijaron los valores. “No conocemos el documento de soporte ni el proyecto de resolución para comentarios. Lo más responsables es verlos para conocer los topes y cuál va a ser el mecanismo para implementar la medida”, ha asegurado a este diario.

Ruth Quevedo, directora de la CRA, explicó en Noticias Caracol que los umbrales serán distintos por estratos porque su consumo es diferente. “Los estratos 5 y 6 consumen en promedio más que el estrato 1 al 4, pero tienen menos cantidad de personas en los hogares. Por eso la medida debe ser diferente. Los estratos 1 al 4 tienen más personas en el hogar, pero han hecho un esfuerzo mayor por reducción”, argumentó.

Para Restrepo, también consultor en desarrollo sostenible y cambio climático, la reducción es un acierto. “Uno se pregunta por qué estas medidas no se tomaron antes. 22 metros cúbicos por segundo mensuales es mucha agua, y por eso dudé que con ese tope se consiguiera la meta. Los nuevos topes son razonables, pero incluso podrían ser más restrictivos”, asegura el experto, quien también cuestiona que se hayan relajado los racionamientos en junio. Aunque reconoce que las decisiones se toman a partir de criterios técnicos y operativos complejos, señala a la Alcaldía y el Acueducto de dar “mensajes ambiguos”, que llevaron a los ciudadanos a pensar que todo estaba bajo control y a bajar la guardia.

Otros expertos, sin embargo, ven con reserva la medida anunciada. “No creo que sea lo apropiado”, dice Andrés Vargas, director de la maestría en Hidrosistemas de la Universidad Javeriana. Argumenta que no consideran cuántas personas hay por hogar ni cuánto pueden ahorrar realmente. Considera que se debería revisar caso a caso. “El tope podría ser el consumo de cada vivienda. Se podría revisar el gasto por hogar y establecer el porcentaje que puede ahorrar. Si no reduce, se impone la multa”, afirma, aunque acepta que esto requeriría un gran esfuerzo técnico.

De momento, el Acueducto ha detectado que las localidades de Ciudad Bolívar, Usme y Usaquén son las que menos han ahorrado. Pero su gerente no ve una correlación con el mayor tamaño de los hogares. Ciudad Bolívar y Usme tienen una media de 3,1 personas por hogar mientras Chapinero, una de las más ahorradoras, tiene 2,2. Tampoco afirma que haya una relación con los niveles de conciencia de la población. “No tenemos explicación. El asunto es que el ahorro debe ser un compromiso de todos”, afirma Avendaño.

Vargas explica que la infraestructura y los desincentivos al consumo son clave para superar la crisis, pero el Distrito no puede perder de vista la gestión del agua que hay. Señala que la Alcaldía y el Acueducto pueden buscar medidas adicionales. Para Restrepo, deben hacer controles reales que eviten que algunos evadan el racionamiento llenando sus tanques de agua los días sin cortes, y también incentivos económicos positivos para quienes implementen estrategias de ahorro de agua. Vargas coincide, y añade que es necesario iniciar proyectos que permitan el reuso de agua, así como mayores controles al consumo de agua por parte de comercios e industrias.

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