Las marcas españolas que visten a Drake y pasan de los desfiles de moda
Son parejas creativas, personalizan restaurantes, son DJs y, por supuesto, diseñan ropa. He aquí tres paradigmas de la era del postinternet patrio
Pongamos que una colección de moda incluye de media 30 looks. Cada uno de ellos ha de contar con una versión de primavera-verano y otra de otoño-invierno. Pero la historia continúa. Otras dos líneas extra se han instalado como obligadas para recordar al consumidor que debe renovar su guardarropa entre temporadas. Son el resort y el crucero, que en ocasiones se completan también con alguna colaboración mediática que hará que el nombre del creador resuene en los oídos del mayor número de mortales posible. La ecuación resultante implica más de 120 piezas al año, cada una, por supuesto, con altas dosis de genialidad que hagan que el cliente se lleve a casa cuantas más, mejor.
«Existimos porque hay un mercado a través de Internet. Si no, promocionar nuestras marcas sería imposible»
Ante esta orgía creativa, incluso quienes ocupaban grandes cargos en el dream team, como Alber Elbaz o Raf Simons, se han despedido de un sistema que fomenta una forma de trabajo insostenible. "Cuando hablamos de esta temporada en realidad estamos hablando de la próxima temporada. El concepto se está transformado debido a la saturación de información en Internet. Ahora la colección real parece el pasado y la futura, el presente", cuenta Miriam Sanz de SHOOP Clothing, firma madrileña con espíritu hip hop que cuenta con el rapero Drake entre sus clientes.
Para sobrevivir al ritmo meteórico y que la caja de la empresa resista hay que saber moverse fuera de los márgenes tradicionales. Desmontada la idea de que si estudias moda has de crear una marca y aspirar a desfilar en una pasarela como El Ego, hacer negocio, por fin, es la prioridad.
"Cuando te quieres meter en la cadena de distribución tienes que ceñirte a las temporadas. Te exigen condiciones de pago, es como tener que financiar a las tiendas que necesitan contar con cierto stock. Hay que hacer una inversión muy grande, se solapan los pagos y es una ruina", cuenta Leticia Cano, una de las fundadoras de la firma de camisería, homewear y estampados Batabasta.
La buena nueva de esta crisis de concepto es que siempre existen perfiles aventajados que han visto en el "no futuro" de la industria una oportunidad. Como el hombre renacentista, para sobrevivir a esta realidad hace falta tocar más de un palo. Diseñar sí, pero también ser un gurú del branding, un creativo musical o manejar las artes gráficas.
Los nuevos equipos creativos han entendido el concepto. La marca son ellos mismos y lo hacen sentir en todo lo que tocan. Ellos se lo guisan y también se lo comen. Y por el momento, les funciona.
GANGA SHOPEduardo Erráiz y Antonio Gutiérrez
A Edu y Antonio podrías encontrarlos diseñando frente al ordenador o, agujas en mano, tejiendo en su estudio. Sí, como dos abuelitas. Así pasa esta pareja parte de su jornada laboral. Lo suyo es rescatar el espíritu de los años noventa en piezas de sportswear a la manera tradicional. "Los bordados en punto de cruz que hacemos no dejan de ser gráficos en ocho bits, como los de las videoconsolas antiguas", así define Antonio la técnica que ha hecho famosa a Ganga Shop y con la que desarrollan su concepto de bootleg. Este anglicismo no es otra cosa que reinterpretar iconos de la cultura popular bajo la propia mirada. Ahí están, asomando por camisetas sudaderas y camisas, sus versiones tuneadas de Liberad a Willy, Los Simpson o Snoopy.
