India discute por primera vez sobre tiempo libre pagado para el progenitor
Pese a su elevado índice de población infantil, el país no cuenta con una política nacional sobre permisos parentales. Una nueva propuesta, ya en el Parlamento, busca potenciar la inclusión de las mujeres en el mercado laboral, necesaria para mantener el crecimiento económico del gigante asiático
En la ciudad india de Bombay, se tarda cerca de dos horas en llegar de un punto a otro. Y todavía más cuando las lluvias del monzón bloquean el tráfico y las vías del tren, ya de por sí congestionadas en una urbe de más de 22 millones de habitantes. Así que Sabin Acharya apenas ha tenido tiempo para disfrutar de su hijo desde que este nació hace 11 meses. “Mi compañía solo concede cinco días de permiso por paternidad. Tuve que insistir para que me diesen dos semanas. Y me considero afortunado”, cuenta este productor y locutor de radio de 38 años. La ventaja de Sabin es que trabaja como consultor para diferentes empresas, con las que negoció para arañar días y aprovechar las primeras semanas de vida de su único hijo.
No es ni mucho menos lo habitual para los varios millones de trabajadores de la capital financiera de India, ni con los otros centenares de millones del país. Es una de las sociedades con mayores índices de población infantil del mundo, pero no cuenta con ninguna política nacional que asegure que todos los padres tengan tiempo libre remunerado para pasarlo con sus hijos. Tan solo los funcionarios estatales, gracias a las Reglas de la Administración Pública Central, pueden disfrutar de permisos de hasta 15 días que incluyen a padres adoptivos. “Aquí no se entiende la baja por paternidad: '¿Para qué la quieres y qué vas a hacer?', preguntaban mis amigos. La idea es que los hombres no tienen nada que hacer en casa. Porque nos hemos criado en familias grandes en las que siempre hubo alguien para cuidar de los hijos”, explica Acharya.
Tradicionalmente, la mujer india es acogida en el seno de la familia de su cónyuge, por lo que los hogares están formados por hermanos y sus respectivas mujeres, quienes cuidan de menores de edad y ancianos. Con dos de cada tres indios viviendo en zonas rurales, esas grandes unidades de familia se mantienen hoy. Sin embargo, el país está inmerso en una irreversible transformación socioeconómica.
La agricultura sigue siendo el principal sector, pero la progresiva industrialización trae consigo un creciente éxodo rural, que ha generado decenas de megalópolis cuyo tejido empresarial experimenta una revolución aún más profunda: la necesaria incorporación de la mujer al mercado laboral. Esto, unido a la irremediable conversión a familias nucleares en las grandes ciudades como Bombay, Bangalore, Hyderabad o Nueva Delhi —donde se radican las empresas de los sectores punteros de la economía— hacen necesaria la contribución del padre en la crianza de sus hijos.
La aprobación de la ley conllevaría la necesaria y difícil educación de una sociedad profundamente patriarcal
Desde comienzos de 2017, unas pocas multinacionales con sede en India, como Deutsche Bank, han reconocido las necesidades de la sociedad y del mercado, y ofrecen permisos de paternidad (de hasta ocho semanas en el caso de Johnson&Johnson). El jefe de Recursos Humanos de la rama india de la farmacéutica, Indrajeet Sengupta, explica el doble impacto de la medida: “Aumentar prestaciones nos hace más atractivos para millenials y GenZ: la mano de obra del futuro. Y al ampliar los permisos a padres [biológicos] y adoptivos reforzamos nuestro compromiso con la diversidad, la inclusión y el apoyo a la familia moderna”. Rezagado, pero siguiendo a la vanguardia del sector privado, el Gobierno indio estudia aprobar una propuesta de ley para permisos de paternidad, un tema bajo discusión parlamentaria este verano.
“Como representante público y padre de dos hijos, soy consciente de los retos de los padres y su incapacidad para dedicar el tiempo suficiente a la familia”, explica por teléfono Rajeev S. Satav, el parlamentario del Estado de Maharashtra que presentó el borrador de ley. La propuesta prevé hasta tres meses de baja remunerada desde el primer hijo para todos, y prestaciones similares para padres adoptivos y quienes optaron por vientres de alquiler. Según Satav, la medida beneficiaría a 320 millones de empleados, especialmente obreros. Para ello, se prevé la creación de un fondo al que contribuirían Administraciones y empresas.
