Venezuela deporta a alias Castor, líder de Los Costeños
El cabecilla del principal grupo criminal de Barranquilla estaba detenido en el país vecino desde 2019
Venezuela ha deportado este martes a Jorge Eliécer Díaz, conocido como Castor y líder del grupo criminal Los Costeños. La entrega se ha realizado en el Puente Internacional Atanasio Girardot, en Cúcuta (Norte de Santander). Además de Castor, Migración Colombia ha explicado que han sido trasladados otros cuatro delincuentes: “Gracias a la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela, se ha logrado la entrega de cinco personas expulsadas por las autoridades venezolanas que son requeridas por la justicia colombiana”.
La llegada de Castor se produce de manera casi simultánea al cambio de suerte de Digno José Rodríguez, conocido como Digno Palomino y supuesto líder de Los Pepes, la banda rival de Los Costeños. La justicia revocó el lunes el beneficio de prisión domiciliaria que tenía Palomino, quien es señalado por la Policía como el responsable de homicidios múltiples y extorsiones.
Tras la decisión del lunes, las autoridades trasladaron a Palomino a la cárcel El Bosque, de Barranquilla, y después al centro penitenciario de alta seguridad de Cómbita (Boyacá), a cientos de kilómetros de la capital del Atlántico. El comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla, Jorge Urquijo, explicó este martes en una rueda de prensa que el líder criminal aún debe enfrentar varios procesos investigativos que van más allá de la condena de dos años que tiene por porte ilegal de armas.
En 2019, tanto Castor como Palomino fueron detenidos en Venezuela. El último fue deportado el año pasado, mientras que Castor permaneció en una cárcel de Caracas. Al momento de la captura, ambos eran señalados como líderes de Los Costeños. No obstante, se pelearon en el país vecino y Palomino formó Los Pepes, una disidencia del grupo original. Están en guerra desde entonces por el control de las rentas criminales en Barranquilla. Son los dos principales líderes junto a Óber Martínez, cabecilla de Los Rastrojos y también privado de su libertad.
La situación de seguridad en la capital del Atlántico ha acaparado la atención mediática en las últimas semanas. Las bandas aterrorizan a los comerciantes, que pierden dinero hasta fundirse. Las extorsiones se han incrementado un 150% en el último año, según datos del Observatorio de Seguridad Ciudadana de la Universidad del Norte. Asimismo, los periodistas enfrentan amenazas y episodios como el ocurrido la semana pasada en el periódico El Heraldo, cuando dos hombres armados irrumpieron en la redacción para exigir la publicación de una entrevista con Palomino. Mientras, las masacres se suceden una tras otra: cinco personas murieron hace dos semanas en el centro histórico de la ciudad, días después a otra matanza en el municipio aledaño de Soledad.
La deportación de Castor y la revocación de la prisión domiciliaria de Palomino se suman al traslado hace unos días de Martínez a la cárcel de La Dorada (Caldas), en el interior de Colombia. Reynell Badillo, investigador de la Universidad del Norte, explica por teléfono que no hay necesariamente una relación entre los tres eventos, pero que en conjunto muestran una respuesta institucional a los reclamos por más seguridad. “Llega en un buen momento para la Alcaldía, dado que se le acusaba de inacción frente a la violencia criminal”, comenta.
Sin embargo, Badillo cree que no habrá cambios sustanciales a la situación, más allá de la visibilidad mediática: “Se genera una sensación de que se está haciendo algo, pero es insuficiente. Que estén presos no implica que dejen de delinquir, ya que gran parte de la actividad criminal de la ciudad sucede en la cárcel”. Según el investigador, el contexto penitenciario actual favorece a los líderes porque les da protección y los conecta con otras estructuras criminales que después sacan a las calles.
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