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La Justicia argentina cerca a un empresario icono del kirchnerismo

Lázaro Báez se niega a declarar en una causa por lavado de dinero. El juez lo envía a una prisión de máxima seguridad

Federico Rivas Molina
El empresario Lázaro Báez se negó a declarar ante el juez en una investigación por lavado de dinero
El empresario Lázaro Báez se negó a declarar ante el juez en una investigación por lavado de dineroAFP

El empresario argentino Lázaro Báez, amigo personal del expresidente Néstor Kircher (2003-2007), vive una de sus peores pesadillas. No por lo inesperada, sino por la velocidad con que se hizo realidad. Los medios de comunicación argentinos llevan tres años vinculándolo con supuestos negocios sucios del kirchnerismo, hasta el punto de que Báez se convirtió en un icono de la corrupción. Pero la Justicia apenas había logrado rozarlo. El martes por la noche todo cambió para Báez. La policía rodeó en el aeropuerto de San Fernadno, en las afueras de Buenos Aires, el avión privado que lo trasladaba desde Río Gallegos, la ciudad donde vive en la provincia patagónica de Santa Cruz. Minutos después, las cámaras de televisión mostraron su traslado esposado y con chaleco antibalas. Hoy se presentó finalmente ante Sebastián Casanello, el juez que pidió su detención, pero se negó a declarar. El magistrado decidió recluirlo en la cárcel de máxima seguridad de Ezeiza, 25 km al oeste de la capital argentina.

Báez estuvo media hora ante el juez, presentó un escrito y no respondió preguntas. En el texto se refirió a un vídeo que fue origen de todos sus males: en él se ve a su hijo Martín, también detenido, mientras cuenta millones de euros y dólares en una financiera. Báez dijo que los billetes no eran prueba de lavado de dinero, como sospecha Casanello, sino fruto de su trabajo como constructor. Lo que mostraron las cámaras, escribió, no fue más que el paso previo a la compra de un campo.

El caso Báez ha acaparado la atención mediática en Argentina, una buena noticia para el presidente Mauricio Macri, que desde el domingo tuvo que defenderse de la revelación de una empresa a su nombre, y no declarada, en Bahamas. Con el arresto de Báez las miradas se desviaron hacia situaciones menos comprometedoras para el presidente.

Lo cierto es que la embestida judicial contra el entorno de Cristina Kirchner sumó la caída de un nuevo alfil. El sábado había terminado en la cárcel un exsecretario de Transporte de la gestión kirchnerista, Ricardo Jaime, investigado por pagar a España y Portugal 100 millones de dólares por material ferroviario inservible.

Lázaro Báez se enriqueció con adjudicación de obra pública durante el kirchnerismo
Lázaro Báez se enriqueció con adjudicación de obra pública durante el kirchnerismoAFP

El juez decidió emitir ahora la orden de captura contra Báez cuando se enteró de que su viaje entre Río Gallegos y Buenos Aires no tenía plan de vuelo, y temió una fuga “El avión no informó el plan de vuelo y por eso se avisó al juez de la causa. Al no tener claridad de adonde iba el avión, el magistrado ordenó la detención”, explicó la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. El empresario dijo a los policías que lo apresaron que voló hacia Buenos Aires, justamente, para declarar ante Casanello el jueves, cuando tenían fecha su indagatoria. Mientras Báez caía en San Fernando, otro operativo policial en un barrio de Buenos Aires detenía al encargado de sus finanzas, Daniel Pérez Gadín. El hijo de Báez, Martín, también terminó preso. Los tres se presentaron hoy ante Casanello.

Han sido detenciones de alto impacto político. El enriquecimiento acelerado de Báez y su cercanía con los Kirchner lo convirtió en blanco de sospechas de corrupción. Báez era un cajero del Banco Provincia cuando conoció a Kirchner, entonces alcalde de Río Gallegos. Y se apuntó a su estela. Desde que su amigo se hizo gobernador, y después presidente, el cajero inició una carrera ascendente que lo ha llevado a lograr hasta 800 millones de dólares en contratos públicos en 10 años. Con ese dinero ha comprado 263.000 hectáreas de terreno hasta convertirse en un gran terrateniente. Y también adquirió casi todas las empresas de obra pública de la zona, hasta hacerse con la mayoría del mercado. Báez se hizo muy rico y se construyó una espectacular mansión a las afueras de Río Gallegos.

Las investigaciones judiciales en su contra se iniciaron durante el kirchnerismo, pero a paso lento. Con la llegada de Macri a la presidencia tomaron una velocidad de vértigo. La duda es ahora hasta donde estará dispuesto a hablar Báez y cuánto tendrá para decir. Aún no ha dicho nada revelador, pero su estrategia podría ser diferente si se siente cercado. El martes adelantó algo en una respuesta que dio por mensaje de texto al diario OPI, de Santa Cruz. "Creo que ya es hora de decir mi parte", escribió. El diario le pidió más precisiones sobre cuáles serían las revelaciones, pero hubo silencio.

Para el oficialismo todos los caminos conducen a Cristina Kirchner, el premio mayor. La excandidata presidencial Elisa Carrió, referente de la coalición oficialista Cambiemos y cercana a Macri, ha sido una de las principales promotoras de las denuncias contra Báez. Ayer no tuvo reparos en acusar en forma directa a la expresidenta. "Báez era empleado de Néstor y a la muerte de Néstor seguramente se quedó con algo, pero la jefa sigue siendo Cristina", disparó Carrió.

El juez Casanello, sin embargo, ha negado que la investigación por lavado de dinero contra Báez involucre en el futuro a Cristina Kirchner. “No está involucrada”, dijo, antes de aclarar que ni siquiera la llamará como testigo. Pero el fiscal de la causa, Guillermo Marijuán, no se mostró tan convencido. “Después de más de 30 años en el Ministerio Público”, dijo, “si hay algo que aprendí es que cuando empezamos una investigación no descartamos el nombre de ninguna persona". Cristina tiene su cita personal con la Justicia el 13 de abril, cuando deberá declarar en una causa iniciada contra exdirectivos del Banco Central por operaciones de venta de dólares a futuro, durante las últimas semanas de su gobierno.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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