La mala memoria de la presidenta

¿Por qué razón una funcionaria a punto de convertirse en la presidenta del Fondo Nacional del Ahorro de repente pierde la memoria a la hora de hacer su hoja de vida?

Esta pregunta se me vino a la cabeza al empezar a revisar el currículum de Laura Milena Roa, quien sorprendió a muchos al pasar de ser una contratista con tareas diversas en entidades normalmente politizadas del Estado colombiano para convertirse en la cabeza visible, representante legal, líder estratégica y cerebro de la entidad financiera pública más querida por los colombianos.

No es que esté mal que una contratista brillante de repente se convierta en la presidenta del Fondo Nacional del Ahorro. Sin embargo, tratándose de una entidad que tiene a su cargo el manejo de las cesantías de cientos de miles de colombianos (entre ellos todos los empleados del sector oficial) y una de las carteras de crédito hipotecario más relevantes del país, cercana a los 8 billones de pesos, se esperaría que quien quede a cargo de la entidad haya tenido realmente bajo su responsabilidad algo más que el relacionamiento con los congresistas o la supervisión de algunos contratos.

La hoja de vida que hoy está publicada en la página oficial de nombramientos de la Presidencia de la República pareciera resolver ese dilema (que por demás es uno de los requisitos para acceder a ese cargo: experiencia relacionada con el cargo). El portal informa que uno de los últimos trabajos de Roa fue como directora de obras por impuestos al interior de la Fiduciaria La Previsora.

El silogismo es sencillo: si ella dirigió el manejo de las fiducias creadas por privados que permiten aprovechar la oportunidad que da el Estado para que los grandes contribuyentes en vez de pagar impuestos hagan obras civiles, pareciera que el camino se despeja para que ella administre las cesantías de los colombianos, pero hay algo llamativo en esa experiencia: según el currículum publicado, ella alternaba su responsabilidad como directora en la Fiduprevisora con un contrato en misión en Colpensiones. Es decir, era directora a medio tiempo.

Tal vez esas múltiples ocupaciones fueron las que la llevaron a olvidar que desde el 9 de marzo de este año también era contratista en la Contraloría General de la República prestando sus servicios profesionales para realizar estudios sectoriales y la elaboración de documentos para el Congreso de la República. Es decir, que la directora de obras por impuestos de Fiduprevisora era, además de contratista con responsabilidades en Colpensiones, era una profesional con tareas por cumplir en el ente de control fiscal. ¡Vaya talento! Aunque también vaya olvido.

¿Ejercía en realidad Laura Milena Roa funciones de dirección en temas financieros como contratista en misión de la Fiduprevisora? ¿O ese punto de la hoja de vida se infló para demostrar la experiencia exigida para llegar a la presidencia del Fondo Nacional del Ahorro?

El olvido -seguro involuntario- de su trabajo en la Contraloría ayuda a que ese pedazo de su hoja de vida se vea menos fragmentado y más ejecutivo. Sin embargo, la Superintendencia Financiera debería detenerse bien ahí a la hora de autorizar o no dicho nombramiento porque parece que la experiencia no le da.

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