_
_
_
_

Internet cubano a precios del “imperio”

Pese a todo, la tasa de conectividad es la más baja de América Latina La ventana a la web se ha abierto en la isla este martes

Un hombre accede a Internet desde una de las oficinas habilitadas.
Un hombre accede a Internet desde una de las oficinas habilitadas.ap

“Una hora de Internet equivale más o menos a lo que gasto en una semana en comer”, explica el bloguero cubano Henry Constantin al otro lado de la línea del teléfono. El mismo teléfono celular que aún utiliza para navegar a ciegas en Internet porque el dinero no le alcanza para visitar alguno de los 118 centros públicos de conexión a Internet que este martes ha inaugurado el Gobierno de Raúl Castro en toda la isla, y por pura precaución. Porque una de las reglas establecidas por el Estado para el uso de estas salas dice claramente: “No usar para realizar acciones que puedan considerarse (…) como dañinas o perjudiciales para la seguridad pública, la integridad, la economía, la independencia y la soberanía nacional”. Y los mensajes que publica Constantin en su blog y en su cuenta de Twitter  han sido considerados como eso: dañinos y perjudiciales.

Constantin vive en Camagüey: la capital de la provincia centro-oriental de Cuba que lleva el mismo nombre, donde ayer comenzaron a operar cinco nuevas salas de Internet administradas por la estatal Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa). Allí se ofrecen tres tipos de servicios, con tres tarifas: una hora de navegación en internacional por Internet cuesta 4,5 pesos cubanos convertibles, que equivalen a 4,5 dólares estadounidenses; una hora de navegación por la intranet nacional, con activación de correo electrónico internacional, 1,5 pesos convertibles; y una hora de navegación en la intranet nacional, son 0,60 pesos convertibles.

“Uno pasa en bicicleta y ve que el público que hay allí es mínimo. Esos precios solo los puede pagar quien tiene familiares o amigos en el extranjero que les envíen dinero para recargar las tarjetas”, sigue Constantin. El servicio funciona a través de tarjetas de prepago que expiran en 30 días o mediante la contratación de una cuenta internacional de correo webmail que almacena hasta 50 megabytes de información siempre y cuando sea recargada al menos cada dos meses. “Lo que hace la mayoría es aprovechar la opción del correo electrónico, que tiene un precio menor que el de navegación. Pero hay que usar el servicio con reservas, porque se sabe que estos lugares están controlados por el Estado”.

Todavía hay sitios prohibidos. Desde que el Gobierno de los hermanos Castro admitió las conexiones a Internet desde hoteles y oficinas de correo, hay páginas de Internet que permanecen bloqueadas a la consulta. Revolico.com es una de ellas: una plataforma cubana, creada inicialmente para promocionar la compra-venta de equipos usados de computación, donde ahora se anuncian desde ventas de zapatos hasta ofertas de gimnasios. Sin embargo, ayer los cubanos pudieron navegar por las ediciones electrónicas de diarios internacionales y de blogs locales anteriormente vedados, como la edición electrónica del diario cubano-americano El Nuevo Herald y los portales www.vocescubanas.com y www.desdecuba.com, que alojan los blogs de decenas de cubanos disidentes, unos más modestos, como el de Henry Constantin, y otros que han alcanzado popularidad global, como Generación Y, escrito la ciberactivista Yoani Sánchez. “#Cuba A pesar d altos precios, letra chica en el contrato e imposibilidad d acceso doméstico, hay q ocupar estas pequeñas grietas en el muro”, escribió Yoani Sánchez en su cuenta de Twitter, luego de visitar la sala de conexión habilitada en la calle 17 de El Vedado, en La Habana.

Aunque la tasa de conectividad de Cuba es la más baja de América Latina (3%), Internet se ha convertido en un nuevo campo de batalla política para los cubanos durante los últimos años. “Con Internet hay que hacer como pidió el Che que hiciéramos con las universidades: pintarla de negro, de mulato, de obrero y de campesino. (…) Un objetivo del Gobierno norteamericano es impedirnos el acceso a estas tecnologías y limitarnos los recursos financieros para obtenerlas, mientras gasta decenas de millones de dólares en facilitárselos a la quinta columna que alimenta aquí para que usurpe la expresión de los cubanos”, decía este martes el bloguero pro-castrista Iroel Sánchez en una entrevista con el diario oficial Juventud Rebelde, a propósito de la publicación de su libro titulado Sospechas y disidencias: una mirada cubana en la red. La obra es un compendio de entradas que Iroel Sánchez ha publicado en su blog, La pupila insomne, desde julio 2010 y hasta tres veces por día. El autor comparte la tesis del Gobierno de los hermanos Castro, que ha atribuye limitaciones de conectividad de la isla al embargo económico que mantiene Estados Unidos en su contra desde la década de los sesenta del siglo XX y que blogueros como Yoani Sánchez o como Henry Constantin son financiados por “el imperio”.

La ventana a la web que se ha abierto en Cuba este martes, sostiene el Gobierno, ha sido posible gracias al tendido de un cable submarino de fibra óptica, de 1.600 kilómetros de largo y a un costo de 70 millones de dólares, que conecta a Cuba con Venezuela y Jamaica. La instalación del cable terminó en febrero de 2011, pero este comenzó a funcionar el pasado 24 de enero. Según dijo el viceministro de Comunicaciones de Cuba, Wilfredo González, al día siguiente de anunciar la apertura al público de los centros de conexión que abrieron sus puertas este martes, las únicas limitaciones al uso privado de internet en Cuba responden a razones “tecnológicas y financieras”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_