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Alex Char se repliega a su fortín de Barranquilla

El popular exalcalde saborea su regreso a la Alcaldía de la mayor urbe del Caribe. Ni siquiera la captura de su hermano Arturo ha mermado el amplio favoritismo de los Char

Alex Char en Bogotá (Colombia), el 26 de enero de 2022.
Alex Char en Bogotá (Colombia), el 26 de enero de 2022.Sebastián Barros (Getty Images)
Santiago Torrado

“Alex, alcalde”, sin apellido, es todo lo que dicen sus vallas. Alejandro Char no necesita darse a conocer. El popular exgobernante de Barranquilla, que busca ser elegido por tercera ocasión, ha esquivado los debates y no ha concedido entrevistas, como acostumbra. Ese silencio contrasta con las redes sociales, donde publica emotivos videos en los que reivindica sus logros al frente de la gran metrópoli del Caribe. Es una estrategia similar a la del año pasado en su fallida aspiración presidencial dentro de la coalición de derechas, el llamado Equipo por Colombia, pero los resultados se anticipan diametralmente opuestos. Alex, como todos lo conocen, el desparpajado ingeniero de las cachuchas raídas y los zapatos deportivos, se encamina a arrasar en las urnas a pesar de los escándalos que salpican a su familia y mantienen en la cárcel a su hermano Arturo.

El desenlace de los comicios es conocido de antemano. “Si nada extraordinario ocurre, Alex Char ganará la Alcaldía sin abrir la boca, sin ir a un debate, sin presentar una sola propuesta y sin conceder una sola entrevista a medios que no estén bajo su visera”, escribía ya desde julio el catedrático Alfredo Sabbagh en una columna que El Heraldo, el periódico local donde escribió por 13 años, decidió no publicar. Sabbagh calificaba de intocable al exalcalde. “En buena parte del país miran con asombro cómo se lanza nuevamente alguien con tantos señalamientos, descaradamente protegido por los organismos de control, con una capacidad discursiva casi nula, laminita de mostrar de un grupo económico y político con muchos rabos de paja”, le criticaba.

Aunque sí que ocurrió un hecho extraordinario en plena campaña. El otro hermano metido en política, Arturo Char, que llegó a presidir el Congreso antes de caer en desgracia, fue capturado a comienzos de septiembre en Barranquilla tan pronto regresó al país, un día después de que la Corte Suprema había emitido una orden internacional en su contra por el caso de la excongresista Aida Merlano, la primera condenada en Colombia por compra de votos. Ella también acusa a Alex, con quien sostuvo un romance extramatrimonial, de ser su cómplice tanto en la trama de compra de votos como en su cinematográfica fuga de la cárcel en 2019. Los Char ya no son intocables, pero eso no descarriló la candidatura de Alex.

El teflón, por ahora, resiste. La hegemonía de los Char, que ya cumple casi 16 años, ha tenido logros palpables que reconocen incluso sus críticos. Barranquilla ya no es ‘La Arenosa’, el apodo que se ganó por sus calles destapadas y polvorientas. En sus dos periodos, de 2008 a 2011 y de 2016 a 2019, Alex pavimentó los barrios populares, construyó colegios, hospitales, parques y canalizó varios arroyos. La ciudad dejó de darle la espalda al río, con nuevos símbolos como el Gran Malecón, y levantó estadios de básquet, fútbol y beisbol. El presupuesto de la cuarta ciudad de Colombia ha pasado de 550.000 millones de pesos en 2007 (unos 275.000 millones de dólares de la época) cuando fue elegido por primera vez, a 4,2 billones de pesos (algo más de 1.000 millones de dólares). En ambas ocasiones ha dejado instalados a sus sucesores, Elsa Noguera y el alcalde saliente, Jaime Pumarejo.

