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El golpe de mando de Iglesias refuerza a los contrarios al pacto con el PSOE

El cese de Sergio Pascual refleja un debate sobre el futuro de Podemos dentro del partido

Irene Montero (derecha), Maribel Mora y Raimundo Viejo, el miércoles en el Congreso.
Irene Montero (derecha), Maribel Mora y Raimundo Viejo, el miércoles en el Congreso.L. S.

La destitución fulminante de Sergio Pascual, secretario de Organización de Podemos, ordenada por Pablo Iglesias el martes por la noche, acabó este miércoles agravando el conflicto interno y desencadenó al mismo tiempo un cambio de rumbo en Podemos hacia posiciones más cercanas a los orígenes del partido y menos partidaria al pacto con el PSOE. Lejos de apagar el incendio y aliviar tensiones entre los sectores afines al líder y a Errejón, el mayor valedor de Pascual, la decisión alimenta esa crisis y las pugnas entre familias. Carolina Bescansa, cofundadora de Podemos, reconoció “discrepancias tácticas” entre Errejón e Iglesias. Con la destitución, el líder se ha hecho con el control del aparato territorial, asumiendo así todo el poder frente a su número dos, que pierde apoyos.

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La decisión, además de reforzar a Iglesias orgánicamente, acerca la posición del partido a las tesis del secretario general y también, con matices, a Juan Carlos Monedero o la corriente Izquierda Anticapitalista (IA), que  gana peso en el equilibrio de fuerzas ante el sector errejonista. La caída Pascual, hombre fuerte de Íñigo Errejón, inclina la balanza hacia uno de los lados en la disputa ideológica que recorre a Podemos desde su fundación y cuyo debate fundamental dirime el partido ante la posible nueva investidura de Pedro Sánchez.

Según explican fuentes de la dirección, la destitución de Pascual pretende abrir una etapa en Podemos de regreso a las esencias y a los valores fundacionales de la formación. Lo explicó con claridad el propio Iglesias en una carta titulada Defender la belleza enviada el martes por la tarde a la militancia.

“El partido no es solo una máquina para desafiar la hegemonía del adversario”, escribió Iglesias, “para acceder y ejercer el poder, sino que es también el instrumento puesto al servicio de la dignidad de la gente”. El líder de Podemos alude así a la concepción que Errejón tiene de Podemos como una “maquinaria electoral”, otra de las posturas que discuten los pablistas. También hizo una referencia directa a la postura del partido en el debate de investidura del dirigente del PSOE, en el que acusó a Pedro Sánchez de tener un pasado "manchado de cal viva", en alusión al caso de los GAL. “Hoy me enorgullece, como secretario general de Podemos, que estemos demostrando que nosotros ni olvidamos ni traicionamos a la gente ni a los movimientos populares que politizaron el sufrimiento de nuestra patria”.

En el debate sobre la postura de Podemos ante el PSOE, unos creen que los partidos que pactaron antes con los socialistas fueron engullidos y desactivados por la formación que lidera hoy Pedro Sánchez —como le sucedió a Izquierda Unida, por ejemplo— y por eso consideran que hay que llevar el no a Sánchez hasta el final. En esa discusión, unos quieren entrar pronto en la gestión aunque las circunstancias no sean óptimas, mientras otros prefieren seguir consolidando posiciones capaces de representar el cambio y no tienen tanta urgencia por subordinarse a aquellas políticas que no son las propias.

En la misiva del martes, Iglesias niega que exista un Podemos más “domesticado” y otro más “radical”, pero desliza otros mensajes entre líneas que pueden leerse como una crítica al tacticismo que tanto ha impulsado la formación. “La técnica política pierde su sentido si se mitifica como objeto autónomo de los principios que la inspiran”, escribe el dirigente de Podemos.

El debate que atraviesa ahora la formación es parecido al que vivió en abril de 2015, cuando tras las elecciones autonómicas andaluzas entró por primera vez en una institución en España. Entonces hubo un sector más posibilista respecto al pacto con la actual presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. Finalmente, ganó la tesis de Iglesias y de Izquierda Anticapitalista, una corriente que gana peso ahora dentro de la organización y que hasta ha llegado a un acuerdo de no agresión con los pablistas en la dirección del partido en la Comunidad de Madrid.

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