“Mi cercanía con el alcalde me ha permitido darme cuenta de sus errores”: Albert Corredor, candidato a la Alcaldía de Medellín
El exconcejal, tercero en las encuestas, insiste en que no es el candidato de Daniel Quintero y explica por qué fue uribista
La corta carrera política de Albert Corredor (Medellín, 34 años) parece una contradicción. Debutó en el derechista Centro Democrático cuando se lanzó al Concejo de Medellín en 2019, y menos de tres años más tarde, un día antes de la primera vuelta de la elección presidencial de 2022, renunció al partido. Hoy critica públicamente al expresidente Uribe, acusándolo de usar la colectividad para satisfacer sus intereses propios. Corredor no niega que es amigo íntimo del alcalde Daniel Quintero, pero asegura que el político antiuribista no es su jefe, que no ha recibido su apoyo durante la actual campaña a la Alcaldía, e insiste en que su candidatura no está relacionada con el gobierno de la ciudad. No obstante, la Procuraduría investiga posibles presiones a contratistas del municipio para que apoyen su aspiración electoral; sus detractores dicen que es cercano a la imputada exsecretaria de Educación, Alexandra Agudelo; y él mismo habla de una posible alianza con Juan Carlos Upegui, candidato por el partido de Quintero, como alternativa para frenar la casi inminente victoria de Federico Gutiérrez.
“Esto está bueno, no difícil”, comenta Corredor sobre la carrera por llegar a la Alcaldía. Los sondeos de intención de voto, desde hace meses, ubican al exalcalde Gutiérrez (2016 -2019) muy por encima del resto de contendores. El más reciente, publicado por Invamer el 30 de agosto, le da un 60%, contra un rezagado Upegui con 11,2%. Corredor, que aparece de tercero, con 5%, le resta importancia a las cifras y recurre a la frase atribuida al líder conservador Álvaro Gómez Hurtado. “Usted mira cómo es que se hacen las encuestas y son como las morcillas: buenas hasta que usted averigua qué es lo que tienen por dentro”, dice con la natural confianza de un candidato en campaña.
La seguridad con la que se desenvuelve merma, sin embargo, cuando se le pregunta por sus inicios en el uribismo. Por esta época, pero hace cuatro años, Corredor recorría los barrios de Medellín haciendo campaña con la camiseta y gorra del Centro Democrático, incluso acompañado por el propio Álvaro Uribe. Explica que llegó a ese partido por inercia: su familia y sus amigos empresarios se identificaban en esa orilla política. Su padre le ayudó a conseguir el preciado aval.
“Uno crece en Medellín con una tendencia, casi que orgánica y religiosa, de que se tiene que ser uribista. Eso se da casi que por sentado porque se lo enseñan sus papás y sus abuelos. En mi familia tenemos una cercanía muy fuerte con esa visión del uribismo. De hecho, mi viejo es cercano al expresidente y yo he tratado con Tomás, su hijo. Yo vivía en esa dinámica. Le cuento que hasta cuando empecé a contemplar la posibilidad de ser concejal, Daniel (Quintero) me sugirió que me lanzara con él, en su movimiento (Independientes), y le respondí que no, que yo era empresario e iba con el Centro Democrático”, recuerda.
Corredor fue uno de los ocho concejales elegidos por el partido que había creado Uribe a su imagen y semejanza apenas cinco años antes, que por ser el más votado tenía la bancada más grande en el Concejo. También fue uno de los cuatro disidentes del Centro Democrático que, en noviembre de 2021, desconoció la directriz oficial de la colectividad en una votación para definir la presidencia de la corporación. Eso llevó a que los cuatro rebeldes fueran privados de sus derechos a voz y voto, y a que luego renunciaran al partido. Corredor posteriormente dimitió como concejal, y sus pronunciamientos en contra de su antiguo jefe político solo han subido de tono desde entonces. “Llegué al Concejo con la vocación de mejorar la ciudad, pero me di cuenta de que el partido no nos quería como concejales, nos quería como empleados de Uribe. Su plan era que fuéramos sus becerros”.
