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Emma Reyes, la heroína improbable de las artes colombianas

Reivindicada recientemente por sus cartas en las que contaba lo dura que fue su niñez en la pobreza en Colombia, esta artista que fue conocida en Europa aún no ha expuesto sus obras en su país natal

Emma Reyes en una imagen de archivo.
Emma Reyes en una imagen de archivo.ASOCIACIÓN EMMA REYES
Camila Osorio

“Mi país me ha olvidado, il a rien a foutre de moi (a nadie le importo)”, le dijo hace más de 25 años Emma Reyes (1919-2003), una talentosa artista colombiana, a su adolescente sobrina-nieta llamada Prune Perromat. Poco después, Emma Reyes falleció en Francia a sus 84 años, en 2003, convencida de que su nombre no pasaría a los grandes libros de la historia colombiana. Murió sin saber que, una década después de su partida, un libro suyo, una compilación de cartas que envió a un amigo, se convertiría en un best seller en Colombia. “Al leer el libro yo lloré y pensé: Emma, has vuelto”, cuenta Perromat.

Emma Reyes fue conocida en Europa como artista y en Colombia, póstumamente, como escritora. Memorias por correspondencia, su libro éxito de ventas, fue publicado por primera vez en abril del 2012 por Laguna, una editorial independiente que valientemente ha rescatado autores olvidados por la literatura colombiana. Memorias por correspondencia reúne 23 cartas autobiográficas que Emma Reyes le escribió a un amigo, el historiador Germán Arciniegas, entre 1969 y 1997, contando la tragedia de su infancia. Las cartas describen cómo Reyes nació en la pobreza absoluta, abandonada por su padre, víctima de la violencia de su madre soltera, y también de un grupo de monjas; y cómo valientemente se fue del convento y del país como adolescente para encontrar un mejor futuro en Sudamérica y luego Europa.

Así, la pintora desconocida entró a la Historia colombiana, con mayúscula, porque la vida de Emma Reyes es la historia improbable, es la excepción de la estadística: la niña analfabeta, con el mundo en contra, que termina siendo amiga de Diego Rivera y Jean Paul Sartre. La editorial Laguna va por su octava edición del libro, y éste ha sido traducido al alemán, francés, chino, griego, portugués, turco, polaco e italiano, entre otros. Incluso hay una serie de televisión colombiana que va en su segunda temporada sobre la artista. “La vida de Emma Reyes fue muy dura, pero ella es una mujer de mucho coraje que convirtió la tragedia en un canto a la vida”, dice Alberto Quiroga, quien ha sido guionista de la serie.

Sin embargo, Emma Reyes no quería ser recordada como escritora. “Siempre ambicioné ser la mejor pintora de América Latina”, dijo en una entrevista publicada en 1999. En Colombia, algunos museos tienen cuadros de Reyes, pero no se ha hecho aún la primera retrospectiva de toda su obra en su país. Pocos saben que la de las cartas fue una reconocida pintora. En marzo del 2022, hubo una retrospectiva de toda su obra a las afueras de París que la recordaba como “la Georgia O’Keeffe de América Latina”.

Influenciada por el muralismo mexicano, el abstraccionismo y el surrealismo, los cuadros de Reyes evocan muchas veces figuras humanas que se fusionan con figuras de la naturaleza. Dios Vegetal, de 1959, es el perfil casi cúbico de una deidad verde. “Su pintura, marcada por un colorido realismo mágico, oscila entre la figuración y la abstracción: el hombre está presente en conexión con la abundante naturaleza de su país de origen”, dice la curaduría de la retrospectiva. “Su vínculo con la Colombia de su nacimiento atraviesa toda su obra”, añaden. Árboles con hojas doradas, campesinos descansando bajo sus sombreros redondos, ojos enigmáticos en figuras geométricas. Emma Reyes era multicolor y monocromática, una artista difícil de definir porque tiene una obra en la que no le tuvo miedo a experimentar con las formas y los materiales. Y es que Reyes fue eso toda su vida, una artista sin miedo a escapar del convento o a hacerse un espacio entre los grandes pintores hombres, y sobre todo: sin miedo a reclamar su justo lugar en la historia.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.
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