El parto es algo único e imprevisible
Cuanto mejor preparada se llegue a ese gran momento, más sencillo será afrontarlo y la posterior recuperación del bebé y de la madre
Creo que no quería perderse el Día de la Madre y fue el mejor de los regalos. Aunque el parto fue realmente duro, estamos los dos bien y sé que es gracias a toda la preparación y entrenamiento previo, además de gracias a los fantásticos profesionales que tuve a mi lado en el Hospital Clínico de Granada. Cuando expulsé el tapón mucoso supe que la cuenta atrás había comenzado.
Existen algunos signos claros que nos informan de que una mujer está de parto, unos no se pueden ver a simple vista, como es el encajamiento del bebé, aunque sí sentir, y otros serán más evidentes. Cuando una mujer se pone de parto comienzan las contracciones uterinas que suelen ser irregulares y de corta duración. La embarazada puede notar la barriga dura, que no es más ni menos que nuestro útero contrayéndose. Se expulsa el tapón mucoso, se rompe aguas… Una vez la bolsa que contiene al bebé se rompe (romper aguas), hay que acudir al hospital. Y así hicimos nosotros. Las contracciones, involuntarias e intermitentes, comenzaron siendo de una frecuencia aproximada de entre 10- 15 minutos.
Al principio duraban unos 10 segundos aproximadamente, pero iban aumentando su durabilidad y acortando el tiempo entre una contracción y otra a medida que el parto iba avanzando. Mientras, el proceso de dilatación también había comenzado. Esta parte cuesta, no te voy a engañar. Hay que armarse de paciencia… sobre todo las primíparas como yo, donde lo normal es ir dilatando a un centímetro por hora. Las multíparas, lo normal es que vayáis más rápido. En esta fase es importante realizar los ejercicios recomendados en el post anterior para agilizar la dilatación.
Un parto “normal”, tiene diferenciadas tres fases de evolución
La primera es el período de trabajo que consiste en la dilatación del cuello del útero y la progresión del feto a través del canal de parto. La segunda etapa es conocida como el expulsivo. Algunos expertos también lo llaman el “desembarazo”. En esta fase ya tenemos borrado el cuello del útero, la dilatación es completa y aquí ponemos a prueba nuestro entrenamiento para el parto: vamos a combinar las fuerzas de los pujos maternos con las contracciones. Hay que empujar con todas tus fuerzas en el momento en el que llega una contracción.
Tras horas de dilatación, llegó el momento en que me tocaba empujar. Estaba preparada para dar lo mejor de mí, pero durante ese tiempo de dilatación Martín se había girado dentro de mí y colocado en posición transversa y, además, tenía dos vueltas de cordón alrededor de su cuello.
Me bloqueé. Había dilatado completamente y no podía empujar porque las circulares oprimirían el cuello de mi bebé, pero gracias a los grandes profesionales de salud que me atendieron, todo salió bien. Decidieron practicarme una cesárea de urgencia y cuando me acercaron a Martín a la cara, lo vi sano, tan blanquito y sin signos de sufrimiento fetal. El alivio y la felicidad que sentí en ese momento fueron infinitos. Martín me babeaba la cara y el vínculo que se establece entre madre e hijo en ese primer momento, es indescriptible.
Nada más nacer y debido al cambio de ambiente y a los contrastes, los bebés suelen perder entre un 10-15% de su peso. Martín pesó dos kilos y 500 gramos. La leche me subió a las 24 horas, pero al principio Martín no podía succionar bien, así que me pasé toda la noche recogiendo el calostro de mi pecho con un chupete para dárselo directamente en su boca. Al día siguiente había ganado 20 gramos. Ahora mama sin ningún problema y estamos recuperándonos.
El nacimiento de Martín lo viví como dos partos: por un lado, todo el proceso de dilatación, y por otro la posterior cesárea, pero estoy segura de que no seré la primera ni la última madre que diga que todo merece la pena, pero así es. Es un luchador que tras casi tres días de parto ha llegado para llenar de luz y sonrisas nuestra vida.
Dar a luz es un proceso mágico, pero totalmente imprevisible, por ello siempre insisto en que cuanto mejor preparadas vayamos a ese gran momento, mejor. Siempre será más sencillo afrontarlo y también la posterior recuperación, tanto para el bebé como para la mamá.
Me gustaría terminar este post dando las gracias a todo el equipo del día 5 del Hospital Clínico de Granada por el maravilloso trato recibido. Supieron llevar mi caso para adelante con profesionalidad y cariño. Gracias también a Montse, a Maruja y a todas las enfermeras de la séptima planta que me cuidaron muchísimo durante mi estancia allí. Y gracias en especial a una de las personas más importantes de mi vida, mi padre, que estuvo allí conmigo en todo momento. Si decidí hacer fisioterapia obstétrica fue por él, pero de eso ya hablaremos otro día.
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