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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ciclistas en la carretera

La Administración debe adoptar medidas para sacar de las vías a conductores peligrosos

La Guardia Civil y miembros de Emergencias axaminan el lugar del accidente de Oliva
La Guardia Civil y miembros de Emergencias axaminan el lugar del accidente de Olivanatxo frances (EFE)
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Cyclists on Spanish roads

El atropello el pasado fin de semana de un grupo de ciclistas en la localidad valenciana de Oliva, que provocó dos víctimas mortales y tres heridos de gravedad, no es un accidente más. El hecho de que la conductora del automóvil que arrolló a los deportistas diera positivo en alcohol y drogas, otorga una especial gravedad al suceso. Y más aún si se tiene en cuenta que en 2013 ya le fue retirado el carné por ese motivo.

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Está demostrado que un conductor ebrio o bajo el efecto de los estupefacientes es una combinación explosiva: los reflejos se ralentizan, la atención se relaja y el riesgo se relativiza. Todos estos factores multiplican la peligrosidad de quienes se ponen al volante hasta convertirlos en un arma potencialmente letal, como desgraciadamente se acaba de comprobar en el municipio valenciano.

Por su propia naturaleza, los ciclistas son los usuarios más frágiles de la calzada. El año pasado se dejaron la vida en el asfalto 33 corredores y en la última década las estadísticas de la Dirección General de Tráfico registran más de 400 fallecidos en vías interurbanas. El aumento en el número de personas que se suben a una bicicleta, bien sea con un propósito meramente deportivo o como medio de transporte, ha incrementado el porcentaje de accidentes en los que se ven involucrados ciclistas. En 2015 se contabilizaron más de 2.000, el doble que siete años antes.

Reducir la siniestralidad exige un riguroso cumplimiento de las normas de seguridad vial. La Administración ha de velar por el buen estado del asfalto y la correcta señalización pero también debe adoptar medidas para sacar de las vías a aquellos conductores que entrañan un verdadero riesgo. Además de las campañas de concienciación y los anuncios de sensibilización, es necesario endurecer las sanciones a quienes habiendo consumido alcohol o drogas se ponen al volante.

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