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Mas promete diálogo al Rey pero sin renunciar al soberanismo

Don Juan Carlos recibió con gesto muy serio al presidente catalán en La Zarzuela

Foto: atlas | Vídeo: BERNARDO PÉREZ / ATLAS

Al Rey se le suele notar cuando tiene especial aprecio, o todo lo contrario, a alguien. Si es lo primero, se detendrá a hablar con la persona, le sonreirá, incluso le dará unas palmaditas en la espalda. Y si es lo segundo, estará serio, frío. Como dejó ver, sin disimulos, cuando recibió al portavoz de Amaiur Mikel Errekondo en La Zarzuela en diciembre de 2011, en la ronda de contactos con los representantes parlamentarios de los partidos políticos. Y como se le vio también ayer, al recibir todavía en muletas y por primera vez desde la declaración soberanista de Cataluña a su presidente, Artur Mas. Estaba muy serio. No intentó disimular.

Mientras esperaba al Rey, ya dentro del palacio de la Zarzuela, un Mas sonriente informó a los periodistas de que era su cumpleaños y aseguró que su encuentro con don Juan Carlos “forma parte del trabajo, de la cortesía y del diálogo”.

Se trataba de una reunión protocolaria, como las que tiene el Rey con todos los presidentes autonómicos tras las elecciones correspondientes, pero en este caso, tras meses de desafío soberanista, estaba cargado de simbolismo y mensajes políticos. Se prolongó eso sí, 45 minutos, exactamente lo mismo, remarcaban en La Zarzuela, que los recientes encuentros de don Juan Carlos con el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, del PP, y el nuevo lehendakari, Iñigo Urkullu, del PNV.

“Ir a explicarnos tendremos que ir siempre”, dijo el presidente de la Generalitat

La Zarzuela acordó con la Generalitat que, al contrario de lo que había anunciado el día anterior el Gobierno catalán, no emitirían un comunicado sobre el contenido del encuentro, como tampoco lo habían hecho los Gobiernos de Galicia y País Vasco tras las respectivas reuniones del Rey con sus presidentes.

Pero por la tarde, ya en Barcelona, Artur Mas aprovechó el acto de entrega del XXXIII Premio de las Letras Catalanas Ramon Llull, que organiza el Grupo Planeta —cuyo presidente, José Manuel Lara, afirmó que se llevaría a su empresa de Cataluña si se declaraba la independencia—, para deslizar dos referencias sobre la reunión y romper, de alguna manera, el compromiso de discreción adquirido horas antes en La Zarzuela.

El presidente catalán aseguró que había “intentado” enviar al Rey una “señal clara de voluntad de diálogo y entendimiento”, pero al mismo tiempo quiso dejar claro que eso lo iba a hacer desde “la firmeza de las convicciones y los proyectos”, es decir, que no renunciaba al soberanismo.

Mas descartó que en el futuro se fueran a cerrar las vías de contacto entre la Generalitat y la Administración central: “Ir a explicarnos tendremos que hacerlo siempre, aunque después se nos entienda mejor o peor”, dijo.

El presidente catalán también aprovechó la recepción con el Rey en La Zarzuela para poner de manifiesto la, a su juicio, injusta distribución del déficit entre la Generalitat y la Administración central. “Le he comentado hasta qué punto el Estado autonómico, con un importante desequilibrio desde el punto de vista de la distribución del déficit, se está quedando sin aire suficiente para garantizar el Estado del bienestar”, aseguró.

Recurrir la resolución, ¿sí o no?

V. G. C.

Justo después de que el Parlamento catalán proclamara, el pasado 23 de enero y de forma unilateral, la condición del pueblo catalán como “sujeto político y jurídico soberano”, el Gobierno encargó a la Abogacía del Estado un informe sobre la conveniencia y las posibilidades de prosperar que tendría un recurso ante el Tribunal Constitucional contra esa resolución. El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, podría presentar hoy o en un próximo Consejo de Ministros el resultado de ese informe.

El precedente que existe no es bueno para el Gobierno: en 2004, el Constitucional rechazó un recurso similar presentado por el Ejecutivo del PP contra la entrada del plan Ibarretxe en la Cámara vasca. Sin embargo, entre aquel caso y este hay una diferencia importante: el alto tribunal alegó en 2004 que no podía admitir el recurso porque el Gobierno solo puede impugnar "disposiciones y resoluciones" de las comunidades (artículo 161.2 de la Constitución), y el plan Ibarretxe no era ni una cosa ni la otra, sino un trámite para iniciar un debate. El texto que ha aprobado ahora el Parlamento catalán sí es una "resolución", con principio y fin en sí misma.

La Generalitat está pendiente de presentar los Presupuestos de este año y antes de hacerlo quiere intentar que el Gobierno central relaje el objetivo de déficit autonómico de 2013, fijado inicialmente en el 0,7%. “Si Europa da más aire, sería justo que dentro del Estado se reformara el esfuerzo de forma más equilibrada y proporcional”, afirmó.

Aunque la Casa del Rey no quisiera revelar el contenido de la reunión con Mas, la postura del Monarca sobre los planes del presidente de Cataluña, al que no recibía en La Zarzuela desde hacía dos años —tras ser investido presidente en las elecciones autonómicas de noviembre de 2010—, ha quedado ya clara en varias ocasiones.

La primera y más contundente fue el pasado 18 de septiembre, cuando solo una semana después de la masiva manifestación de la Diada por el independentismo, don Juan Carlos publicó en su renovada página web una carta sobre Cataluña en la que advertía: “En estas circunstancias, lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia. Son, por el contrario, los más adecuados para la acción decidida y conjunta de la sociedad en defensa del modelo democrático y social que entre todos hemos elegido”.

El Rey volvió a referirse al asunto, sin mencionarlo, en su discurso de la pasada Nochebuena, cuando proclamó que era “hora de mirar hacia adelante y cerrar heridas” y reivindicó la política “que, lejos de provocar el enfrentamiento y desde el respeto a la dignidad, integra lo común para sumar fuerzas, no para dividirlas. La que sabe renunciar a una porción de lo suyo para ganar algo mayor y mejor para todos”. Y el pasado 4 de enero, en la conversación que mantuvo con el periodista Jesús Hermida en TVE, confesó que una de sus mayores preocupaciones eran “las intransigencias que conllevan maximalismos y políticas rupturistas que en nada convienen a España”. En las tres ocasiones —carta en la web, discurso de Nochebuena y conversación televisada con Hermida— se estaba refiriendo a lo mismo.

Tras el encuentro con el Rey, queda pendiente la reunión entre Mas y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para la que todavía no hay fecha.

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