Isabel Zuleta: la congresista goleadora
La senadora, otrora defensora de los desposeídos, busca justificar su astronómico salario comparándolo con el de los futbolistas
Fue esta semana en que una congresista, la senadora Isabel Zuleta, salió con una sorprendente frase en la que comparó su trabajo al de los futbolistas con un único objetivo: justificar su astronómico salario. Ese mismo salario mensual que representa más de 30 veces el de un colombiano que gana el salario mínimo. Ese mismo que ella, antes de llegar a los mullidos sillones del Capitolio Nacional, condenaba considerándolo absurdo mientras muchos en este país no tienen nada.
“¿Por qué no se le discute a un futbolista que gana mucho? Porque la gente del pueblo, que es distinta a los medios de comunicación, reconoce a quien se esfuerza. Yo he visto aquí en el Congreso el esfuerzo, la dedicación. Yo misma he pasado noches enteras leyendo”, afirmó desde su curul la otrora activista de derechos humanos y defensora de los desposeídos, orgullosa de su cheque mensual de 43 millones de pesos.
Dice ella “la gente del pueblo”, como si los hinchas del Millonarios, del Real Madrid o del PSG fueran quienes les pagan el salario a los jugadores de esos equipos. Como si los millones que se embolsillan los Cristianos Ronaldo, los Mbappés o los Neymar fueran producto del recaudo de impuestos de un país o de una ciudad que luego de analizarlo mucho decidió que a esos personajes se les debe pagar una fortuna cada mes para agradecer el espectáculo que cada ocho días garantizan gracias a su dominio del balón y su aguante en el área de juego.
No, senadora. El pueblo no decide pagar eso. Son empresas privadas. Y usted como congresista no recibe plata del sector privado, sino del sector público. Su sueldo lo pagamos todos nosotros, incluyendo aquellas empobrecidas comunidades que otrora usted defendía. Aquí no hay patrocinadores. Aquí no hay derechos de televisión. Aquí no hay taquilla. Aquí no hay vallas con publicidad, ni usted es imagen de reconocidas marcas.
Es más, la invito a preguntarle a esa “gente del pueblo” si considera que usted y sus demás compañeros del Congreso merecen ganar lo que se ganan. Pero cuéntele también a la “gente del pueblo” de sus tres meses de vacaciones al año. Y hábleles de lo rico que es tener que ir a la oficina tres días a la semana. Aparte cuénteles que usted no monta en bus, sino que entre todos le pagamos los carros y los tiquetes aéreos y hasta el salario de sus asesores. Y dígale a la “gente del pueblo” que usted se merece todo eso porque lee en las noches.
¿Cuántos goles ha anotado usted en el Congreso para el que la eligieron? ¿Ha sido usted la capitana de un equipo ganador? ¿Ha liderado usted partidos difíciles con la presión de los 90 minutos sobre su espalda y millones de personas esperando que con su juego único se haga el tanto definitivo?
Si es por esfuerzo, hay personas que merecerían ese salario con mayor ahínco. Desde el vigilante que pasa noches en vela esperando que usted o sus vecinos lleguen al edificio, hasta grandes atletas en deportes distintos al fútbol que llevan años de sacrificio y entrenamiento para alzarse con una medalla. Esos sí que son dedicados. Ellos sí merecen su diatriba. ¿Pero usted que dice leer, pero falla hasta en la interpretación de la Constitución Política? ¡Vaya gol a sus votantes!
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