El representante de los ganaderos, la derecha más radical de Colombia, será negociador con el ELN a petición de Petro
El presidente, en un giro inesperado, suma a la mesa con los guerrilleros a un sector que estaba en contra de su Gobierno
Gustavo Petro se había guardado una sorpresa para la recta final de la conformación de la mesa de negociación con el ELN. En un giro absolutamente inesperado, el presidente de Colombia le ha pedido al representante de los ganaderos del país, un hombre conservador y antipetrista hasta el tuétano, que se sea parte de la delegación del Gobierno que negociará en Caracas con los guerrilleros. José Félix Lafaurie tendrá en frente a Gabino o Pablo Beltrán, insurgentes que combaten desde la adolescencia a gente como él, grandes propietarios de tierras.
Lafaurie, que representa el ala más derechista del país, ha aceptado la encomienda. “El sector ganadero no puede negarse a una petición así del presidente. A los ganaderos nos ha golpeado mucho la violencia. Quieren hacer de los ganaderos victimarios, cuando en realidad somos víctimas”, dijo.
Para los guerrilleros y sectores más extremistas, Lafaurie representa en cierto modo el paramilitarismo, los ejércitos irregulares que crearon los hacendados para defenderse de las guerrillas o para despojar a los campesinos de sus tierras. En esa tensión, la de la tenencia de la tierra, se ha disputado la guerra en Colombia en el último medio siglo. Ese conflicto se ha llevado por delante más de 300.000 vidas. La elección de Lafaurie también es sorprendente por otro asunto: nunca creyó en el proceso de paz de Juan Manuel Santos con las FARC. Es más, trató de sabotearlo.
Ahora, con Petro, a quien en campaña electoral consideraba un comunista peligroso, una amenaza para la democracia cuyo objetivo era expropiar a los ricos e imponer una suerte de chavismo, fungirá como negociador. El jefe de esa delegación, según adelantó EL PAÍS, será Otty Patiño, un exguerrillero del M-19, el mismo grupo en el que militó Petro. Junto a él estará Iván Cepeda, un senador de confianza del presidente que tiene mucha culpa de este giro de Lafaurie. Cuando empezó el mandato, Cepeda se acordó que el ganadero, en algunos foros en los que habían coincidido, había dicho que era necesario ejecutar una reforma agraria en Colombia. Cepeda lo llamó y le dijo que era el momento de ponerse manos a la obra.
Entre los dos y la ministra de Agricultura prepararon un plan ambicioso: el Gobierno le compraría a los ganaderos tres millones de hectáreas. Esa tierra iría a parar a manos de agricultores de coca. Petro aceptó de inmediato, y en muy pocos días se dio a conocer ese acuerdo. Mucha gente no salía de su asombro, no entendía como dos partes tan distantes —la izquierda y la derecha más recalcitrante— habían logrado entenderse. Petro y Cepeda, muchos años encasillados como izquierdistas radicales, han mostrado un pragmatismo sorprendente en estos tres primeros meses de Gobierno.
Sentar a Lafaurie en Caracas es la última vuelta de tuerca. La lista de negociadores que reveló este periódico tenía un claro sesgo progresista. La irrupción del ganadero lo cambia todo. Con anuncios como este, Petro ha logrado atraer la atención sobre una mesa de negociación que en principio no tenía tanto interés como la de las FARC, que en su día fue la guerrilla más potente de América Latina.
Antes de que Petro subiera al estrado de la convención ganadera, donde hizo este jueves el anuncio, habló Lafaurie. “Creemos que la Paz Total no es posible sin la recuperación económica y social del campo”, dijo. Nadie en el público imaginaba que el lunes será protagonista a la hora de tratar de lograr esa paz total, que consiste en desarmar al ELN, pero también a los múltiples actores armados regados por todo el país.
El ganadero no pasó por alto algunas de las contradicciones que tiene su relación con el presidente. “En esta ocasión, con uno que se autodefine, política y programáticamente, como el Gobierno del Cambio; es decir, que hoy nos encontramos frente a una nueva oportunidad, o frente al inicio de otra frustración. Créanos, señor presidente, que, al margen de diferencias ideológicas, que las tenemos, sin cálculo alguno y sin la mezquindad de quienes le apuestan a su fracaso, esperamos que su Gobierno represente para el campo esa oportunidad embolatada. Creemos que el cambio es posible y necesario”.
Lafaurie, por si fuera poco, es esposo de una de las políticas más importantes de Colombia, María Fernanda Cabal, senadora del Centro Democrático, el partido de Álvaro Uribe, otro de los enemigos enconados de Petro. Sin embargo, el presidente también se ha acercado a él, sabedor de que Uribe sigue siendo muy importante en determinados sectores a los que necesita acercarse para lograr la paz en Colombia. A ese barco ha subido también a Lafaurie, en otro golpe de audacia del presidente. Los resultados están por verse.
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