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El Papa promete apoyar la búsqueda de desaparecidos bajo la dictadura argentina

Las Abuelas de la Plaza de Mayo entregan una carta a Francisco en El Vaticano

Alejandro Rebossio
El papa Francisco, este miércoles en el Vaticano.
El papa Francisco, este miércoles en el Vaticano.VINCENZO PINTO (AFP)

La presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, no había reaccionado bien el mes pasado al nombramiento de Jorge Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, como Papa. Había recordado en aquel momento que había “acusaciones muy serias” contra él por el secuestro en la última dictadura militar de Argentina (1976-1983) de dos curas de la Compañía de Jesús, que Francisco dirigía en aquel tiempo en este país. También se había quejado de que como arzobispo jamás había hablado de los 500 nietos de las Abuelas de Plaza de Mayo que fueron robados de sus madres desaparecidas y entregados a integrantes de las fuerzas de seguridad y personas vinculadas a ellas, a veces por intermediación de religiosas y laicos católicos.

Sin embargo, Carlotto pidió ver al Papa y este la citó para este miércoles, en una audiencia general en la plaza de San Pedro junto con otras 100.000 personas. Pero Francisco se ha acercado a ella y han hablado durante dos minutos. La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo le ha entregado una carta pidiéndole que abriera los archivos de la Iglesia argentina y del Vaticano para ver si hay información de sus hijos desaparecidos y nietos robados (aún hay 400 sin identificar, incluido el de ella). También le ha rogado que advirtiera a los miembros de la Iglesia sobre el “pecado” de ocultar información sobre “secuestros, asesinatos y robos de bebés perpetrados por el terrorismo de Estado”.

“Cuenten conmigo, estoy a su disposición”, ha sido la respuesta del Papa, con la que Carlotto ha quedado conforme. “Eso fue suficiente. Nace otra instancia. Fue como una transmisión de afecto, una transmisión de la Iglesia que queremos los católicos. Es un hombre sencillo, con mirada clara, que nos besó”, ha dicho en rueda de prensa. Junto a ella estaban otra abuela de Plaza de Mayo, Buscarita Roa, que le ha regalado al Papa el tradicional pañuelo blanco de las Madres de Plaza de Mayo, y uno de los 108 nietos recuperados, Juan Cabandié, concejal kirchnerista de Buenos Aires que el día de la designación de Bergoglio se negó a participar en un homenaje a su figura.

Cabandié le ha contado al Papa que estaba leyendo el libro sobre la conferencia episcopal latinoamericana de Aparecida (Brasil) en 2007 que el nuevo pontífice le había regalado a la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. El Gobierno argentino dio un giro de 180 grados en su relación con Bergoglio: se acabaron los años de tensión desde que lo nombraran pontífice y se desatara la papamanía.

Carlotto ha aclarado que el encuentro no cambia el pasado, pero sí el presente: “La historia no se borra, él nunca habló de nuestros nietos y había dolor en nosotras. Y llegó la oportunidad... La vida es eso, oportunidades y las abuelas tenemos paciencia”.

El pasado jueves, la hermana de uno de los dos jesuitas secuestrados, Graciela Yorio, había declarado como testigo en el tercer juicio sobre los crímenes cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los principales centros clandestinos de detención del régimen. La testigo denunció que contra su hermano Orlando ocurrió una “clara persecución [ideológica] de la Compañía de Jesús”, que lo desvinculó poco antes de ser secuestrado por la dictadura. Graciela Yorio dijo que la desafectación de su hermano, un sacerdote que vivía en un barrio de chabolas y era acusado injustamente de guerrillero, lo dejó en una “situación de desprotección total”. También contó que Bergoglio le había dicho a ella en aquel tiempo que él había hablado bien de su hermano, en contraposición a lo que sospecha la testigo. En su testimonio, Graciela Yorio no acusó de ningún delito al ahora Papa.

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