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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez
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NO LUGARES

La estupidez de una política migratoria

Las decisiones de Donald Trump dañan valores e intereses a ambos lados de la frontera

Gonzalo Fanjul

El cónsul Flores Vizcarra dice que no es el desierto el que mata a los inmigrantes. Tampoco los coyotes [traficantes de seres humanos]. Ni siquiera es la policía. «Lo que mata a la gente –dice- es la estupidez política que rige a ambos lados de la frontera».

The Devil’s Highway. Luis Alberto Urrea

El veto de Donald Trump contra los refugiados y los extranjeros musulmanes ha capturado, por buenas razones, la atención y las protestas públicas. Pero es muy posible que la Orden Ejecutiva (OE) para Las mejoras en la seguridad de la frontera y el control de la inmigración (25 de enero) tenga consecuencias de un calado similar. Estas son algunas de las principales.

1. El muro es solo una de las muchas medidas que contempla la OE, y cuyas implicaciones prácticas están aún por conocerse:

Construcción de unos 1.600 km adicionales de valla que completen las barreras arquitectónicas y naturales que separan hoy México de EEUU.

Incremento de la presión sobre los inmigrantes irregulares que se encuentran ya dentro del país.

Incremento de la colaboración entre las policías locales y las autoridades migratorias federales.

Limitación del procedimiento debido en las operaciones de deportación.

Ampliación de las categorías de inmigrantes sujetos a deportación inmediata.

Incentivo de las acusaciones por faltas o delitos pequeños.

Retirada de la financiación federal a las ciudades y estados que no colaboren con estas políticas.

2. Con un nivel récord de deportaciones durante su mandato, una iniciativa tardía y una incapacidad manifiesta para arrastrar al legislativo hacia la reforma, el papel de Obama en este campo ciertamente no pasará a la historia. Pero Trump no se limita a intensificar la inercia establecida por presidentes anteriores. Sus decisiones convierten al inmigrante sin papeles en un enemigo que merece el reproche de sus vecinos y el castigo de las instituciones. Enfrenta a comunidades enteras y dificulta, tal vez de forma definitiva, la posibilidad de una reforma buscada durante casi tres décadas.

3. La medida abre una brecha institucional sin precedentes. La ofensiva anti-inmigrante del Presidente ha sido rechazada por varios estados y un grupo de al menos 30 ciudades (encabezadas por Nueva York y Los Ángeles) que se niegan a colaborar en el hostigamiento de los inmigrantes sin papeles. La respuesta de las ciudades santuario incluye, entre otras medidas, el apoyo legal a los extranjeros afectados y el compromiso de que la policía local no se inmiscuirá en cuestiones migratorias.

4. Entre los perdedores directos de la medida están los algo más de 11 millones de personas que acaban de convertirse en objeto de caza tanto de las autoridades federales como de aquellas autoridades estatales y locales que acepten colaborar con la medida. De acuerdo con el Pew Research Center, dos de cada tres inmigrantes irregulares llevan más de una década en el país y tres de cada cuatro está trabajando. Los flujos cayeron a partir de 2007, adaptándose de manera natural a la desaceleración económica (ver gráfico). En el contexto actual de virtual pleno empleo, la aplicación de las propuestas de Trump pondría en serio riesgo la sostenibilidad de sectores como el de la agricultura o la construcción, donde el 26% y el 15% de los trabajadores, respectivamente, carece de papeles. Dicho de otro modo, no hay plan de infraestructuras –como ha propuesto la nueva Administración- ni beneficios derivados de la expansión fiscal sin estos y otros muchos inmigrantes.

5. Algunos, por el contrario, tienen mucho que ganar. Cada una de las disposiciones de la nueva OE beneficiará a la cada vez más lucrativa industria del control migratorio. El número de agentes de frontera se ha multiplicado por cuatro (hasta los 21.000) desde mediados de los años 90. Aunque casi la mitad de los irregulares que residen en los Estados Unidos entraron legalmente y se quedaron al caducar sus visas, la histeria colectiva con respecto a la frontera Sur sigue siendo alimentada en beneficio de empresas como Boeing, que entre 2006 y 2011 gastó 1.000 millones de dólares de dinero público en la vigilancia de 85 km de la frontera de Arizona con México. Irónicamente, son las empresas y trabajadores mexicanos quienes más tienen que ganar con la construcción del muro. The Guardian señalaba que las acciones de la cementera Cemex alcanzaron niveles récord hace un par de semanas por esta misma razón.

6. El bloqueo migratorio envenena las relaciones con la región centroamericana e intensifica una doble amenaza para los Estados Unidos. Por un lado, supone una invitación directa a la emigración irregular para centenares de miles de individuos que responden a las necesidades del mercado laboral en destino y que ya no esperarán la posibilidad de obtener un visado de trabajo. Por otro, reduce cualquier incentivo para la colaboración del Gobierno mexicano en el control de los flujos ilegales de personas y productos a través de su frontera Norte. La esclerosis fronteriza se desplaza hacia el Sur en un efecto dominó que contamina al conjunto de la región, como informaba ayer este diario.

7. El Presidente Trump ha calculado el coste de la construcción del muro con México en unos 8.000 millones de dólares. Las estimaciones independientes más serias, sin embargo, triplican esa cifra hasta los 25.000 millones, sin contar con la tecnología necesaria para su vigilancia. A pesar de la intención declarada de que México cargue con la factura, son los contribuyentes estadounidenses los que tendrían que hacer frente al gasto inmediato y esperar después que el Gobierno pueda recuperar el dinero de algún modo. Pero –como explica bien la BBC en esta pieza- todas las medidas sugeridas hasta ahora por los portavoces de la Administración Trump conllevan alguna o varias de estas dificultades: el encarecimiento de las transacciones comerciales a costa de los consumidores o los empleos estadounidenses; la ‘informalización’ del sistema de remesas a costa de la transparencia y la seguridad; la negociación de complicados aranceles que podrían llevar años si son cuestionados en los tribunales.

El cónsul Flores Vizcarra tiene razón. Es la estupidez política la que rige la política migratoria. Sobre todo en un lado de la frontera.

[Esta pieza es parte del esfuerzo de la Fundación porCausa para luchar contra la mentira en el debate migratorio. Apoya nuestra petición para lograr un sistema de control de fronteras más humano e inteligente.]

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