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El Partido Calvinista retira la pena de muerte

El castigo no encaja en su campaña electoral ante las legislativas del próximo marzo

Isabel Ferrer
Una imagen del Senado holandés.
Una imagen del Senado holandés.Bart Maat

El Partido Calvinista holandés se ha subido al carro del populismo, en su caso estrictamente confesional, y ha suprimido la pena de muerte de su programa para las legislativas del próximo 15 de marzo. Con tres escaños en un Parlamento de 150, y el honor de ser la agrupación más antigua del país (data de 1918), su directiva ha decidido retirar la petición de mantener la pena capital en caso de asesinato. Sus partidarios sostienen que “la palabra de Dios debe hacerse valer en el terreno político”, y los libros de la Biblia incluyen abundantes citas sobre el destino de los asesinos: desde el Génesis, Éxodo, Levítico, Números o Apocalipsis. En todos aparece, de diversas formas, la advertencia de que “el que derrame sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada, porque a imagen de Dios es hecho el hombre” (Génesis 9:6). Esta vez, sin embargo, prima el deseo de “llevar a cabo una campaña electoral positiva, y mencionar este tipo de castigo no encaja”, según portavoces de la agrupación.

Con unos 30.000 afiliados, el partido también ha omitido la negativa a aceptar el matrimonio homosexual. En ambos casos, la aparente revolución moral se atempera con los matices introducidos. Para la pena de muerte, los calvinistas apoyan la deportación de los terroristas a países donde el Estado sí ejecute. El apartado de los gais es más sutil, si cabe. La directiva considera que basta con leer bien el programa electoral. Dicho texto subraya claramente “el valor del matrimonio tradicional, que debe ser entre un hombre y una mujer”.

En favor de la familia, el descanso dominical (sin trabajo, ni tiendas abiertas) y el Estado de Israel, el mayor cambio experimentado por el grupo hasta la fecha se refiere a la presencia de mujeres. Desde su punto de vista, no están llamadas a participar en política, pero el Supremo holandés calificó en 2010 dicho extremo de “discriminación evidente”. En 2013 los estatutos fueron reformados, y un año después, la candidata calvinista Lilian Janse se hizo con una concejalía en el Ayuntamiento de Vlissingen. De momento, es la única.

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