Ganga Shop comenzó como una anécdota. Ambos querían montar un proyecto común y se pusieron a coser. La cosa funcionó y bajo el lema 'Normal is boring' (lo normal es aburrido) comenzaron a vender online. "Promocionarte es complicado, pero las redes sociales nos han dado la vida. Somos una marca que existe porque hay mercado a través de Internet, si no, sería imposible", cuentan sus fundadores. Aunque además de en su tienda digital, distribuyen sus piezas también en Rughara (Corredera Alta de San Pablo 2, Madrid) y en Wasabi (CC Pontevella, Orense), su producción es pequeña. "Podemos empezar con diez prendas de cada modelo y, según vendemos, vamos fabricando". ¿El escollo más difícil que han encontrado en el camino? El económico. Según cuentan, para dos autónomos con un negocio en ciernes crecer es muy difícil. Por el momento, llevan una vida multitarea en la que la moda y el diseño, la gestión de grupos y las relaciones públicas (encabezan el equipo que mueve el club Ochoymedio de Madrid) son vasos comunicantes. También la música: confeccionan sus propias sesiones de indie y electropop allá donde les llamen bajo el nombre de Bombastich! DJ's.
BATABASTALeticia Cano y Clara Arnús
Llevaban años trabajando en branding y, hastiadas de crear marcas para los demás, montaron su propio concepto. "Habíamos dejado de trabajar para la misma empresa y nos apetecía hacer algo que nos gustase y divirtiera", cuenta la japoleonesa Leticia Cano. Ella y Clara Arnús coincidieron en Shanghái, donde se gestó su proyecto. La idea era crear una firma de batas que, al poco, se transformaron en camisas. "Nos propusieron participar en una feria y volvimos a casa con un montón de pedidos". Produjeron en fábricas, se integraron en la cadena de distribución, contactaron con agentes… Todo esto en 2013, un año más tarde de lanzarse. Pero el esfuerzo creativo y económico por el corto ciclo de vida de un producto les hizo replanteárselo. Ahora no trabajan por temporadas, crean estampados, producen y los ofrecen a tiendas. Cuentan con 20 prints en catálogo.Más allá de la camisería, sus ilustraciones se han traducido en ropa de trabajo y papel pintado.
"Realizamos los uniformes para el hotel boutique Casa Bonay en Barcelona y para Studio Stack de Brooklyn, estampados que decoran interiores de hoteles". A través de este estudio, la cadena de restaurantes Chopt las contactó para inventar sus espacios, el último en el Empire State. Clara es también diseñadora gráfica y Leticia asesora de la concept store madrileña El Paracaidista. Y pinchan. Ha sido este hobby lo que ha llevado a Leticia a su última aventura. "Estoy montando una agencia de programación musical. Cuando estás metida en la imagen corporativa hay una cosa esencial: la música. Me he asociado con el DJ Pascal Moscheni para crear el ambiente de algunos negocios".
SHOOP CLOTHING Miriam Sanz y Yohei Oki
El idilio entre música y moda de SHOOP Clothing quedó sellado cuando Drake cantó en el festival Ovo Fest con piezas de su colección. A partir de entonces, las prendas sin género de Miriam Sanz y Yohei Oki se convirtieron en un emblema en la industria. "En 2011 decidí crear mi propia marca. Yohei me ayudó desde el principio con la parte gráfica y finalmente nos convertimos en un equipo en el que los dos hacemos de todo", cuenta Miriam, que llevaba años trabajando en el sector.
Ambos han crecido escuchando hip hop y han creado una relación con esta cultura indisoluble también en sus colecciones. "Al principio estábamos en contra del circuito tradicional de la moda, incluso del género. Con el tiempo, nos hemos dado cuenta de que para conseguir puntos de venta hay que seguir ese circuito y formar parte de él, cosa que hacemos desde 2015", continúa Miriam pues, según dice, es la única forma de no perder oportunidades.
Pero el vínculo de esta marca con la música no termina en la ropa.Yohei es DJ y trackmaker. "Estoy haciendo un EP con mi amigo Seiho y la cantante y modelo japonesa Rina Sawayama. Uno de los temas se acaba de lanzar para un anuncio de la televisión de allí", cuenta el tokiota, que divide su tiempo entre Madrid y la capital nipona. Además, Yohei pertenece al colectivo JAZZZ, junto con Jacobo Prieto y Wi-Fiji, una plataforma desde la que organizan fiestas. "Es música alternativa diferente a la típica que se suele escuchar en Madrid".
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