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Reformas en Colombia
Columna
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Las pirámides de Petro

Como en las pirámides, las captadoras ilegales de dinero en Colombia, los ciudadanos confían en las reformas del Gobierno seducidos por promesas sobre las que no tienen mucha información

Gustavo Petro reformas
Ciudadanos en una marcha convocada por Gustavo Petro muestran su apoyo al presidente, el pasado 14 de febrero.CHELO CAMACHO

Si usted pone en Google “pirámides Colombia” se encontrará con una entrada de Wikipedia que habla de la crisis de las captadoras ilegales de dinero que estalló en Colombia durante el Gobierno de Álvaro Uribe. Enseguida encontrará unas investigaciones y ensayos sobre las estafas piramidales en el país. Más abajo, noticias y más noticias sobre pirámides viejas y nuevas, todas relacionadas con avivatos que aprovechándose de nuestro candor terminan esfumándose con miles de millones de pesos en los bolsillos, dejando tras de sí a un sinnúmero de afectados endeudados, empobrecidos, ansiosos por recuperar lo que nunca ha de volver.

Aquí somos así. No se sabe si es una herencia de la cultura del dinero fácil o la gran capacidad de convencimiento que tienen aquellos que promueven estas captadoras ilegales de dinero. Lo claro es que con facilidad caemos en engaños que prometen duplicar o triplicar lo invertido en cuestión de semanas; engaños en los que caen personas humildes a quienes embaucan con inversiones en criptomonedas que en realidad no existen; engaños en donde caen ricos embelesados con las inimaginables ganancias de un criadero de ganado hecho de saliva, pero sin una sola vaca. Todos, ricos y pobres, caen ante el fulgor mágico del mínimo esfuerzo y los máximos réditos.

Pregunte a cualquier persona de su entorno si sabe cómo serán los procesos de atención en el nuevo sistema de salud que propone el Gobierno del presidente Petro. Hice la tarea, nadie entiende, unos dicen que será mejor que el actual, otros dicen que será un caos. Cuando volví a preguntar por qué será mejor o peor y que me expliquen cómo va a funcionar, volvieron los enredos porque en realidad nadie entiende qué va a pasar, solo comprenden que algo va a cambiar y no hay duda de que muchos apuestan que será para mejorar. Como cuando se mete la plata a una de esas lustrosas casas de inversión que prometen hacerlo a uno rico en cuestión de meses.

Lo mismo pasa con la reforma laboral. Si uno indaga entre aquellos que viven del salario mínimo cómo va a cambiarles la vida esa ley, sólo hay optimismo. Si se pide que expliquen todo lo que cambia el proyecto, no van más allá de las horas extras y los recargos dominicales. Pero del resto de la ley nada se entiende, nada se sabe y poco importa, pues la clave es que llegará más dinero en el cheque mensual, como si el mismo se multiplicase mágicamente, como en las pirámides. Si uno indaga entre aquellos que viven del trabajo informal sobre el efecto que para ellos va a tener la reforma, la respuesta es igual de gaseosa: Petro nos dijo que viene el cambio, y el cambio viene con esa ley. No hay más. Una promesa de palabra. La confianza en que todo va a mejorar, cuando en realidad esa iniciativa no cambia nada para el sector informal. Es lo mismo que meter la plata a una pirámide: se cree que se va a ganar mucho, cuando en realidad se puede perder todo.

Es fácil entender la esperanza que generan las promesas de un mejor mañana. Es fácil comprender que hace 15 años muchos colombianos pedían que dejaran en libertad a David Murcia Guzmán porque supuestamente ayudó a traer prosperidad. Es fácil prometer cuando se juega con el dinero de otros, como lo hizo ese señor con su DMG. Pero una cosa es caer voluntariamente en una pirámide y otra muy distinta ser víctimas de unas promesas vaporosas de mejor salud y mejores condiciones de trabajo cuando no se comprende a fondo lo que cada una de estas promesas implica. Colombia necesita cambios. Necesita mejorar en muchos aspectos. Pero hasta ahora las explicaciones sobre las promesas del Gobierno son tan lustrosas y vacías como las promesas del gestor de una pirámide.

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