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La violencia no da tregua en Soledad: una masacre y el asesinato de un líder social enlutan la semana

Una matanza y el homicidio de Miguel Ángel Arrieta golpean al municipio en menos de cuatro días

Lucas Reynoso
Miguel Ángel Arrieta, líder social conocido como "el Pibe Soledeño"
Miguel Ángel Arrieta, líder social conocido como "el Pibe Soledeño", en una imagen de sus redes sociales.RR SS

La violencia no cesa en Soledad, el octavo municipio más poblado de Colombia con 665.621 habitantes y parte del área metropolitana de Barranquilla (Atlántico). Tres personas fueron asesinadas el martes en el barrio de Los Almendros. Dos días después, el jueves, un grupo de sicarios mató al reconocido líder social Miguel Ángel Arrieta en su negocio de venta y reparación de bicicletas, en Villa Adela. La zona ha vivido un incremento constante de la violencia en los últimos meses. Según cifras de la Policía, hubo 41 homicidios en enero y febrero de este año. Es casi el doble que en los mismos meses de 2022, cuando se contabilizaron 26.

Luis Trejos y Reynell Badillo, investigadores de la Universidad del Norte, explican por teléfono que los grupos criminales del centro de Barranquilla se han desplazado a la periferia del área metropolitana durante los últimos meses. Trejos considera que una respuesta institucional “muy fuerte” de la Alcaldía de Barranquilla tras la masacre de Las Flores, el 14 de septiembre de 2022, ha llevado a buscar nuevos territorios. Badillo, por su parte, comenta que aún no hay certezas de las razones, pero que una hipótesis es que la causa sea el traslado de la ruta de clorhidrato de cocaína a la costa del departamento.

Soledad tiene una ubicación estratégica: aledaña a Barranquilla, está en los margenes orientales del departamento, a las orillas del río Magdalena. Además, cuenta con altos niveles de informalidad económica y pobreza, algo que facilita los crímenes ligados a extorsiones.

La zona en disputa es parte de una guerra entre varios actores locales, de diferentes tamaños. Los Costeños son el grupo predominante, con presencia en todo el departamento. El Clan del Golfo, por su parte, tiene incidencia indirecta a través de pandillas locales a las que les otorga motos, entrenamiento, dinero y armas. Algunos de esos grupos más pequeños que se encuentran enfrentados a Los Costeños son Los Rastrojos y Los Papalopez. El periódico local El Heraldo los señala como actores vinculados al Clan del Golfo.

Todavía no hay certezas sobre el asesinato de Arrieta, excandidato a concejal por Colombia Humana y reconocido por la lucha contra la corrupción en el departamento. Fue asesinado en su negocio de bicicletas, lo cual despierta sospechas de que pueda deberse a una extorsión vinculada al comercio. Sin embargo, Badillo remarca la importancia que tienen los líderes sociales en denunciar la violencia de las pandillas y provocar respuestas temporales del Estado. Para él, matarlos es una muestra de poder por parte de los grupos. “Es una forma de decir: ‘Seguimos siendo quienes dan las ordenes y determinamos el curso de la violencia”.

El alcalde de Soledad, Rodolfo Ucrós, ha pedido este viernes ayuda al presidente Gustavo Petro para enfrentar la crisis de seguridad del municipio. “El Gobierno nacional debe mirar para esta parte del territorio colombiano con dos cosas: aumentando el pie de fuerza y apoyando los programas sociales que impidan que nuestros jóvenes se integren a bandas delincuenciales”, ha subrayado. Asimismo, ha ofrecido 20 millones de pesos de recompensa a quienes ayuden a capturar a los responsables del homicidio de Arrieta y ha convocado a una marcha pacífica para el próximo jueves, en protesta por la inseguridad.

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Ucrós no está solo en las demandas de seguridad. El alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, ha elevado el tono de sus declaraciones en los últimos meses. “Seguiremos de manera frontal combatiéndolos hasta que se sometan a la justicia y decidan la paz. Mientras tanto, seguiremos enfrentándolos. No nos vamos a amilanar”, enfatizó en enero tras una masacre en El Santuario. Badillo, sin embargo, critica la narrativa institucional: los políticos y la Policía suelen situar los crímenes como “ajustes de cuentas” lejanos a civiles inocentes y retratan a las bandas como actores externos que “quieren entrar” a Barranquilla. “Los discursos de los gobernantes minimizan la violencia sistemática que se ve en extorsiones, ataques con granadas y desmembramientos”, resalta el investigador.

El Instituto de estudios para el desarrollo y la paz (Indepaz) contabiliza la masacre del martes como la vigésimo tercera de este año. Arrieta, por su parte, es el vigésimo octavo líder social asesinado.

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Sobre la firma

Lucas Reynoso
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Bogotá.

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