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La Iglesia Episcopaliana de EE UU reconoce la unión entre personas del mismo sexo

El obispo de Canterbury convoca a todos los obispos anglicanos a un sínodo extraordinario para tratar la homosexualidad

Los delegados de la Iglesia Episcopaliana de Estados Unidos, que esta semana nombraron al primer obispo homosexual reconocido de la historia, han tomado otra decisión sin precedentes en la misma línea: reconocer la unión entre personas del mismo sexo.

Estas medidas han sacudido también los cimientos de la Iglesia Anglicana, de la que la Episcopaliana es su rama estadounidense. Esta mañana el obispo de Canterbury, jefe espiritual de los anglicanos, ha convocado un sínodo extraordinario de obispos para el próximo mes de octubre en Londres.

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Según recoge la cadena estadounidense NBC, la decisión ha sido tomada en votación por la Cámara de Representantes de la iglesia, formada por clérigos y por fieles, donde ha quedado patente que algunos párrocos ya ofician ceremonias de unión de parejas homosexuales con el consentimiento de sus obispos. La medida, que ha sido aprobada por 120 votos a favor y 72 en contra, procede de una propuesta que, en su texto inicial, incluía la creación de una liturgia formal para las uniones del mismo sexo con el fin de sumarla al libro de la liturgia que, finalmente, no ha sido aceptada.

Nuevo golpe a los conservadores

Sin embargo, la Iglesia Episcopaliana -que también tiene fieles en América Latina, Asia y África-, ha reconocido que "las comunidades de fe locales están actuando en los límites de nuestra vida común al explorar y experimentar con liturgias de celebración y bendición de uniones del mismo sexo". Para uno de los obispos, Keith Ackerman, el texto aprobado supone un "reconocimiento sin aprobación", ya que permite a los obispos que celebraban ceremonias de este tipo continuar su política local particular.

El martes pasado la Iglesia Episcopaliana ratificó la designación de Gene Robinson, un homosexual declarado, como obispo del Estado de New Hampshire. La votación tuvo que aplazarse un día, tras la denuncia de que Robinson había hecho "tocamientos" a un feligrés y que había aprobado un sitio en Internet con enlaces pornográficos, pero las acusaciones fueron desestimadas porque se concluyó que carecían de fundamento.

La aprobación de las uniones homosexuales constituye un nuevo golpe para los elementos más conservadores de esta Iglesia, que vaticinaron un cisma tras la ratificación de Robinson, un sacerdote padre de dos hijos que hace 13 años vive con su compañero. Su posible división puede comenzar a tomar forma en octubre, cuando los miembros más conservadores se reúnan en Texas.

Delegados de la Iglesia Episcopaliana esperan su turno para expresar su opinión sobre las bodas entre <i>gays</i>.
Delegados de la Iglesia Episcopaliana esperan su turno para expresar su opinión sobre las bodas entre gays.AP

Un debate mundial

Esta decisión de la Iglesia Episcopaliana llega en un momento en que la homosexualidad acapara titulares en todo el mundo. La semana pasada, el Vaticano calificó las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo de "comportamiento anormal" y afirmó en un duro documento que es "el deber moral" de los políticos católicos oponerse a la legalización de los matrimonios homosexuales.

El presidente de EE UU, George W. Bush, también se lanzó a lo que en este país se ha denominado una "guerra cultural", y dijo recientemente que "el matrimonio es entre un hombre y una mujer", por lo que ha pedido al Gabinete jurídico de la Casa Blanca que estudie el asunto. En EE UU, los homosexuales no pueden casarse, pero el Estado de Vermont permite la unión civil, aunque no reconocida a nivel federal, y Massachusetts y Nueva Jersey podrían seguir el mismo camino, dependiendo de las decisiones de sus tribunales en dos casos que están pendientes.

El jefe de la mayoría republicana en el Senado, Bill Frist, ha sugerido la aprobación de una enmienda constitucional para prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo, una propuesta que la Casa Blanca ha dicho que considerará. "No creo que los estadounidenses quieran ver discriminación escrita en la Constitución", replicó Winnie Stachelberg, directora política de la Campaña Pro Derechos Humanos, la mayor asociación en defensa de los gays.

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