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MIRADOR
Columna
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Al alma

Cada día nuevas religiones cortejan la vida espiritual de sectores influyentes y adinerados tratando de ganarlos para sus iglesias particulares

David Trueba
Niño disfrazado de su santo favorito
Niño disfrazado de su santo favoritoCORDON PRESS

Si hoy es martes, hemos sobrevivido a otro Halloween. El Día de los Muertos, que en México alcanza el paroxismo, ha desencadenado una polémica eclesial en España. Para la jerarquía católica, es demasiada la influencia estadounidense en nuestras costumbres lograda a través de la colonización de sus películas. Hemos asumido hacer vida en los centros comerciales de la periferia, celebrar con una fiesta de promoción el final del instituto y comer los filetes rusos de carne picada entre dos rebanadas de pan. Por eso la Iglesia ha reivindicado de manera comprensible que la fiesta de difuntos sea un juego de la chavalería, pero que para dotarle de un sentido religioso los disfraces elegidos sean de santo. Las máscaras de Freddy Krueger, del payaso diabólico, de V de Vendetta, del Joker de Batman y la calabaza vaciada serían así sustituidas por niños disfrazados con máscaras de san Josemaría Escrivá de Balaguer o la madre Teresa de Calcuta. Imaginen el pavor del vecindario si llaman a sus puertas. Funciona.

Para lograr el éxito, quizá debería fijarse en ejemplos de implantación reciente. La sangría embotellada en España no para de crecer en los mercados de bebida internacionales mientras el consumo de Coca-Cola desciende a marchas forzadas. ¿Qué está pasando? En el mismo día en que se planteaban estas reformas del día de difuntos, el Vaticano reprobaba lo que están haciendo las familias católicas con los cadáveres de familiares. Y en un tirón de orejas espectacular reconvenía sobre el modo de ocuparse de los restos de difuntos. Nada de arrojarlos a lugares emblemáticos ni guardarlos en casa ni preservarlos en ingenios decorativos. Es obligatorio depositarlos en recintos sagrados. El negocio funerario es fundamental y quedarse al margen del último impuesto que toda persona tiene que pagar no sería comprensible en ninguna escuela de empresa.

Mientras tanto, un obispo evangelista ha ganado la alcaldía de Río de Janeiro y esa Iglesia ha sido fundamental en el derribo de la presidenta Rousseff. No hace falta recordar la presencia religiosa en la gobernanza de los países musulmanes. Y cada día nuevas religiones cortejan la vida espiritual de sectores influyentes y adinerados tratando de ganarlos para sus iglesias particulares. Fabricar de manera industrial esas máscaras de santos para la jornada de Halloween puede ser una primera acción de mercadotecnia. España es un país que adora los ritos, la tomatina, los sanfermines, la feria y las procesiones, por ahí se les entra al alma mejor que por ningún lado.

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