Este punto, junto al control de su aplicación en el sector privado, son los escollos a los que se enfrentaría la norma una vez refrendada. “Será difícil que se apruebe porque pocas propuestas que no vengan del Ejecutivo prosperan como leyes, y hay elecciones generales en ocho meses. Pero debería servir de ejemplo y presentarse como ley por el Gobierno”, confiesa su valedor.
“La ley ayudará a cambiar la mentalidad de los hombres, que entienden que los cuidados de los niños son dominio exclusivo de la mujer”, razona Mrunalini Deshmukh, abogada de Derecho familiar en el Superior de Bombay: “También concienciará a los varones del esfuerzo y tiempo necesarios para criar a un hijo”. La aprobación de la ley conllevaría la necesaria y difícil educación de una sociedad profundamente patriarcal. Eso implicará evitar que los hombres usen sus bajas para tomar segundos empleos en lugar de contribuir a la labor familiar. “Ha habido mucho progreso global al garantizar que los padres tengan acceso a prestaciones por paternidad, pero sigue siendo necesario asegurar que los que cuentan con esos derechos, realmente los utilizan”, explica con sutileza Henriette Ahrens, representante adjunta de Unicef en India.
La mujer de Sabin, Shivvyaa Achary, se muestra mucho más tajante: “Una ley de paternidad no cambiará la situación. Es una cuestión de mentalidad”. Voluntariamente, Shivvyaa abandonó su carrera de actriz por unos años para cuidar de su bebé. Pese a la ausencia de Sabin, ella tiene la suerte de contar con sus padres en su casa de Bombay, algo inusual en el resto de hogares de una gran ciudad. Para conciliar ese aspecto, se revisó la Ley de Permisos de Maternidad; cuyos resultados en la incorporación de la mujer en el mercado de trabajo han sido irregulares.
Sin permisos de paternidad, ni igualdad laboral ni crecimiento económico
El año pasado, la baja por maternidad se aumentó de 12 a 24 semanas para los dos primeros hijos. Se reformaba así una ley de hace más de medio siglo para impulsar la participación de los 650 millones de mujeres indias en el ámbito laboral, que se ha desplomado hasta las cotas más bajas del mundo, solo un peldaño por encima de Arabia Saudí y Pakistán. De hecho, ha caído del 35% en 1990 al 27% en 2017. La reforma también impuso la instalación de guarderías en empresas de más de 50 trabajadores, primas por maternidad y la posibilidad de trabajar desde casa.
Es un paso progresista que supera las políticas de maternidad en sociedades con poblaciones similares, como Estados Unidos, Brasil o China; donde no se superan las 17 semanas de baja. Un estudio recogido en el diario nacional Economic Times subraya su efecto positivo; estimando que el absentismo laboral se reducirá del 56% al 33% a medio plazo (entre el primer y cuarto año).
Sin embargo, el mismo análisis indica que las mujeres podrían perder más de un millón de puestos de trabajo en los 10 sectores analizados. Al contrario que otros países, la nueva ley en India carga con todo el peso económico sobre las empresas, sin participación del Gobierno ni otros agentes. El resultado es que las compañías con altos superávits podrían sufragar los costes, no así las más de 36 millones de pequeñas y medianas empresas que conforman el tejido empresarial del país asiático.
En este contexto, la existencia de una ley que complemente las actuales prestaciones por baja maternal favorecería la conciliación familiar. La economía con mayor crecimiento dle mundo necesita la incorporación de la mujer al mercado laboral. No solo por motivos sociales, sino también puramente económicos, para mantener ese ritmo. “La nación camina con un solo pie”, criticaba hace un siglo Mahatma Gandhi, padre de la India independiente, ante la falta de participación de la mujer en la revolución anticolonialista. La combinación de políticas de paternidad y maternidad es la piedra angular sobre la que India caminará con pasos firmes hacia el progreso socioeconómico.
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