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GOBIERNO DE COLOMBIA
Columna
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La oposición técnica

En los dos años del gobierno de Gustavo Petro, desde todos los sectores se ha descubierto una nobleza de espíritu, técnica y profesional que da esperanza para lo que viene

El presidente Gustavo Petro, durante la ceremonia militar  del 09 de julio de 2024.
El presidente Gustavo Petro, durante la ceremonia militar del 09 de julio de 2024.Sebastian Barros (Getty Images)

Hemos redescubierto a los abogados. En la actualidad los vemos como fieros defensores de la arquitectura institucional del país. Ellos conocen las columnas estructurales del edificio colombiano y la capacidad de aguante contra los sismos, cada tuerca y cada tornillo, cada artículo y cada inciso.

Los abogados se han empleado a fondo para enfrentar a un gobierno destructor como el actual. Nos preguntábamos quién tenía los planos de Colombia; les hemos pedido que los saquen y los revisen, y, por sobre todo, les hemos rogado que refuercen todo, de los cimientos para arriba. No vaya y sea que el señor Petro termine siendo exitoso en tumbar una columna clave y se nos venga abajo el edificio, con todos nosotros adentro.

Los demandantes de normas como la nociva tributaria de 2022, el abuso contra la CREG, el nuevo Código Electoral, la creación del Ministerio de la Igualdad, entre muchas otras, han hecho un gran servicio al país. Los magistrados de las altas cortes, los consejeros de Estado, los magistrados investigadores del Consejo Nacional Electoral que en su momento optaron por la seriedad y el rigor en sus fallos, y por ponerse del lado de la institucionalidad, en lugar de optar por la genuflexión al gobierno, han sido héroes para recordar por muchas décadas. El criterio, el carácter y el tesón de cientos de abogados los ha convertido en la primera línea de defensa del país.

Otro contingente que ha revelado también un poder eficaz de defensa y ataque son los periodistas y editorialistas. No pasa un día en el que no aprendamos algo, bien sea de información o de análisis, tanto en la prensa escrita, la radio, la TV, las redes sociales, o que nos llega a través de chats de expertos o amigos. Desde los formatos más sesudos de textos técnicos, hasta los memes más divertidos o dolorosos. Mucha gente buena y sabia nos asiste en la labor de revelar equivocaciones, escándalos, corrupciones o componendas. Quitan el velo a las palabras melifluas del régimen detrás de las que se esconden intenciones de destruir y socavar. Bravo por los bravos de los medios y los comentaristas.

Los ingenieros, los médicos, los financieros, los economistas y profesionales de muchas ramas son normalmente técnicos de números, ecuaciones, gráficas, modelos matemáticos, argumentos difíciles para los legos, sobre problemas críticos como la construcción de carreteras, las concesiones, la explotación minera, la oferta de gas, la regla fiscal, la ejecución del presupuesto, en avance del PIB, los impuestos y la eficiencia de la economía, la sostenibilidad de los sistemas de salud y pensiones, la atención de los enfermos y la remuneración de los doctores, el costo de los medicamentos, los electrones y las moléculas de hidrocarburos, en fin.

En cada uno de esos campos han surgido defensores aguerridos que han firmado cartas al presidente y sus ministros, o comunicados para evitar que las declaraciones simplonas y altisonantes del jefe de estado y sus activistas elevados a cargos de alto nivel acaben con todo.

Los exministros de salud firmaron cartas sesudas; los médicos también; las asociaciones de profesionales del petróleo han hecho lo propio y nos han advertido qué puede pasar si sigue la agresividad contra los hidrocarburos; los expertos en minería han defendido contra la moda del anti-extractivismo, una cepa intelectual que posa de iluminada pero no entiende de qué están hechas sus casas, sus carros y sus computadores, las tuberías que les llevan agua, y los cables que les llevan luz, o las torres de transmisión por las que se viajan los trinos anti-minería. Así sucesivamente, los expertos, profesores y exfuncionarios han salido al ruedo con pedagogía y en defensa de lo público, la institucionalidad, y el fuero privado, como en el caso de las inversiones forzosas a los ahorros en los bancos.

Los expertos de todas las profesiones han estado a la altura al reconocer que, además de sus ecuaciones, deben participar en el debate público, enseñarnos que sí hay un orden esencial en cada sector de la economía, y que es crucial un rigor y un diseño técnico y científico para que haya agua, luz, gas, buses, aviones, clases, camas, combustibles líquidos, leche y pan.

No será por las ideas a medio cocinar del gobierno que vamos a reemplazar décadas de diseño técnico, que sustentan todo lo que vemos, lo que se produce y se consume, lo que se vende en los mercados y lo que necesitamos cada día.

Hay que darle crédito también a la oposición política, tanto a la abierta como la soterrada. Hay mucha política útil, tanto en el discurso contestatario en el congreso, como en la marrulla del quórum y en los vicios de trámite de las leyes. El congreso y muchos partidos han sabido arrastrar los pies para neutralizar mucha cosa mala que se quería aprobar. Llámenla técnica legislativa. También allí se ha defendido lo que hay que defender.

Claro está, ha habido mucho oportunismo, alcahuetería, genuflexión y aprovechamiento del poder del gobierno por mucha gente que se ha plegado y justificado, entendiendo o no para donde iba realmente la dirección del Estado. Aún hay personas que dan crédito a una nueva constitución; debaten si Petro debe o no ser reelecto. A eso han llegado.

Cuál ha sido el papel de las Fuerzas Armadas en la defensa técnica de la institucionalidad. Han sido avasalladas de distintas maneras. Con estoicismo se han aferrado a su filosofía civilista, sus protocolos de jerarquía, obediencia debida y respeto democrático. Así debe ser. Muchos de ellos deben maldecir pasito y contar los días. Pero duele hasta los tuétanos ver los mapas de avance de las guerrillas, los paramilitares y los criminales, copando municipio tras municipio. Arrancando niños y niñas de las manos de sus padres campesinos, esclavizándolos, poniendo un fusil en sus hombros, enseñándoles a odiar y a matar, en una vereda tras otra. Cuándo va a parar eso. Cuándo vamos a retomar el país.

De eso saben los militares. Pero política y jurídicamente mente los han maniatado, para darle rienda suelta a maleantes de todas las pelambres. No estamos haciendo la tarea en la seguridad. La inmovilidad militar cuesta y costará mucho a Colombia. Es tal vez el frente en que el señor Petro y los suyos nos han ganado la batalla.

En suma, en estos dos años se ha descubierto una nobleza de espíritu, técnica y profesional que da esperanza para lo que viene. Miles de personas han librado batallas en defensa de lo que hay que defender, y lo que se debe conservar, similares a las de la selección de fútbol en el partido contra Uruguay, con minoría numérica y frente a un oponente avasallador.

El actual gobierno resulta un laboratorio intenso de defensa conjunta de la política pública. Es mucho lo que los expertos han hecho escribiendo artículos de prensa, enviando cartas, demandando normas y escribiendo fallos. Eso se ha hecho con relativa eficacia, para desagrado del gobierno.

Vienen aun cientos de batallas, en las que nos enteraremos de qué es Colombia y qué quedará de ella cuando pase este gobierno.

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