Peregrinaje al vuelo GWI9525
Una familia condujo desde Lorca hasta la zona donde se estrelló el avión
En un Chevrolet de color blanco, una familia de Lorca condujo hasta llegar a la zona de Seyne-les-Alpes, el pueblo donde se ha establecido el operativo de rescate de los restos del avión y de las víctimas del accidente de Germanwings, en el que murieron 150 personas, entre ellas, Javier Moreno. Su hermano Vicente y su cuñada Ángela salieron el miércoles a las cinco de la madrugada del pueblo murciano hacia los Alpes, a una distancia de casi 1.300 kilómetros. Fueron los primeros españoles en llegar, y los últimos en irse de las casi 80 familias que quisieron acudir al lugar de la tragedia.
El viernes a las doce y media, un día después de la gran ofrenda conjunta, en su propio coche, y escoltados por otro vehículo oficial, el matrimonio subió a Le Vernet, un pequeño pueblo de un centenar de habitantes, en la falda del monte Trois Évêchés, donde se estrelló el avión. Acompañados de tres personas del consulado español en Marsella, caminaron hasta el monolito en recuerdo a los fallecidos. En una piedra gris, con las letras talladas en color dorado, se podía leer: "En memoria de las víctimas de la catástrofe aérea del 24 de marzo", escrito en francés, alemán, español e inglés. Arrodillado, el matrimonio puso dos ramos de rosas. Después depositaron una corona de flores, con una banda que decía: "España en nombre de las víctimas", y se marcharon.
Le Vernet está llamado a convertirse en el lugar de peregrinaje de quienes quieran rendir tributo a las víctimas del vuelo GWI9525. "En mayo, habilitaremos la zona para que se pueda llegar al lugar del accidente", explicó este viernes Joelle Balique, vecina de Le Vernet y esposa del alcalde. "El monolito se quedará aquí para siempre, para que lo visiten cada vez que lo deseen", explicó su marido François. Este viernes por la tarde estaba previsto que llegasen al lugar una decena de familias colombianas y japonesas también para despedirse, según indicó el alcalde. En la ciudad permanecía un amplio equipo de psicólogos, médicos y técnicos de la Cruz Roja para apoyarles.
Algunos de los familiares regresaron con la frustración de no haber visto el lugar exacto del impacto. Tuvieron que conformase con divisar la montaña, a lo lejos. Pero el terreno es muy escarpado, casi impracticable. "Era una de las cosas que nos pidieron, pero cuando les explicabas que era imposible, lo entendían y lo aceptaban", explicó este viernes Jordi Sánchez, coordinador del equipo de los Servicios de Emergencias Sociales del Ayuntamiento de Barcelona. "Lo más duro será lo mucho que se pueden alargar en el tiempo las tareas de identificación", añadió Carlos Urkía, médico del Departamento de Salud y Socorro de los Servicios Centrales de Madrid, que apuntó que estaban preparados para recibir a más personas de las que finalmente viajaron a los Alpes.
Este viernes era el cuarto día de las labores de rescate en el macizo. A primera hora, pasadas las ocho, con sol y con algo de viento, volvieron a elevarse los helicópteros para tratar de recuperar los cuerpos y los restos del avión, que van extrayendo de la montaña. Se trata de una tarea muy lenta y laboriosa. Los despojos están repartidos en un área de más de cuatro hectáreas, con un desnivel de más de 200 metros, que los especialistas han fotografiado palmo a palmo para conocer qué hay en cada lugar. En las tareas de identificación participan forenses e investigadores franceses, que cuentan también con el apoyo de policías y guardias civiles que se han trasladado al lugar. Las muestras que se recuperan son trasladadas primero a un lugar intermedio de la montaña y después, en furgonetas, viajan hasta el centro de identificación montado en Seyne. En la zona se han recuperado entre 400 y 600 restos humanos, según la prensa francesa. Todavía no se ha hallado la segunda caja negra, que es otra de las prioridades de los equipos.
Los gendarmes han cortado todas las carreteras de acceso al macizo, que vigilan día y noche para evitar que el área del accidente puedan ser contaminada. Pero también para proteger los restos de cualquier otro elemento externo, como pueden ser los lobos, que abundan en la zona, según explicaron algunos vecinos, que conocen las montañas.
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