Merkel rechaza la prohibición del burka en las calles alemanas
La canciller defiende el derecho al velo integral, pero no en juzgados o administraciones públicas
La canciller Angela Merkel chocó el miércoles con un debate que levanta pasiones en la sociedad alemana: la prohibición –o no- del burka y el niqab. La líder alemana mostró su rechazo a estas prendas que cubren todo el cuerpo de la mujer, que considera “un obstáculo para la integración”. Pero también defendió que su uso forma parte de la libertad religiosa, un bien consagrado en la Constitución que es necesario preservar. Y este derecho implica que cada uno pueda “expresar públicamente sus creencias”, dijo Merkel en un acto sobre libertad religiosa organizado por su partido, la CDU, y sus aliados bávaros de la CSU.
En una especie de equilibrismo entre el veto total y la libertad de cada mujer a vestirse como quiera donde quiera, Merkel abogó impedir el velo integral en ciertos ámbitos, como los juzgados u otras administraciones públicas. En estos lugares, dijo, “un velo integral no sería adecuado”.
La muy medida intervención de Merkel –que va en la misma línea de anteriores declaraciones de su ministro del Interior, Thomas de Maizière- puede ensanchar un poco más las diferencias de la canciller con sus teóricos aliados bávaros, que el pasado fin de semana presentaron un paquete de propuestas que incluía la prohibición total del burka.
La solución salomónica pactada por Merkel y De Maizière tampoco contentará a destacados dirigentes democristianos deseosos de mostrar una cara más dura ante todo lo que recuerde a fundamentalismo islámico. “No quiero tener que encontrarme con ningún burka en este país. Soy burkófobo”, dijo hace semanas Jens Spahn, secretario de Estado de Finanzas y joven y prometedor dirigente de la CDU que se perfila como apuesta futura para el sector que pide una vuelta a las esencias conservadoras del partido.
Pese a ser prácticamente invisible en las calles, el debate sobre el burka apasiona en Alemania. Algunos expertos estiman que en todo el país habrá un centenar de mujeres que lo vistan. En Berlín, por ejemplo, es posible ver en barrios como Kreuzberg, con gran presencia musulmana, de vez en cuando algún niqab (que deja los ojos al aire). Pero el burka, prenda típica de Afganistán que cubre también los ojos con una especie de rejilla de tela, es una excepción absoluta.
La inmensa mayoría de los ciudadanos defiende algún tipo de limitación para el burka y similares. Según una encuesta realizada el mes pasado por la televisión pública ARD, la mitad de los consultados apostaban por una prohibición absoluta. Otro tercio se conformaba con vetarlo en algunos espacios públicos. Tan solo un 15% respondió que no veía necesario ningún tipo de regulación.
Los ministros del Interior de los 16 Estados alemanes se pusieron de acuerdo en agosto para impulsar una prohibición del burka en juzgados, oficinas públicas, escuelas o en los conductores de coches. De Maizière llegó a un acuerdo prometiendo algún tipo de regulación, pero rechazando una prohibición total con el argumento de que sería contraria a la Constitución. “No se puede prohibir todo lo que uno rechaza”, argumentó entonces.
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