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Federación Nacional de Cafeteros
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pax cafetera

Cómo será el poder de las instituciones cafeteras, que hasta ahora van ganando la bronca que armó el presidente Petro

Un trabajador rastrilla café para secarlo, en Ciudad Bolívar, Antioquía
Un trabajador rastrilla café para secarlo, en Ciudad Bolívar (Antioquía), en julio.Edinson Ivan Arroyo Mora (Bloomberg)

El sector cafetero enfrenta problemas complicados, desde la caída de los precios en el mercado internacional y la devaluación del peso, hasta el déficit del Fondo Nacional del Café. Para lidiar esas dificultades, el gremio cuenta con una organización modelo por su estructura representativa. Tiene, además, desde 1940, la administración del Fondo Nacional del Café, una cuenta parafiscal que se nutre de la contribución pagada por cada libra de café exportado, sea verde, tostado, soluble o en extracto.

Para lo que no estaba preparada la organización cafetera era para la andanada que el presidente de la República le armó a la elección del gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros, Germán Bahamón Jaramillo, elección cumplida mediante los procedimientos estrictos de la institución, sin reparar que el funcionario elegido no es un empleado ni subalterno del presidente. Como bien lo anotó el exministro Juan Camilo Restrepo, los cafeteros conforman un gremio elegido de manera democrática, en el que las directivas gozan de mayor legitimidad democrática que un senador, un gobernador, un representante a la Cámara o el mismo presidente de la República, ninguno de los cuales es elegido con los guarismos de votación que recogen los directivos cafeteros en las elecciones cuatrienales.

Como es natural, el embrollo presidencial tuvo repercusiones de alto coturno. Precipitó la caída del ministro de Hacienda la época, José Antonio Ocampo, considerado el mejor funcionario del Gobierno, de gran reconocimiento internacional y prestigio indiscutible.

Recientemente el exministro Ocampo rompió su silencio frente a la interpretación equívoca de su retiro. Manifestó al respecto: el manejo del Fondo Nacional del Café debe seguir siendo manejado por la Federación (también se especuló con una eventual suspensión del contrato), como lo establece, por lo demás, una norma legal. Además, la elección de su nuevo gerente, Germán Bahamón, fue una decisión unánime del gremio y por lo tanto debe ser apoyado. Cuenta con una experiencia gerencial de primer nivel y también es un caficultor del departamento más importante en el país hoy, el Huila.

Termino diciendo ―dice Ocampo― que la visión de que algunos miembros del Gobierno engañamos al presidente en la elección del doctor Bahamón es totalmente falsa. Esa fue una decisión unánime del Congreso cafetero, un foro en el cual el Gobierno no tiene voto. La única decisión en la cual sí lo tiene es en la definición de la terna de candidatos para la elección, pero cabe recordar que en las dos ternas que los cafeteros pusieron a consideración del Comité Nacional estaba incluido el doctor Bahamón. Más claro ―digo yo― imposible.

Cómo será el poder de las instituciones cafeteras, que hasta ahora van ganando la bronca que armó el presidente Petro. A pesar de la agresividad con la cual el mandatario se ha referido a ellos, el trabajo de la Federación con los ministros ha venido fluyendo. Hace pocos días hubo una reunión del Comité Nacional Cafetero. El ambiente de la sesión fue tranquilo y muy positivo, con la participación de los ministros de Hacienda, Ricardo Bonilla; de Agricultura, Jhenifer Mojica; y de Comercio, Industria y Turismo, Germán Umaña. Como si la situación fuera normal.

Lo más significativo ha sido la marcha eficiente del Fondo Nacional Cafetero en su oficio de gran ejecutor en los 605 municipios en los que opera. Aquí lo que hay es una especie de cese unilateral al fuego ordenado por el gerente Bahamón. Ojalá que se vuelva cese bilateral.

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