El kirchnerismo pierde en grandes distritos pero controla el Parlamento
El exkirchnerista Massa surge como líder de una oposición dividida, pero la fuerza política de Fernández sigue siendo la más votada en todo el país
El resultado de las elecciones legislativas del pasado domingo en Argentina ha sido ambiguo. Por un lado, el kirchnerismo perdió en la mitad de los 24 distritos, incluidos los cinco principales del país. Por otro, sigue siendo la fuerza más votada en todo el país y mantendrá el control parlamentario en los dos últimos años del segundo Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner, que se recupera favorablemente de una cirugía por un coágulo en el cráneo y volverá a la actividad el próximo 8 de noviembre. Lo que está claro es que Fernández no podrá aspirar en 2015 a una segunda reelección —prohibida por la Constitución— y es muy probable que alguien que no sea de la familia Kirchner llegue entonces al poder. Se abre una transición política en Argentina en la que el kirchnerismo deberá buscar candidato propio, que tal vez sea más un peronista clásico que de izquierdas como los Kichner, y en los que la fragmentada oposición deberá seguir su actual proceso de unificación en dos o tres grandes coaliciones que les permitan disputar la jefatura de Estado. Además, en los próximos dos años Argentina, así como el resto de Latinoamérica, puede que enfrente un escenario de desaceleración económica después de una década de bonanza de los precios de las materias primas, principales exportaciones sudamericanas.
En la oposición ha emergido una nueva estrella que se llama Sergio Massa, un peronista que dejó el kirchnerismo en junio pasado y que triunfó el domingo en la provincia de Buenos Aires (donde votan casi cuatro de cada 10 argentinos) con el 43,9% de su Frente Renovador frente al 32,1% del gubernamental Frente para la Victoria (FpV). Ningún político argentino desconoce que debe hacer pie en territorio bonaerense si quiere convertirse en presidente de su país. Sin embargo, no siempre los dirigentes de esta provincia logran encontrar respaldo fuera de ella, por lo que Massa, actual alcalde del municipio de Tigre (periferia de la capital) y futuro diputado, deberá esforzarse mucho si quiere convertirse en jefe de Estado. A sus 41 años, el domingo prometió en su festejó que cruzará la frontera de su provincia y comenzará a “caminar” el resto del país.
En el nivel nacional, el FpV y sus aliados obtuvieron el 33,2% de los votos, con lo que mejoraron el desempeño de las legislativas del primer Gobierno de Fernández en 2009, cuando quedaron detrás de una fugaz alianza de la centrista Unión Cívica Radical (UCR), el progresismo y otras fuerzas de centro. Lograron 47 diputados. El peronismo disidente, que incluye a Massa y a diversos dirigentes peleados entre sí, obtuvo el 25,1% y 27 legisladores en la cámara baja. La nueva coalición de radicales, progresistas y centristas, que compitieron separados en ciertas provincias, acumuló el 24,6% y 36 diputados, mientras que el conservador Partido Propuesta Republicana (PRO) obtuvo el 7,6% y 11 miembros en la cámara baja. El vicepresidente de Argentina, Amado Boudou, a cargo de la presidencia interina, fue el portavoz del kirchnerismo el domingo. Este político acosado por denuncias de supuesta corrupción solo mencionó que su fuerza política constituye la más votada en el nivel nacional, sin hacerse cargo de las derrotas en los principales distritos.
La constitución argentina prohíbe una segunda reelección
Así es que el kirchnerismo y sus aliados mantendrán la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados (son necesarios 129 escaños), aunque baje de 134 a 131 miembros, y también en el Senado (donde se requieren 37), con los mismos 40 legisladores que antes. Lo que no podrá es reformar la Constitución para autorizar que Fernández busque otra reelección en 2015. Para eso necesitaba subir su hegemonía a dos tercios de los diputados (172) y senadores (48). La pregunta que surge ahora es si el kirchnerismo usará esa mayoría parlamentaria para sobreponerse de las derrotas en los principales distritos y promover leyes que recuperen su popularidad. Otra posibilidad es que a Fernández le cueste mantener el voto de ciertos diputados del FpV y partidos aliados que prefieran desmarcarse del Gobierno con la mira en las presidenciales de 2015.
Una gran duda es si el kirchnerismo presentará dentro de dos años un candidato que mantenga sus políticas más radicales u opte uno con perfil más moderado. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, de perfil más conservador, ha dicho hace tiempo que ambiciona la presidencia de Argentina, tienen buena imagen en las encuestas, pero ha sufrido la derrota del candidato kirchnerista el domingo. En cambio, dos gobernadores de provincias de mediana población como Entre Ríos (este de Argentina), Sergio Urribarri, y Chaco (noreste), Jorge Capitanich, consiguieron victorias de sus candidatos en las legislativas y suenan como presidenciables, al igual que el ministro del Interior y Tranporte, Florencio Randazzo, y el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, ambos bonaerenses. Estos cuatro aparecen como más kirchneristas que Scioli, pero las fidelidades personales en el peronismo son volátiles. Lo que está claro es que los pronósticos opositores de fin de ciclo kirchnerista quizá sean prematuros hasta que se vote finalmente al presidente en 2015.
El kirchnerismo no solo perdió en la provincia de Buenos Aires sino en los otros cuatro distritos más poblados del país. En Córdoba consiguió una sobria victoria el peronismo disidente. En Santa Fe, el candidato a diputado socialista Hermes Binner logró un triunfo contundente y anunció que su propuesta es para toda Argentina. Volverá a pelear por la presidencia, como en 2011, cuando obtuvo el 17% frente al 54% de Fernández, pero la próxima vez iría aliado con la UCR y otros partidos. Su rival en las primarias presidenciales podría ser el radical Julio Cobos, que este domingo arrasó en Mendoza. Cobos fue aliado del kirchnerismo y como tal llegó a vicepresidente de Argentina en 2007, pero después se peleó con Fernández en el conflicto agrario de 2008. La incógnita es si esta alianza de centroizquierda se mantendrá. También hay dudas por la posibilidad de unir a los peronistas disidentes entre sí.
En la ciudad de Buenos Aires, venció con amplitud el PRO del alcalde Mauricio Macri, que en la noche de la victoria proclamó su candidatura a presidente. El PRO tiene el desafío de salir de la capital y convertirse en una fuerza nacional. En parte lo ha hecho y en estos comicios ha logrado diputados en diversas provincias, pero ni siquiera presentó candidatos en la de Buenos Aires.
Cuando regrese al poder, Fernández deberá lidiar en lo inmediato con dos asuntos económicos de importancia. Uno es la escasez de divisas, provocada en parte por la necesidad creciente de importaciones de energía y que presiona hacia la depreciación del peso. Otra es la inflación, del 24% anual. Pese a los considerables logros sociales que sostienen al kirchnerismo en el poder desde hace diez años, Argentina también enfrenta el desafío de seguir bajando el desempleo, del 7% actual, formalizar un tercio de los trabajadores sin Seguridad Social y reducir una pobreza que afecta a más del 20% de la población.
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