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“Eso son cosas de mujeres”

De los 15 Estados de África Occidental solo cuatro tienen licencia para padres en su legislación: Mauritania, Malí, Togo y Benín. En Senegal ni siquiera es objeto de debate o demanda social pues la prioridad es la ley de paridad

En muchos países africanos los padres han estado tradicionalmente ausentes de la logística en cuanto a crianza y educación de sus hijos.
En muchos países africanos los padres han estado tradicionalmente ausentes de la logística en cuanto a crianza y educación de sus hijos.GETTY IMAGES
José Naranjo
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El permiso de paternidad no solo está completamente ausente del corpus jurídico-laboral senegalés, sino que ni siquiera existe como objeto de debate o demanda social. “Nadie ha pedido nunca nada parecido”, asegura la jueza experta en temas de Familia y miembro de la Asociación de Mujeres Juristas, Aissatou Kanté. De hecho, los padres han estado tradicionalmente ausentes de la crianza y educación de sus hijos. “Eso son cosas de mujeres”, explica con toda normalidad Moustapha Niang, padre de un niño de tres meses. De hecho, para las asociaciones de mujeres, “hay otras prioridades en este momento”.

Ni está ni se le espera. La primera reacción de la mayor parte de las personas entrevistadas para este artículo, tanto expertos como gente de la calle, era de sorpresa. De hecho, “¿eso qué es?” fue una respuesta habitual. La posibilidad de que un padre se acoja a días libres por el nacimiento de uno de sus hijos no existe en la legislación senegalesa que, sin embargo, sí contempla un permiso de maternidad de 14 semanas consecutivas (ocho de ellas después del parto), la posibilidad de prolongación de tres semanas más en caso de enfermedad y la potestad de la mujer de abandonar su puesto de trabajo en todo momento durante un mes y medio antes del parto sin exponerse a sanciones o despido.

¿Y los hombres? “Este tema no está sobre la mesa”, asegura Rokhiatou Gassama, presidenta del Consejo Senegalés de Mujeres (Cosef), “lo hemos hablado en alguna ocasión internamente pero el contexto social del país no nos permite plantearlo, además tenemos otras prioridades, como por ejemplo la ley de paridad, aprobada en 2011 pero cuya aplicación está teniendo problemas; o la autoridad parental, una norma anacrónica que obliga a la autorización expresa y firmada del padre y no a la inversa cada vez que un menor va a salir del país, incluso si sus progenitores están divorciados”, añade.

Mariama Traoré acuna a la pequeña Aisha entre sus brazos. La mira y remira mientras su hermana mayor, Coumba, corretea y se acerca a besarla. El barrio de Parcelles Assainiés es uno de los más grandes y poblados de Dakar y acoge a miles de personas llegadas del interior del país. Mariama y su marido se trasladaron desde Kaolack hace cinco años. Él es mecánico y ella se encarga de la casa. “Yo me ocupo de las niñas, de hacer la comida, lavar la ropa y de que todo esté en orden. Es agotador”, se lamenta Traoré. “Mi hermana ha venido del pueblo y me echa una mano, pero Alpha está todo el día trabajando y llega muy cansado”.

Los diputados alegan que en una sociedad donde está presente la poligamia, un trabajador con varias esposas podría multiplicar sus permisos

Según Gassama, el contexto social y religioso no está maduro como para plantear una reforma legislativa en este sentido. “En general, los hombres no se implican en la crianza y educación de los niños. De hecho, es habitual que muchos maridos abandonen la habitación de su esposa durante las primeras semanas para evitar pasar malas noches ya que al día siguiente tienen que ir a trabajar. Si en este marco se dieran permisos de paternidad, ¿quién asegura que lo cogerían para cuidar de sus hijos?”, explica.

Sin embargo, lo cierto es que sobre todo en los entornos urbanos y en los últimos años algunas cosas están cambiando. “Hay una cierta evolución”, continúa Gassama, “vemos cada vez más a hombres que por ejemplo quieren asistir a los partos, esto era impensable hace unas pocas décadas. Y algunos maridos se implican algo más y acuden a las reuniones en los colegios, pero seguimos viendo que esto es muy limitado. La participación del hombre en la crianza es una batalla que tenemos que dar porque hay cosas que pueden hacer, como cambiar pañales o dar biberones, no todo es cosa de mujeres”.

La situación de Senegal no es muy diferente de la de los países de su entorno. De los 15 Estados de África occidental solo cuatro tienen permisos de paternidad recogidos en su legislación, según el instituto de investigación de políticas públicas World Policy Center. Se trata de Mauritania, Malí, Togo y Benín, en todos los casos de menos de tres semanas. El pasado mes de mayo, una amplia mayoría del Parlamento nigeriano rechazó una proposición del diputado Edward Pwajok para crear esta figura legal.

Los argumentos esgrimidos por los legisladores nigerianos para tumbar esta iniciativa apuntan al contexto social, pero también al económico y religioso. En su resolución hablan del peso de la economía informal y de la extrema necesidad de la población de salir cada día a “dar respuesta a las necesidades vitales de sus familias”. En este sentido, “los permisos de paternidad abrirían la puerta a numerosas horas de trabajo perdidas”. Asimismo, los diputados alegan que en una sociedad donde está presente la poligamia, un trabajador con varias esposas podría multiplicar sus permisos y “dificultar la organización del trabajo”.

Sin embargo, las asociaciones feministas y colectivos por la igualdad aseguran que estos factores no deben hacer olvidar la cuestión fundamental. “Si queremos avanzar política y económicamente, los hombres deben implicarse en la educación y atención de sus hijos”, dijo a RFI Joe Okei, presidenta de la asociación Women Arise.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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