El sistema de salud ya se jodió
El hecho cierto es que el sistema de salud ya colapsó. No importa si la reforma no pasa en el Senado, porque para entonces las EPS ya no tendrán el músculo para moverse
El proyecto de reforma a la salud del Gobierno del presidente Gustavo Petro ha sido una de las iniciativas más conflictivas en la historia de las leyes de Colombia, principiando porque es una ley estatutaria y no una ordinaria como el Ejecutivo la calificó. La salud es un derecho fundamental, y el Gobierno hizo caso omiso de esa característica, por lo que la Corte, si resultare aprobada por el Congreso, la declarará inexequible. Las diferencias entre contradictores y defensores es del cielo a la tierra. Por su parte, el presidente Petro ya dijo que, si la Corte la tumba, la vuelve a radicar; y si la vuelve a tumbar, la vuelve a radicar atendiendo los reparos del alto tribunal.
Claro está que el proceso de su aprobación va por la mitad del camino. Le falta transitar su paso por el Senado, que será tortuoso si tenemos en cuenta que su presidente, Iván Name, ya señaló que su discusión será minuciosa y responsable. Por consiguiente, será larga. El debate comenzará el 15 de febrero y el país estará pendiente del transcurso de sus deliberaciones. Todo depende del comportamiento de 50 senadores. El presidente de los conservadores advirtió que la orden era votarlo negativamente. Falta precisar el proceder de los liberales, los verdes y los de La U. El Centro Democrático y Cambio Radical son oposición y la votan en contra. La califican de fatal.
El único consenso que la iniciativa ha tenido en año y medio de discusiones interminables y acaloradas es que se necesita una reforma a la salud, solo que quienes defienden el proyecto gubernamental consideran que el actual es un sistema fallido, y quienes la contradicen aseguran que es exitoso y eficiente. Que es uno de los mejores del mundo, aunque haya que reconocer la necesidad de mejorar su cubrimiento.
Mientras tanto, la columna vertebral del sistema, las entidades promotoras de salud (EPS), se están quedando sin oxígeno (inestabilidad financiera) y, como lo advirtió hace rato el presidente: si no hay reforma, las EPS se quiebran solitas. Las EPS se acaban por sí mismas porque es un modelo económico. En efecto, han sufrido desfinanciamiento preponderante. La EPS Sura ya manifestó que no comercializaba su plan complementario de modalidad familiar o colectivo a partir del 1 de enero de 2024. La empresa ofrecerá nuevas alternativas de aseguramiento para quienes estén interesados en servicios complementarios de salud.
Idéntica decisión irán tomando las demás EPS. Eso en plata blanca quiere decir que ante la imposibilidad de recibir el apoyo financiero del Estado, las EPS sacaron la mano. El ajuste de la unidad de pago por capitación (UPC) por debajo de las necesidades de capitación es el final de la película. No podrán prestar el servicio que han dispensado hasta ahora. El ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, no acepta; considera que el Gobierno ha cumplido todas sus obligaciones y que ha ido más allá que varios de sus antecesores.
El hecho cierto, aunque no se reconozca, es que el sistema ya colapsó. No importa si la reforma no pasa en el Senado, porque para entonces las EPS tal y como funcionaron hasta 2024 ya no tendrán el músculo para moverse. Contribuye al despelote la interinidad en el Invima que ya cumple año y medio. A una persona respetable, el doctor Germán Velásquez, cuyo nombramiento fue anunciado por el presidente a través de X en octubre, lo dejaron colgado de la brocha. El represamiento en los trámites que viene de 2017 supera los 20.000, y el desabastecimiento de medicamentos es muy preocupante. Los expertos consideran que lo que afecta al instituto es su atraso en la innovación, ejecución y eficiencia en comparación con otras agencias regulatorias en el mundo.
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