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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fobia pública

El programa sobre los españoles emitido en el canal en euskera de Euskal Telebista es un acto de fobia intolerable

Un fragmento del vídeo.
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Un programa de la ETB define a los españoles como “fachas” o “chonis”

El programa sobre los españoles emitido en el canal en euskera de Euskal Telebista es un acto de fobia intolerable en una sociedad democrática, sobre todo cuando procede de un ente financiado con dinero público. El pasado 8 de febrero, el programa “Euskalduna naiz, eta Zu?” (Soy vascohablante ¿y tú?) difundió en el canal ETB-1 una clasificación de españoles denigrante y dio voz a personajes de la sociedad vasca que ridiculizaban y ofendían los símbolos e idiosincrasia de lo que representa España.

Ante la ola de indignación que ha recorrido los medios, el Gobierno vasco ha asegurado que se trataba de un programa “pretendidamente en clave de humor cuya responsabilidad es de EiTB” y rechazó totalmente su contenido. El Partido Popular y y Ciudadanos estudian enviarlo a la fiscalía para investigar si su emisión incita al odio y el PSE-EE cree que “presenta una imagen insultante como si Euskadi fuera una comunidad ajena a su pertenencia al Estado español".

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Pero no es el lugar en el que se sitúa el programa —la crítica al otro, a lo ajeno— lo que convierte su contenido en un material que solo merece el rechazo y no su emisión, sino la actitud de generalización, de fobia a un colectivo independientemente de que su público forme parte de él o no.

Ningún programa de ninguna televisión pública que ofendiera a catalanes, andaluces,  madrileños, marroquíes o portugueses, por poner ejemplos, sería tolerable. Sean propios o ajenos, la generalización es un oprobio, el mismo que comete Donald Trump cuando descalifica a los mexicanos por criminales, violadores y narcotraficantes y a los musulmanes como terroristas y que en este periódico condenamos sin titubeos.

Todo ello merece rechazo por sí solo. Si además le sumamos el coste del millar de muertos que ha dejado la violencia del odio a España en los últimos 40 años estamos, como mínimo, ante un grave acto de irresponsabilidad. La sociedad —y una televisión pública es un importante agente de la misma— debe cortar de plano esos brotes antes de que circule libremente la fobia al otro que ya campa a sus anchas en demasiados entornos de nuestro universo occidental.

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