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Los variopintos apoyos de Carlos Amaya en su fortín de Boyacá

Detrás de la candidatura del exgobernador verde hay una multiplicidad de partidos muy disímiles pero que empujarán en la misma dirección para asegurar su triunfo

Juan Pablo Vásquez
Carlos Amaya, durante una rueda de prensa en Bogotá, el 13 de Junio del 2023.
Carlos Amaya, durante una rueda de prensa en Bogotá, el 13 de Junio del 2023.NATHALIA ANGARITA

Bogotá o Boyacá, ese era el dilema de Carlos Amaya (Socha, 38 años) hasta hace un mes. Su nombre sonaba con la misma fuerza para dos cargos de elección popular: alcalde o gobernador. El político que viste ruana, célebre por montar bicicleta con Nairo Quintana y cargar siempre una mochila tejida optó por la apuesta más segura. En medio de especulaciones se decantó por perseguir la Gobernación de Boyacá, en donde ya se desempeñó entre 2016 y 2019, y desde entonces se perfila como el candidato con mejores chances de ganar. Tan pronto dio a conocer su decisión, su andamiaje político empezó a operar en los 123 municipios del departamento. Como demostración de éxito puede presumir los seis partidos que ya se adhirieron a su aspiración. Amaya, con esta acumulación de avales, consiguió que líderes que no solían defender las mismas causas pedaleen en la misma dirección para asegurar su victoria.

La imagen más reciente que tiene el país de Carlos Amaya es por su participación en la Coalición Centro Esperanza, que juntó a diferentes actores del centro político en las elecciones de 2022. El resultado de la unión fue agridulce. Dio réditos al obtener 24 curules en el Congreso (13 senadores y 11 representantes a la Cámara), pero ocupó un penoso cuarto lugar con la candidatura presidencial de Sergio Fajardo. Amaya, sin embargo, le sacó provecho. Aunque estuvo activamente involucrado apoyando a Fajardo, la coyuntura le sirvió para ganar visibilidad a nivel nacional y competirle el foco de las cámaras a pesos pesados del poder. Quedó de tercero en la votación para determinar quién sería el candidato de la coalición, con casi medio millón de votos, y fue el golpe de autoridad que necesitaba para emerger como una de las principales figuras de su partido, Alianza Verde.

Esa cadena de eventos fue la que llevó su nombre al sonajero de posibles candidatos a la Alcaldía de la capital. A medida que se volvía una alternativa factible, varios de sus copartidarios alzaron la voz y protestaron. Su cercanía con la alcaldesa Claudia López, quien también pertenece a Alianza Verde, era una de las principales quejas desde un sector de la colectividad. El concejal Diego Cancino fue uno de los más críticos de que se materializara esta posibilidad. “El candidato de López era Amaya. Sonaba como candidato de mi partido y en mi ciudad. Era mi deber quejarme y buscar que se frenara el aval. Debajo de la ruana que él usa hay muchos atajos y explicaciones que debe dar”, comenta. Los “atajos” a los que se refiere son una serie de denuncias públicas que emprendió Cancino en el primer semestre de este año, acusando a Amaya de llevar a cabo contratación irregular durante su etapa como gobernador.

Pero el impulso que traía el exgobernador no se desvaneció, se redireccionó. El 13 de junio convocó una rueda de prensa y confirmó que su objetivo estaba en Boyacá. Las cinco semanas posteriores se resumen en una catarata de acuerdos y apoyos. Además de Alianza Verde, también se han montado en su candidatura Dignidad y Compromiso, Colombia Renaciente, La U, Cambio Radical y En Marcha. A falta de tres meses para que se celebren los comicios, Amaya arrastra consigo colectividades que juntas forman una de las alianzas más particulares y diversas de Colombia. Por ejemplo, el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR), alineado con la izquierda y del que buena parte de sus filas pertenecen a Dignidad y Compromiso, comparten candidato con partidos que participaron burocráticamente en las administraciones de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, situadas más a la derecha del espectro ideológico.

También se presenta una contradicción frente a las rupturas internas que presentó la Coalición Centro Esperanza en 2022. Alejandro Gaviria, uno de sus integrantes, fue abiertamente cuestionado por los demás miembros luego de sostener acercamientos con el Partido Liberal, que fue entonces señalado como un sector político no grato por sus prácticas clientelares. Amaya fue una de esas voces, así como Sergio Fajardo y Jorge Enrique Robledo, quienes se distanciaron abiertamente de Gaviria. Quince meses más tarde, son Fajardo y Robledo, a través de Dignidad y Compromiso, quienes se incorporan a un proyecto en el que están otros partidos, como La U y Cambio Radical, que cargan a cuestas un historial similar al de los liberales.

Para Esteban Salazar, coordinador de investigación de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares), la situación que tiene lugar en Boyacá se puede explicar por la practicidad de Amaya, al ser un político con orígenes por fuera de Bogotá. “Desde las elecciones presidenciales de 2022 ha demostrado que su talante es el de un político pragmático en lo local. Es decir, no le importa si recibe el apoyo de partidos con los que no coincide ideológicamente porque su objetivo es ganar”, recalcó.

Esa característica, en su criterio, se extiende y cobija a la Alianza Verde, que en la última década ha aumentado su caudal electoral. “Los verdes parecen haber desdibujado su compromiso con el electorado joven y crítico de la política tradicional, cediendo hacia las prácticas cuestionables de alianzas espurias y que se parece más a una fábrica de avales que a un partido alternativo”.

De esta forma, limitando su campaña a lo que sucede en su departamento, Amaya se libra de cualquier vínculo que posteriormente le puedan endilgar con figuras representativas a nivel nacional de esas colectividades. Su disputa, por ahora, lo enfrentaría con Rodrigo Rojas, exlegislador que ya cuenta con el aval del Partido Conservador, y Giovanni Pinzón, candidato único del Pacto Histórico. El resultado de octubre demostrarán qué tanto peso tuvieron los apoyos que recibió Amaya y si le ayudaron o lo afectaron. Él seguirá con la misma estrategia. “Es obtuso tratar de convocar a todo el departamento a unirse y rechazar un partido solo porque han tenido posturas distintas”, advirtió.

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Juan Pablo Vásquez
Es periodista de la edición colombiana de EL PAÍS. Nació en Bucaramanga, Santander. Anteriormente se desempeñó como periodista judicial en 'Revista Semana' y de investigación en Caracol Radio y 'Cambio'.

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