Alex Char se enfrenta a una narrativa del ‘milagro’ de Barranquilla que pierde brillo
En su tercer periodo, el alcalde afronta las dudas sobre las finanzas públicas de una ciudad que acaba de perder la anhelada sede de los Juegos Panamericanos
Alejandro Char arrasó en las elecciones de octubre, madrugó a posesionarse por tercera ocasión como alcalde de Barranquilla y derrocha sintonía con el nuevo gobernador del Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa, la misma pareja que se impuso en los comicios del 2015. Junior se coronó campeón del fútbol colombiano y el alcalde es el encargado de anunciar los refuerzos para la Copa Libertadores que se avecina, mientras la capital departamental inaugura flamantes monumentos. Algunas señales apuntan en este 2024 que apenas arranca a una reedición de los viejos tiempos para la familia Char, que domina la política, los negocios y el fútbol barranquilleros. Pero oscuros nubarrones se interponen en ese horizonte. La principal ciudad del Caribe acaba de perder la anhelada sede de los Juegos Panamericanos del 2027 en medio de crecientes dudas sobre la salud de sus finanzas.
La hegemonía regional de los Char se encamina a cumplir 20 años para cuando Alex, como todos los conocen, acabe su tercer periodo. Se ufana de haberle cambiado la cara a Barranquilla en los dos anteriores, en los que construyó colegios, hospitales y parques; albergó los Juegos Centroamericanos y del Caribe del 2018 y levantó estadios de básquet, fútbol y beisbol. Una infraestructura deportiva envidiable. El presupuesto pasó de 550.000 millones de pesos en 2007, cuando fue elegido por primera vez, a 4,2 billones de pesos (algo más de mil millones de dólares). Acabó su segundo periodo con una aprobación del 95%, aceitada por un gasto publicitario “desorbitado” que ayuda a silenciar a la prensa crítica, de acuerdo con la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip). Incluso se ha dado el lujo de instalar a sus sucesores, Elsa Noguera (2012-2015) y Jaime Pumarejo (2020-2023).
De regreso a su fortín regional, Alex Char obtuvo un apabullante 73% de los votos en las elecciones del 29 de octubre, a pesar de los escándalos que lo salpican a él y a su familia. Su popularidad resistió incluso la captura de su hermano Arturo, el expresidente del Congreso aprehendido tan pronto regresó al país por el caso de Aida Merlano. La primera excongresista condenada por compra de votos ha señalado a las familias Char y Gerlein como los grandes cerebros de la corrupción electoral en el Atlántico. “Ese teflón tan grande está relacionado con la narrativa del milagro barranquillero que han logrado establecer en el imaginario colectivo”, decía en una entrevista con este periódico Laura Ardila, la autora del libro La Costa Nostra, la historia no autorizada de los Char. Pero el modelo ha perdido brillo.
Los Char, que se acostumbraron a tener bancada propia en el Congreso y cuotas en los gabinetes de Juan Manuel Santos (2010-2018) e Iván Duque (2018-2022), por primera vez están en abierta oposición al presidente. Gustavo Petro ha sido un crítico feroz de ese grupo político y económico. Y esa tensión ha quedado en evidencia con el episodio de los Juegos Panamericanos. La organización le retiró la sede a Barranquilla ante el incumplimiento de los pagos que le correspondían al Gobierno nacional, según se conoció este miércoles. Con la noticia, el alcalde pierde una oportunidad para promocionar su gestión, como lo hizo con los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 2018. El propio Char declaró, en tono conciliador, que la Presidencia lo había contactado para expresarle la voluntad de superar el impasse: “No perdamos la esperanza, el presidente está muy interesado, me lo mandó a decir, en sacarlo adelante”.
Al traspiés de los Panamericanos se suma la preocupación por la sostenibilidad de las finanzas de la ciudad. La de Barranquilla es una “prosperidad al debe”, como han advertido varios economistas desde hace un par de años ante el aumento de su deuda pública. El endeudamiento ha pasado de medio billón de pesos en 2008 a 2,7 billones de pesos en 2022, según las cifras que la Alcaldía le reportó al Ministerio de Hacienda.
Alex Char anticipó su posesión para el pasado 29 de diciembre. Lo hizo en el popular barrio Rebolo para escenificar su nueva gran apuesta, el malecón del suroriente, de unos 35.000 metros cuadrados, que vendrá a sumarse al Gran Malecón, una de las megaobras emblemáticas que se levantó más al norte. El gran ausente fue Jaime Pumarejo, al que su sucesor tampoco mencionó en su discurso –en el que sí mencionó la llegada al Junior del centrocampista Víctor Cantillo–. Aunque ninguno de los dos políticos se ha referido públicamente a algún tipo de desencuentro, se especula que el alto nivel de endeudamiento los ha distanciado.
Pumarejo acabó su periodo como el mandatario mejor evaluado entre las grandes capitales –con 60% de aprobación según Invamer–, pero también en medio de dudas sobre la salud de las finanzas de Barranquilla. Las quejas de los trabajadores de los escenarios deportivos –de los que Char suele enorgullecerse– y del operador del Centro de Bienestar Animal por falta de pago, así como la suspensión del servicio de energía en cuatro escuelas públicas, dejaron en evidencia problemas financieros en el cierre de su periodo, registraba la semana pasada La Contratopedia Caribe. “Esos tres hechos se suman al tsunami ciudadano que desató el alza en los impuestos de alumbrado público e industria y comercio”, apuntó el medio en una nota editorial. Tanto la sostenibilidad a mediano plazo de la deuda como la liquidez del Distrito, advertía, son un tema de debate recurrente. Uno que encarará un alcalde popular justo cuando la economía colombiana pasa por un momento difícil.
Las sedes perdidas: Mundial, Panamericanos y Fórmula 1
A Barranquilla se le escurrió entre los dedos la sede de los Juegos Panamericanos, y el episodio ha hecho recordar que Colombia ya había renunciado a albergar un Mundial de Fútbol. Como una curiosidad histórica, Fuad Char, el patriarca de la familia del alcalde, Alex Char, incursionó en la política en 1984 como gobernador del Atlántico. Desde ese cargo inauguró el estadio Metropolitano, que además de acoger al Junior de su propiedad es la casa de la selección nacional. Fue construido justamente para la Copa del Mundo de 1986, que originalmente fue asignada a Colombia pero el Gobierno de Belisario Betancur (1982-1986) rechazó a última hora. El certamen acabó en México. El ahora exalcalde Jaime Pumarejo también postuló a Barranquilla como sede de una carrera de Fórmula 1, pero no pudo concretar ese propósito.
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