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LLUVIAS EXTREMAS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un triste aniversario

La ruptura del jarillón del río Cauca fue el comienzo de una pesadilla que al Gobierno de Bogotá ha parecido importar poco

El municipio de Sucre, en la región conocida como La Mojana, al norte de Colombia, el 21 de noviembre de 2022.
El municipio de Sucre, en la región conocida como La Mojana, al norte de Colombia, el 21 de noviembre de 2022.Juan Carlos Zapata

Este domingo se cumplieron dos años de una emergencia que con el paso de los meses se convirtió en tragedia. Un Gobierno le heredó al siguiente el manejo de la situación, pero cuando uno va a ver lo que hicieron uno y otro: ni el anterior resolvió, ni el actual ha solucionado.

La ruptura del jarillón del río Cauca en el sector conocido como Cara’e Gato, al sur del departamento de Bolívar, ocurrió en la noche del 27 de agosto de 2021. El poderoso caudal del río arrasó con casi un kilómetro del talud que le separaba de esa zona llamada La Mojana y en pocos días casi 50 mil hectáreas terminaron bajo el agua. Más de medio millón de personas lo perdieron todo. Vacas, cerdos y pollos murieron. Miles de kilómetros cuadrados dedicados a la agricultura se malograron y con ellos la inversión que los campesinos de la región habían hecho para sacar adelante su producción. Esa noche de agosto de 2021 fue el comienzo de una absoluta pesadilla que al Gobierno de Bogotá ha parecido importar poco.

Cuando comenzó la emergencia Iván Duque prometió que el 20 de noviembre de 2021 se entregaría la reconstrucción del dique y se iniciaría la recuperación de la zona inundada. Claramente incumplió. Seis meses después, la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo (UNGRD) anunció que estaba cerca de conseguir cerrar el boquete en el talud. Pasaron los días y la noticia nunca llegó. Al final, lo único que dejó el Gobierno Duque fue una promesa de inversión de más de 2 billones de pesos para recuperar lo que ellos no pudieron recuperar. En fin, promesas.

Con la llegada de Gustavo Petro a la Presidencia hubo nuevas ilusiones para los habitantes de La Mojana. No en vano, el nuevo mandatario es originario de uno de los departamentos afectados y, además, su elección venía acompañada de ese pegajoso eslogan que ilusionó a todos: el Gobierno del Cambio.

Pero pasaron los meses y, una vez más, nada pasó. El primer director de la UNGRD nominado por Petro, Javier Pava, habló de cambiar el proyecto que se venía adelantando desde el Gobierno Duque por considerar que no tenía en cuenta las realidades ecológicas de la zona. Anunció nuevas intervenciones, pero poco de eso se dio. En cuestión de meses Pava salió de la UNGRD y llegó un nuevo director: Olmedo López.

El nombramiento de Olmedo fue en abril de 2023, más no fue sino hasta hace una semana que el director de la oficina dedicada a la atención de emergencias y desastres apareció en la región de La Mojana. Y llegó como han llegado todos: con promesas (por demás muy oportunas en estas semanas previas a las elecciones regionales).

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El director anunció inversiones cercanas a los 50 mil millones de pesos para ponerle punto final a la dramática situación de la región. Habló de obras urgentes y de soluciones oportunas para ordenar el territorio en torno al agua. Dijo que ha contado con el apoyo de 33 “de los mejores y las mejoras” mujeres y hombres que trabajaron con Petro buscando resolver el problema. Prometió que este año se cerrará el boquete y agregó que vendrán más de 40 mil millones de pesos en estudios sobre la zona de La Mojana.

Celebra uno la promesa, pero a la vez se angustia por la plata. ¿Acaso no había ya unos estudios?

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