Ingeniero civil de la Universidad del Norte, Alex es el delfín más sobresaliente del clan Char, como se conoce a la familia de ascendencia siria que domina los negocios, la política y el fútbol barranquilleros. Son dueños del emporio de supermercados y droguerías Olímpica, además de la cadena radial del mismo nombre, el banco Serfinanza y también del Junior, la gran pasión de la ciudad. Cuando Alex llegó a la Alcaldía por primera vez –todavía sin gorra–, el equipo tiburón estaba hundido. A semejanza de Mauricio Macri en Argentina o Silvio Berlusconi en Italia, se apalancó en la popularidad del club. En su discurso de posesión, anunció la llegada de Giovanni Hernández, un talentoso diez apodado en su día “el niño del millón de dólares”. Desde entonces, acostumbró a los barranquilleros a que cada vez que el equipo tiburón rompe el mercado de la liga colombiana, él es el encargado de hacer el anuncio.

Alex se dio el lujo de acabar su segundo periodo con una aprobación por encima del 95%, aceitada también por un gasto publicitario “desorbitado” que ayuda a silenciar a la prensa crítica, de acuerdo con la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip). El modelo, sin embargo, ha perdido lustre. Además de la inseguridad, las denuncias de coimas y los cuestionamientos a los métodos de contratación de las megaobras en Barranquilla, concentradas en cuatro grandes contratistas, entre ellos los hermanos Daes, la deuda pública se ha disparado. Es lo que Jairo Parada, economista de la Universidad del Norte, llama desde 2016 “prosperidad al debe”.

A pesar de todo, Alex cabalga todas las encuestas, con diferencias abismales. En esta ocasión se enfrenta a Antonio Bohórquez, el candidato del Pacto Histórico, la coalición de izquierdas que llevó al poder al presidente Gustavo Petro. Hace no tanto, el petrismo creía que el zarpazo era posible, pero se ha visto lastrado en Barranquilla por sus propios escándalos, que involucran tanto a Nicolás Petro, el hijo del presidente, como al exembajador Armando Benedetti, su otrora hombre de confianza.

Cuando lanzó su aspiración presidencial, Alex sorprendió al optar por recolectar firmas a pesar de que los Char son viejos socios del ex vicepresidente Germán Vargas Lleras en el partido Cambio Radical. En tres semanas recogió 2,5 millones de firmas. Sin embargo, esa exhibición de maquinaria política contrastó con el resultado final. En la consulta de la derecha, Alex sacó poco más de 700.000 votos –frente a más de dos millones para Fico Gutiérrez–. Ese descalabro le mostró a la familia los límites de su proyección nacional y la llevó a replegarse de nuevo en Barranquilla, su fortín electoral inexpugnable. Tan ventajosa era su posición, que después de que Fuad Char confirmó que Alex buscaría un tercer periodo, el heredero se fue de vacaciones familiares a Europa. Sin obstáculos a la vista, la hegemonía regional se encamina a los 20 años.

Los Char han construido un relato de ciudad, con nuevos símbolos como el malecón, que les permite conectarse con el electorado, gracias en gran medida a la figura carismática de Alex –bautizado así en honor de Alejandro Magno–. Aunque Fuad es el patriarca, el charismo se potenció con Alejandro, que tiene vuelo propio, como recuerda el periodista Horacio Brieva, director de la Fundación Protransparencia. “Char está haciendo una campaña bien pensada. Esta vez, con un eslogan sencillo y directo (Álex, alcalde), prescindió del apellido paterno, porque, aunque famoso, es consciente de las descalabradas de imagen por el caso Merlano”, escribió recientemente en El Heraldo. “Char va a ser alcalde sin sudar la gorra”, apuntaba.

Laura Ardila, autora del libro La Costa Nostra, la historia no autorizada de los Char, coincide con ese vaticinio, aunque con matices. “Van a ganar, pero yo nunca había visto que se sintieran tan fuerte las voces críticas; cada vez más gente se atreve a hablar de ellos”, en especial los jóvenes, apunta. En su tercer periodo, imagina a Char III “nadando en aguas mucho menos tranquilas”, debido a varias razones. Para empezar, la ciudad está endeudada y Cambio Radical hace férrea oposición a Petro. “La relación con el Gobierno nacional va a ser compleja, pues por primera vez Alex no va a ser pechichón (consentido)”, dice con acento caribe en referencia a las cuotas y privilegios que los Char mantuvieron en los gobiernos de Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque. Por último, concluye, el tema judicial aún pende sobre Alex como una espada de Damocles.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.

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