La pelea sería una anécdota más de no ser por su cercanía con el alcalde, quien fue elegido en 2019 con un discurso antiuribista y a quien califica como su “parcero desde hace muchos años”. El Centro Democrático se perfilaba como la principal fuerza opositora del alcalde en 2019, y generaba suspicacia que fuera amigo de uno de sus concejales. Hoy, cuando se conoce el desenlace, algunos sugieren que los sucesos obedecieron a un plan de Quintero para infiltrar las filas rivales. Para Corredor, son “teorías sin fundamento”.
Presenta como prueba su campaña a la Alcaldía. “Tenía la posibilidad de decirle al parcero mío que me avalara por su movimiento, por Independientes, pero preferí buscar firmas ciudadanas. Nuestra amistad es muy bacana, pero tenemos visiones distintas sobre cómo entender la realidad y resolver problemas. Tenemos, estructuralmente, grandes diferencias. Él es un gran político y es ingeniero. Yo soy gerente, me formaron de otra forma”, cuenta.
Al preguntársele cuál es la más grande equivocación de Quintero, su respuesta se relaciona con uno de los episodios que más visibilidad le han dado al alcalde por fuera de Medellín. “Yo no estoy de acuerdo con la guerra que hay con el sector productivo y empresarial de la ciudad. Hay que castigar lo que pasó en Hidroituango, que esas personas paguen y si tienen que ir a la cárcel, pues que vayan. Erróneamente se cree que el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) es todo el empresariado, pero el 70% del empuje económico de Medellín son medianos y pequeños empresarios”, afirma. En esa masa está su familia, propietaria de escuelas de educación técnica en Colombia, Costa Rica y Estados Unidos. Luego de unos minutos reconoce: “Mi cercanía con el alcalde me ha permitido darme cuenta de sus errores”.
La supuesta distancia entre su campaña y la Administración está bajo sospecha. La Silla Vacía y El Colombiano han reportado que desde la Secretaría de Educación se ejercieron presiones sobre contratistas para que asistieran a eventos de proselitismo y ayudaran en el proceso de recolección de firmas para inscribir la candidatura de Corredor. Estos hechos están bajo pesquisas de la Procuraduría General de la Nación. La influencia de Corredor sobre esta secretaría se le atribuye al poder de su familia en el sector de la educación. El actual secretario Juan David Agudelo trabajó en una de estas instituciones antes de ingresar a la planta de funcionarios; su antecesora, Alexandra Agudelo, quien dejó su cargo en medio de una investigación judicial por malversación de fondos, fue fotografiada mientras visitaba la sede de campaña de Corredor.
“Miles de pelados pasaron por nuestras instituciones y por eso nos reconocen, quieren ayudarnos. Es falso que en mi campaña se constriña gente. Si alguien, valiéndose de mi candidatura, lo hiciera, que lo denuncien. Yo no tengo nada que ver”, señala. Sobre la exsecretaria Agudelo recalca que también trabajó durante el mandato de Federico Gutiérrez y que la conoce por asuntos laborales. “En el sector todos nos conocemos. Alexandra tiene un conocimiento muy fuerte, es de las personas que más sabe de educación en Medellín. Hoy está inmersa en esa situación, pero tengo entendido que aún no hay una condena”.
Y no desestima la alianza con Juan Carlos Upegui, el candidato de Independientes y primo de la esposa de Quintero. Se refiere a su rival cariñosamente como ‘Juanca’ y cree que de alguno de los dos saldrá el reemplazo de Quintero “Hay que llegar a acuerdos programáticos. Estoy abierto para que nos sentemos y tracemos propósitos comunes”. Probablemente lo harán en las próximas semanas. El tiempo apremia y la distancia por recorrer para alcanzar a Federico Gutiérrez no es poca.
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