Arabia Saudí condena a muerte a 15 chiíes acusados de espiar para Irán
La sentencia, criticada por las organizaciones de derechos humanos, agrava la tensión entre ambos países
Arabia Saudí ha sentenciado a muerte a 15 personas por espiar para su archienemigo Irán, según informan varios medios locales este martes. Los condenados, que pueden apelar, son en su mayoría miembros de la minoría chií del reino y formaban parte de un grupo de 32, incluidos un iraní y un afgano, que estaban siendo juzgados por alta traición. El veredicto, criticado por las organizaciones de derechos humanos, sólo puede agravar la tensión entre ambas potencias que se disputan el liderazgo de la región.
Otros 15 sospechosos han recibido penas de cárcel que van de 6 meses a 25 años, en tanto que dos han sido exonerados, de acuerdo con el diario Al Riyadh, el primero en dar la noticia. La mayoría de los encausados fueron detenidos entre marzo y mayo de 2013 acusados de vínculos con los servicios secretos iraníes. Es la primera vez que ciudadanos saudíes son juzgados por espionaje.
Varios de ellos eran, según Arab News, “empleados de los ministerios de Defensa e Interior”, además de “un anciano profesor de universidad, un pediatra, un banquero y dos clérigos”. Entre los cargos a los que han hecho frente destacan “pasar información militar y de seguridad a Irán, intentar sabotear los intereses económicos saudíes, minar la cohesión de la comunidad e incitar a la lucha sectaria”.
Pero también hay otras acusaciones que distan de ser delitos reconocidos internacionalmente como “apoyar manifestaciones”, intentar “extender la confesión chií” o “dañar la reputación del reino”. El proceso “ha sido defectuoso desde el principio”, ha declarado Adam Coogle, investigador para Oriente Próximo de Human Rights Watch (HRW), citado por la agencia France Presse. Esa organización ya consideró el pasado mayo que se trataba de una “burla de la justicia” porque los encausados no podían reunirse con los abogados defensores, un problema habitual en el sistema judicial saudí.
El juicio comenzó el pasado febrero, apenas un mes después de que Riad rompiera relaciones con Teherán por el ataque que sufrió su embajada a raíz de la ejecución del clérigo disidente chií Nimr al Nimr. Desde el principio, las organizaciones de derechos humanos denunciaron el carácter político de la causa que se ha desarrollado en un tribunal especial y sin respetar la presunción de inocencia, ya que tanto los portavoces oficiales como el gran muftí del reino, Abdelaziz al Sheij, se refirieron a los procesados como “enemigos con una fe ciega”.
Al menos 18 de ellos proceden de Al Ahsa y Qatif, en la Provincia Oriental, donde se concentra la mitad de la comunidad chií de Arabia Saudí, que se queja de discriminación. Riad, cuyos gobernantes se han erigido en líderes del mayoritario islam suní, acusa a Irán, una teocracia chií, de incitar las protestas que de forma esporádica se producen en esa región, pero nunca ha presentado pruebas concluyentes. Teherán siempre ha negado cualquier vínculo.
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