¿Adiós a los escotes?
La edición británica de 'Vogue' ha proclamado que lucir canalillo ha dejado de ser tendencia. Pero las redes sociales y los diseñadores tienen su opinión al respecto
Cuenta la leyenda urbana que el famoso anuncio Hello Boys de Wonderbra, en el que la modelo Eva Herzigova demostró desde las marquesinas para qué servía un sujetador push up, llegó a causar accidentes de tráfico; los conductores, se decía, no podían evitar distraerse ante la visión del que años después fue elegido en una encuesta el cartel publicitario más icónico de todos los tiempos. Cierto o no, parece que hoy podemos desterrar esa preocupación; aquel generoso escote con canalillo tan de los noventa ha muerto. Así lo afirma al menos la edición británica de Vogue, que en su número de diciembre publicado un artículo titulado Desperately seeking cleavage (“Buscando escote desesperadamente”) que está haciendo correr ríos de tinta digital.
Firmado por la periodista Kathleen Baird-Murray, las pruebas que sostienen su teoría son, a su juicio, irrefutables: ni en las pasarelas, la alfombra roja o la calle se atisban ya escotes pronunciados porque las piezas que los favorecían han dejado de ser tendencia. Ahora se llevan las camisas con lazada de Gucci o los vestidos de cuello vuelto de Valentino y hasta el corsé, esa prenda con siglos de historia concebida precisamente para ceñir la cintura y elevar el pecho, cumple una función totalmente diferente en las propuestas de Loewe o Alexander McQueen. Tampoco es que los diseñadores renieguen de enseñar ni un centímetro de piel, pero ahora son otras zonas del cuerpo las que quedan a la vista: abdomen, piernas, hombros o espalda. Pero el escote “de repente parece inapropiado”, afirma Baird-Murray, que también relaciona esta nueva discreción con una mayor imagen de profesionalidad en el entorno laboral e incluso con el acoso a las celebrities en las redes sociales.
Para el diseñador español afincado en Londres Emilio de la Morena la declaración de Vogue es una simple cuestión de tendencias. “Ahora todos estamos enfocados en los hombros, la espalda y el cuello, pero eso no tiene nada que ver con una evolución de la sociedad. El escote volverá”, vaticina. Pero las redes sociales, y en concreto Twitter, han hecho una lectura muy diferente del reportaje, y lo han interpretado como un nuevo estereotipo alrededor del cuerpo femenino. “¿Qué tal si dejáis de decirle a la gente qué puede hacer con su cuerpo? Es solo una sugerencia”, tuiteaba una usuaria. “Acabo de leer que Vogue dice que 'el escote ya no se lleva'. A partir de una cierta talla no puedes evitar tener escote independientemente del tipo de sujetador”, señalaba otra.
Precisamente el ámbito de la lencería vive otra gran revolución. Los sujetadores push up o muy armados están siendo relegados por modelos más deportivos o de estética más natural; una preferencia que en parte se atribuye a la búsqueda de la comodidad que caracteriza a la generación millennial. Lo confirman desde el departamento de diseño de corsetería de la firma Intimissimi: “Las nuevas tendencias van cada vez más hacia modelos mórbidos y sin relleno. En general, la demanda de las clientas tiende hacia sujetadores sin aro, ligeros y refinados sin renunciar a la sensualidad”. Hasta Victoria's Secret, paradigma de la lencería más historiada, ha lanzado una línea de bralettes sin relleno. La estilista americana Elizabeth Sulcer, que ha vestido a sus ángeles en campañas de publicidad o editoriales de moda, también rechaza plegarse a los cánones: "Todas las mujeres son bellas; no importa su forma o su talla, y si quieren mostrar escote o no es irrelevante. El mundo actual no va de ser consideradas sexys en base a nuestra apariencia; se trata de que las mujeres se sientan poderosas y guapas desde el interior”.
Aunque el debate abierto por la revista ha seguido derroteros que probablemente no esperaban, lo cierto es que la moda parece buscar hoy nuevas formas de entender y expresar la feminidad. Atsuko Kudo, diseñadora japonesa especializada en prendas de látex que ha vestido a Kim Kardashian, Beyoncé o Lady Gaga, es de las que aún apuesta por el escote: “No vemos ese cambio en nuestras clientas. Cada vez vendemos más vestidos con escotes profundos en uve, al igual que otros muchos con copas muy reveladoras”. En su opinión, y en eso coincide con Sulcer, la verdadera tendencia es la individualidad: “Cada vez notamos más que las mujeres quieren ponerse lo que las estimula sin tener que preocuparse de otros factores, ni de lo que piensen los demás”.
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