Fundido a negro en el Ártico
La extensión del hielo marino en el Polo Norte, en su mínimo Los científicos auguran que el calentamiento abrirá del todo las aguas en verano en décadas
El Ártico está a punto de batir la mínima extensión del hielo, medida en 2007. Según científicos noruegos y daneses lo ha hecho ya, aunque el instituto de Estados Unidos que lo sigue afirma que aún falta una semana. Poco importa. Nadie duda de que este año se batirá el récord registrado hace cinco veranos, algo que coincide con el patrón previsto por el cambio climático. Los científicos auguran que el océano quedará sin hielo en verano en solo unas décadas, con enormes implicaciones geopolíticas y climáticas: mayor facilidad para transitar rutas marítimas, acceso a nuevos yacimientos de petróleo y gas, disputa por las fronteras... Es como si el libro de geografía cambiase ante nuestros ojos.
Ola M. Johannessen, director del Nansen Environmental and Remote Sensing Center en Noruega, afirmó ayer por teléfono que el área ocupada por el hielo en el Ártico “ya está por debajo del mínimo de 2007”. Johannessen y su grupo utilizan los mismos datos de satélite que el NSIDC de EE UU, considerada la referencia y que ha anunciado que previsiblemente el mínimo se alcanzará la semana que viene. La diferencia está en cómo analizan las imágenes. El Instituto Danés de Meteorología también da ya por bueno el nuevo récord.
Johannessen señala que la superficie helada “nunca ha sido tan pequeña en los últimos siglos”. Desde que en 1979 los satélites comenzaron a medir la extensión del hielo marino, este ha descendido una media del 7,7% cada década.
El anterior récord data del 16 de septiembre de 2007, y es relevante que este año se haya alcanzado —o casi— en agosto, ya que normalmente el hielo ártico sigue fundiéndose hasta principios de septiembre antes de volver a crecer con el frío.
Johannessen no tiene dudas de lo que está pasando. “Es el cambio climático. En 2008 publicamos un estudio en el que correlacionábamos la concentración de CO2 en la atmósfera con la reducción de hielo en el Ártico”. El CO2 procede principalmente de la quema de combustibles fósiles, se acumula en la atmósfera y retiene parte del calor que emite la Tierra. La mayoría de los científicos coincide en que es el principal vector del cambio climático.
Por supuesto que hay variabilidad natural, igual que los años posteriores a 2007 no hubo mínimos, pero sí que hay una tendencia a la diminución.
Carlos Duarte, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas que ha liderado expediciones al Ártico, destaca que lo relevante no es solo la reducción de la extensión del hielo, “sino el volumen que ocupa, y cada vez el hielo es más fino”. El núcleo de hielo que resiste el verano es conocido como hielo multianual y puede medir hasta siete metros de espesor. El que se forma y se deshace cada año es mucho menos espeso. Y cada vez hay más de este y menos del primero.
Duarte añade que cada vez hay más variabilidad entre la extensión del hielo de año a año. “Ha habido un cambio de régimen en el Ártico, que puede ser síntoma de un cambio abrupto inminente”.
Al aumentar el deshielo, hay varios factores que aceleran aún más el proceso. El hielo refleja la mayor parte de la luz que llega, pero al fundirse deja paso al agua, que absorbe mucho más calor, que lo que funde más hielo y así sucesivamente. Su situación es completamente distinta de la de la Antártida, un continente helado, con altitudes mucho mayores y mucho menos sensible al calentamiento.
La mayoría de los científicos estima que en unas décadas el Ártico se quedará sin hielo en verano —no en invierno—. Johannessen calcula que eso ocurrirá cuando la concentración de CO2 en la atmósfera alcance las 500 partes por millones (ahora ronda las 400). Al ritmo actual de incremento de unas 2,5 partes por millón al año, faltarían unos 40 años.
Duarte considera que esa es una proyección moderada. “El deshielo del Ártico es un proceso no lineal que se acelera y en el que es muy difícil de predecir. Antes decíamos que se quedaría sin hielo a final de siglo, luego que en 2050 y ahora que puede que en 2030”. Duarte considera que la situación responde a un “cambio climático peligroso”, justo lo que la Convención Marco de Naciones Unidas del Cambio Climático, de 1992, intenta evitar. “Esto es un fracaso de la Convención”, sentencia Duarte.
La reducción del hielo ártico tiene tantas implicaciones como si el Himalaya estuviese bajando de cota. El Ártico es un magnífico territorio inexplorado de gas y petróleo. Hasta ahora, las condiciones para trabajar allí eran demasiado duras y peligrosas, pero poco a poco las petroleras se adentran cada vez más en sus aguas. Ayer, seis activistas de Greenpeace se encaramaron a una plataforma petrolífera de la rusa Gazprom en el Ártico para denunciar el dramático impacto que tendría un vertido. Su argumento es que si BP tardó meses en controlar el escape del golfo de México, pararlo en condiciones extremas y con el riesgo de icebergs sería mucho más difícil.
Todos los países de la región estudian por reclamar su jurisdicción sobre las aguas. Groenlandia, que también siente el calentamiento, augura una carrera por los recursos naturales. Canadá se prepara para controlar el paso del Noroeste, la mítica ruta entre el Pacífico y el Atlántico en la que encalló entre los hielos en 1851 el explorador Robert Mc Clure a bordo del Investigator. Rusia ultima nuevas rutas por el paso del noreste, la misma que en 2009 transitaron dos cargueros alemanes para acortar un 27% el viaje entre Seúl y Rotterdam. Los vecinos ya no ven hielo y frío en el norte, sino un territorio prometedor.
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