¿Encargo o mandato?
Rajoy debe fijar fecha de investidura y ofrecer algo al PSOE y a Ciudadanos
Pasan los días (más de cuarenta desde las elecciones) y el presidente del Gobierno en funciones sigue observando los acontecimientos como si la cosa fuera más con otros que con él. Aceptó el mandato del Rey para someterse a la votación de investidura, pero ni ha fijado fecha para ello ni ha aclarado si se llegará a presentar, tal y como marca el artículo 99.2 de la Constitución. Se limita a hacer declaraciones grandilocuentes, proponer pactos generales y amenazar con las penas del infierno si los demás no le llevan en volandas a un nuevo mandato presidencial. O yo, o unas nuevas elecciones, que serían nefastas para España, se limita a advertir.
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Mariano Rajoy no puede seguir más con esa actitud. Aunque haya logrado que la presión esté, hoy por hoy, en otros líderes (Pedro Sánchez y Albert Rivera), el presidente no puede dejar pasar más tiempo sin fijar fecha para su posible investidura y sin hacer propuestas concretas y atractivas a aquellos partidos a los que pide su apoyo o abstención para ser presidente. No vale decir que se está dispuesto a hablar de todo y presentar una oferta que no incluye, que sepamos, ni una sola cesión propia frente a los programas de los demás.
Seamos serios. Para conseguir acuerdos hace falta negociar, y para ello hay que ceder. El que tiene la responsabilidad de plantear propuestas irrechazables es el que aspira a ser investido y necesita el apoyo de los demás. El problema es que Rajoy ha perdido la costumbre del diálogo (si es que la tuvo alguna vez) después de cuatro años de Gobierno en mayoría absoluta y nueve meses de bloqueo a otros planteamientos políticos. Y todo ello, con su propio partido silenciado, sin el menor atisbo de crítica interna.
En los próximos días, el presidente del Gobierno se volverá a reunir con el líder de Ciudadanos para intentar avanzar hacia un pacto de investidura. Albert Rivera ya dio un paso adelante al cambiar su voto negativo a Rajoy por una abstención en la segunda votación. Si el PP quiere que el partido naranja dé otro paso y anuncie su sí a la investidura, tiene que ofrecer algo más que la espuma de los acuerdos a los que llegaron PSOE y Ciudadanos en la fallida legislatura anterior. Se tiene que comprometer a aceptar algunas de las reformas políticas e institucionales de calado que se planteaban en el documento de marzo e incluso a dar marcha atrás en algunos de los proyectos más conflictivos aprobados con su mayoría absoluta en los últimos años.
Estamos en el tiempo de descuento y ya no valen las buenas palabras ni las buenas intenciones. Es el momento de demostrar si se tiene o no altura política para conseguir cumplir la voluntad de los ciudadanos de diálogo y consenso. Rajoy no puede pensar que su sí a Felipe VI se limitaba a aceptar un encargo para intentar formar Gobierno. Se trata de un mandato del jefe del Estado que, una vez aceptado, no se puede rechazar retorciendo las leyes. El presidente debe solicitar a Ana Pastor que fije fecha para la investidura y emplearse a fondo en conseguir los apoyos necesarios. Y si fracasa, que se eche a un lado y deje paso a otro político (del PP o del PSOE) para que lo intente y evite las terceras elecciones en un año.
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