Un plan para las carreteras

El aumento del número de muertos en las carreteras españolas durante 2016 ha causado una alarma justificada en la Dirección General de Tráfico. Para combatirla, Interior acaba de anunciar 15 medidas urgentes con las que se pretende reducir la siniestralidad en las carreteras y, si es posible, volver a la tendencia descendente en accidentes y fallecidos anterior a 2015.

La eficacia previsible de las medidas anunciadas, aplicables en las carreteras convencionales, es muy dispar. Señalizar con doble línea continua los tramos peligrosos o situar bandas sonoras para prevenir las distracciones que acaban en cambios fatales de carril puede tener un efecto beneficioso, aunque probablemente marginal, para garantizar la atención del conductor. El aumento de los radares fijos seguramente tendrá un efecto disuasorio, aunque su número es pequeño por el momento (60 más). En cambio, la publicidad realista sobre los efectos de los accidentes no parece una idea demasiado eficaz; y los paneles que muestran las matrículas que circulan a más velocidad de la permitida o a los conductores que no llevan cinturón deberían complementarse con sanciones proporcionales y retirada de permisos.

El tráfico en España necesita un nuevo Plan de Seguridad Vial (Interior ha prometido uno) en su versión más drástica. Debería incluir, como mínimo, retirada prolongada o definitiva del carné a quienes conduzcan bajo los efectos de alcohol y drogas; adaptación legislativa para agilizar las sanciones en los casos de infracción grave; un proyecto para reformar el trazado y el firme de las carreteras convencionales, que en muchos tramos parecen reliquias del siglo XIX; nuevas normas —más estrictas— para conceder o renovar el carné de conducir; y un esfuerzo combinado de las Administraciones para renovar el parque automovilístico. Mientras llegue ese plan, casi todas las medidas serán para salir del paso.