El legado indeleble de Bush
Los sondeos muestran que los norteamericanos son cada vez más indiferentes a una prisión que nunca debió ser abierta
Hay un lugar, lejos de Dallas y arrendado a Cuba, que simboliza el legado de George W. Bush de manera más oscura y verdadera que la Biblioteca inaugurada en esa ciudad en su nombre el pasado jueves y con la que cada presidente de turno trata de reescribir su historia, la huella dejada tras su paso por la Casa Blanca. Definía un editorial del The New York Times el viernes a ese lugar alejado de Texas como “la mancha de Guantánamo”, la representación de “la peligrosa expansión del poder ejecutivo y las detenciones ilegales, las prisiones secretas y la tortura”.
Mientras que los sondeos muestran que los norteamericanos son cada vez más indiferentes a una prisión que nunca debería de haber sido abierta, la realidad que se vive en el penal es cada día más explosiva, con conatos de violencia y una tensión acumulada que daba pésimos frutos a mediados de mes, cuando se produjeron enfrentamientos entre los guardas y los detenidos, lo que provocó que el alto mando militar ordenase que los reos fueran encerrados en celdas individuales en lugar de hacerlo en zonas comunales.
En la mañana soleada del jueves, Bush dijo durante su discurso de inauguración de su biblioteca-museo sentirse cómodo con las “duras decisiones” que había tomado “para proteger América”. “Por muy a gusto que se sienta el señor Bush”, editorializaba el Times, “el país debe de reconocer el exorbitante precio que se ha pagado por lo que básicamente es una prisión política”. El diario neoyorquino finalizaba diciendo que igual que la prisión de Maze en Irlanda del Norte dejó una mancha indeleble sobre el récord de derechos humanos en Gran Bretaña, lo mismo hacía Guantánamo con EE UU.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.